Flamengo, 2023
Después de ganar la Copa América 2019, Tite consiguió un objetivo muy poco frecuente en la selección brasileña: dirigir dos Copas Mundiales. Solo Mario Zagallo, Luiz Felipe Scolari, Carlos Alberto Parreira y Tele Santana lo hicieron antes. Sin embargo, Tite no consiguió su gran sueño: ser campeón del mundo. Bélgica en 2018 y Croacia en 2022 cortaron el camino de Brasil. Solo unos pocos días después de caer ante los croatas en la tanda de penaltis, el técnico puso punto y final en diciembre de 2022 a su larga etapa en la selección.
Tite aspira ahora a volver a la dirección de clubes, apartado en el que reúne una larga experiencia y éxito. Entrenó a Gremio, Internacional, Sao Caetano, pero, sobre todo, se recuerda su etapa con Corinthians, equipo al que llevó a ganar la Copa Libertadores y el Mundial de Clubes de la FIFA contra el Chelsea en 2012 (abajo, en el vídeo la Clase Magistral de ese partido). Esta fue la última vez que un club sudamericano venció a un club europeo en esta competencia.
Inspirado por Enio Andrade (tres veces ganador de la Liga brasileña), Luiz Felipe Scolari y Carlos Froner, Tite también es conocido por sus enfoques de estudioso del fútbol y acercamiento con otros entrenadores para conocer nuevos conceptos. Como en 2014, cuando viajó a Madrid para pasar tiempo con Carlo Ancelotti, por entonces en el Real Madrid. De ese contacto con el técnico italiano asegura que aprendió a ser "más directo" con sus jugadores, "más preciso" en la preparación de los partidos y a hacer jugar a su equipo con el estilo más rápido e intenso de las principales ligas europeas. Conceptos que Tite ha aplicado en todos sus equipos, como también en la selección brasileña. ¿Cuál será el siguiente club en el que aplicará su táctica y sistemas?
Estilo de juego
Gran parte del éxito de Tite como entrenador proviene de la calidad de sus sistemas defensivos. Fue uno de los primeros, junto con Mano Menezes, en adoptar el marcaje zonal en Brasil. También es conocida su línea defensiva de cuatro jugadores muy estrecha (abajo, con Corinthians), empleada en el sistema 4-1-4-1. Los laterales y los centrales deben jugar siempre en línea, compartiendo espacio y ritmo por delante del área para mantener el fuera de juego del delantero rival.
A su llegada como seleccionador de Brasil en 2016 introdujo métodos de entrenamiento modernos y una mentalidad ofensiva, obteniendo excelentes resultados: Brasil sólo perdió un partido antes de la Copa Mundial de la FIFA 2018, un amistoso contra Argentina.
Junto con los resultados, el fútbol ofensivo fue la buena noticia. Entre 2016 y 2017, Brasil tuvo una circulación rápida que causó mucho daño a los oponentes. En la posesión, el sistema se basaba en triangulaciones cortas: en el ala derecha, Dani Alves se unió a Willian y Paulinho. En el ala izquierda, Renato Augusto conectaba con Neymar y Marcelo (abajo). Un equipo completado por el papel de Casemiro, quien, al igual que en el Real Madrid, se desempeñaba como mediocampista defensivo.
En el once titular, uno de los jugadores más importantes para Tite era Paulinho. Antiguo mediocampista del Barcelona, reunía resistencia y un gran poder de penetración en los espacios vacíos del campo. Después de un hat-trick contra Uruguay (amistoso el 23 de marzo de 2017), el seleccionador decidió que el mediocampo ideal lo formarían él, Casemiro y Renato Augusto. Tres jugadores que combinaron inteligencia, resistencia y pases cortos en la idea de hacer circular el balón en triangulaciones.
Sin embargo, todo cambió cuando Philippe Coutinho firmó por el Barcelona desarrollando desde entonces un rol más central, y Renato Augusto se lesionó antes del Mundial 2018.
Su once titular fue desmantelado, y Tite tuvo que buscar nuevas alternativas. La primera fue un enfoque más defensivo. En la victoria por 1-0 sobre Alemania a principios de 2018, Brasil tuvo menos posesión y mostraba una línea defensa compacta y estrecha (como en su etapa en Corinthians). La marcación zonal era una realidad en todo el mundo, pero era la primera vez que Brasil tenía un equipo nacional con este enfoque.
La otra alternativa fue jugar con Coutinho en el mediocampo, pasando a un sistema 4-1-4-1. De este modo, y sin los pases cortos que Augusto (apenas jugó unos minutos en el Mundial) proporcionaba, Brasil se convirtió en un equipo más vertical, pero con menos elaboración en el juego (abajo).
Para complicar las cosas, el Mundial de Rusia mostró a equipos con sistemas defensivos tan estrechos y cerrados que Tite necesitó cambiar un poco su estilo de juego y apostar por un juego más posicional para superar las defensas rivales.
Eso llevó a Willian y Neymar -a veces Marcelo- a mantenerse abiertos, y a Coutinho y Gabriel Jesus a jugar entre líneas. Así, Brasil tuvo mucha posesión, pero también dificultades para superar sistemas defensivos sólidos, como ocurrió ante Costa Rica y México, y en la derrota en cuartos de final contra Bélgica.
Copa América 2019
Tite tuvo que repensar su equipo para afrontar su segundo reto con la Selección, añadido a la presión de que la Copa América se disputaba en Brasil por primera vez desde 1993.
Manteniendo el 4-1-4-1, con un ataque posicional y un estricto sistema de marcaje zonal, encontró un equipo donde Dani Alves -después de no estar en el Mundial por lesión- actuó como lateral sin balón, pero como centrocampista en fase de posesión (abajo). Alves articuló las jugadas de ataque con Arthur Melo y conectó en largo con Everton, Gabriel Jesus y Firmino, quienes dieron más movilidad y espacios en el ataque. El resultado fue un éxito tanto en juego como en resultado, con el triunfo de Brasil en la competencia.
El mediocampo y Neymar
A pesar del triunfo en la Copa América 2019, Tite tuvo que resolver algunas dudas en la selección. La principal estuvo en el medio del campo, donde buscó un centrocampista con capacidad para dirigir el juego y llegar al área rival. Y es que hasta 2019, ninguno de los jugadores utilizados tuvo continuidad en el once.
Uno de esos nombres fue Arthur (abajo), comparado con Andrés Iniesta y Xavi Hernández por su habilidad y control del balón, pero con dificultades para ser más fluido y ocupar el campo rival en ataque. Bruno Guimaraes (Newcastle) y Allan Marques (Al-Wahda) también fueron puestos a prueba en este rol, como Lucas Paqueta (West Ham), quien no tuvo una buena actuación en sus internacionalidades. Mientras trató de buscar ese perfil, Tite mantuvo la idea por la que apostó en la Copa América, es decir, jugar con los presentes en medio campo en fase ofensiva y recorrido de área a área.
Por otro lado, el seleccionador debió gestionar la ascendencia de Neymar en el grupo para alcanzar el máximo rendimiento del jugador del jugador brasileño en la Selección, y dar entrada a jóvenes jugadores como Renan Lodi, Everton Soares (ya con una importante presencia en Copa América), Rodrygo Goes y Vinícius Junior. Solo Vinícius se consolidó como jugar importante en el equipo.
Durante su mandato en Brasil, Tite debió resolver todos esos problemas señalados en poco tiempo. Algo, por otro lado, a lo que ya estaba acostumbrado. Durante casi cinco años en Corinthians, probó al menos cinco sistemas diferentes.
Entre 2008 y 2009, a cargo de Internacional, creó dos equipos diferentes, incluso utilizando por primera vez un 4-3-1-2 que permitió a los atacantes gran fluidez y cambio de posición en el ataque. Y en pocos meses en el Palmeiras salvó al club del descenso con un 3-4-2-1, haciendo que a los 37 años Edmundo Alves volviera a ser protagonista de cara a la portería. Todo lo señalado nos hace ver a Tite como un entrenador que sabe reinventarse a sí mismo, y a sus equipos también.
Redacción: Héctor García