chemo del solar
Club Deportivo Universidad César Vallejo, 2018-2022
Me sentía más entrenador que jugador en mis últimos años sobre el césped.
En Universitario de Lima, con Ángel Cappa en la dirección del equipo, hubo muchos momentos de los partidos donde yo ordenaba a mis compañeros de campo dónde colocarse. Por ejemplo, que el delantero más alto del equipo que se pusiera a mi lado en el mediocampo —yo jugaba de pivote—, para despejar todos los balones que llegaban por arriba.
La formación para ser técnico la hice en España, en la academia del Villarreal, gracias al presidente del club, Fernando Roig. Yo había conocido años antes a su hermano en el Valencia, Paco Roig, quien era el presidente del equipo en la etapa que yo estuve ahí.
Estuve tres años trabajando en las categorías menores del Villarreal, desde 2002 a 2005. Pasado ese tiempo, sentí que quería ir al fútbol profesional, y más aún con la oferta que me llegó desde Sporting de Cristal en Perú.
Pasar a un banquillo como director técnico no me resulto extraño. Pero sí lo fue desenvolverme de cara a un grupo, porque no es lo mismo estar a un lado, como cuando eres jugador, que ser tú la persona que le habla a 28 tipos. Eso al principio cuesta.
Salvo si eres alguien como Jorge Valdano y tienes la facilidad de palabra que él tiene. Jorge, lo viví en el Tenerife y Valencia, te convencía fácilmente desde la palabra.
No obstante, todo forma parte del proceso y al final acabas aprendiendo a hablar al grupo según avanza el tiempo.
Después de Sporting, tomé una mala decisión en 2007: agarrar la selección de Perú muy joven. En los últimos treinta años de la Selección, no habido un entrenador tan joven al frente de la selección. Yo tenía entonces 39 años.
"Con 54 años solo quiero mirar hacia adelante, sin marcarme objetivos o metas que no sabes si llegarán"
La agarré porque me dije a mismo que clasificaría a Perú para el Mundial de 2010. Estaba seguro de que sería capaz de hacerlo, a pesar de que Perú llevara mucho tiempo sin lograrlo. Sin embargo, no medí todo lo que suponía tomar la selección. Sobre todo, qué supondría entrenar a muchos futbolistas que habían sido compañeros míos como jugador.
No todos saben diferenciar la relación que tienes con un compañero a la que debes tener con el entrenador. Y eso se confunde.
Sinceramente, no estaba preparado para asumir tremendo reto como era la selección.
Pasado ese capítulo, cambié la manera de ver las cosas, para tener una carrera como entrenador más pausada. Sin decisiones precipitadas. Por eso estoy contento con el período de más de cuatro años que he pasado en César Vallejo. Un equipo que juega el fútbol que a mí me gusta, con el balón sobre el césped y tratando de dominar los partidos a través de la posesión y de ser ofensivos.
También ahora me siento un entrenador más tranquilo en la gestión del grupo. Antes era muy drástico. No había tonos grises. Todo era blanco o negro. Si un jugador cometía una indisciplina, lo borraba. Hasta lo echaba del club si podía. Me pasó en la selección de Perú.
"Llegamos al vestuario del Ramón Sánchez-Pizjuán, el estadio del Sevilla, y nos encontramos sal rociada por todas partes"
Ahora ya no solo hay blancos o negros. También hay grises. Y con mi experiencia y edad tengo una misión: educar y enseñar al futbolista. Si un jugador joven comete un error, lo agarro como si fuese mi hijo y trato de educarlo para que sea un buen profesional.
Pero no me gusta mucho mirar atrás para saber si debería haber hecho algo distinto como técnico. Lo hecho, hecho está. Con 54 años solo quiero mirar hacia adelante, sin marcarme objetivos o metas que no sabes si llegarán, ni cambiar nada en función de las circunstancias que tengas alrededor o el rival que tenga enfrente.
Eso lo aprendí de Valdano. Recuerdo bien uno de esos momentos, en mi etapa en el Tenerife. Llegamos al vestuario del Ramón Sánchez-Pizjuán, el estadio del Sevilla, y nos encontramos sal rociada por todas partes.
Eso en Sudamérica, al igual que en España, es sinónimo de mala suerte. Alguien te la está deseando.
¿Y quién fue?
Bueno, nosotros sabíamos de dónde venía. Venía del banquillo del Sevilla. Equipo con Carlos Bilardo al frente. Jorge Valdano, nuestro entrenador, gritó al encontrarse con eso. No te voy a decir lo que gritó, pero sí te voy a contar lo que nos dijo después a los jugadores: “Seguramente habrán puesto micrófonos acá y nos están escuchando”.
"ahora soy un entrenador más pausado, ya no es solo blanco o negro, también hay grises"
Parece algo increíble, pero así fueron los partidos que viví con el Tenerife ante el Sevilla. Partidos que tomaron los titulares de la prensa en España porque se enfrentaban Jorge, discípulo de la escuela de César Luis Menotti, y Bilardo. Y ya sabes la rivalidad que hay entre Menotti y Bilardo…
Sin embargo, dentro del equipo, la semana previa a esos duelos contra el Sevilla de Bilardo eran de total normalidad por parte de Jorge. También los partidos. No varió nada por tener que enfrentarse a un equipo dirigido por Bilardo.
Todo era igual que en otro partido cualquiera. Todo seguía la misma línea. Jorge tenía su idea y un estilo, por encima de todo. Ya fuera el Sevilla de Bilardo, el Barcelona de Johan Cruyff o el Real Madrid en el Santiago Bernabéu.
Lo importante no era el rival, sino nosotros. Y en ese nosotros, estaba la manera en cómo debíamos jugar. Siempre con la intención de hacer un buen fútbol. Asociativo, con dominio de la pelota y el mando del partido, por señalar algunos de los muchos principios de ese Tenerife.
Lo entendimos los jugadores. Pero también, y para mí lo más importante, lo entendió la afición.
"como dice guardiola, En el fútbol, muchas veces, cuanto más rápido quieres ir hacia adelante, más rápido vuelve el rival"
A mi llegada al equipo, si dabas un pase atrás, porque veías la típica situación donde no tenía mucho sentido continuar hacia adelante, la afición del Heliodoro Rodríguez López pitaba.
Cinco meses después, y en la misma acción —volver el balón atrás—, la afición te aplaudía.
¿Por qué ese cambio? Porque la gente llegó a entender lo que pretendía Jorge para el equipo.
Pero son maneras de ver el fútbol por parte de cada entrenador. No hay dos iguales, como tampoco hay una idea buena y una mala. Todas son válidas si el técnico está convencida de ella.
Me ocurrió con Claudio Ranieri, quien sustituyó a Jorge en el Valencia allá por 1997. Jorge había firmado por el Valencia y pidió mi contratación. Sin embargo, su etapa no duró lo esperado y salió en septiembre de 1997 del equipo.
No se me olvida un entrenamiento en sus primeros días de trabajo. En el clásico partido de entrenamiento que se hace en mitad de semana.
Yo recibí el balón en mitad de la cancha y, como veía todo muy poblado por delante, me giré atrás y jugué con el portero. Pero ahí Ranieri saltó como una chispa. Paró el partido y tocó el silbato, al mismo tiempo que se dirigía hacia mí.
“¿Qué haces?”, me preguntó.
Yo entonces me expliqué. Le dije que estaba jugando para atrás para iniciar una nueva jugada y girar el juego al otro lado.
“Pero ¿cómo que hacia atrás?”, me gritó Ranieri.
"De todos los entrenadores que tienes como jugador, aprendes. Yo me siento muy influenciado por Jorge, pero también agradezco haber trabajado con Ranieri"
Yo le insistí en mi idea: “Entrenador, había mucha gente por ese lado y si seguíamos por ahí, íbamos a perder la pelota”. En el fútbol, muchas veces, cuanto más rápido quieres ir hacia adelante, más rápido vuelve el rival. Esa es una reflexión que utiliza mucho Pep Guardiola y con la que estoy muy de acuerdo.
Sin embargo, mi explicación no convenció a Ranieri.
Él lo veía de otra manera: “No ‘Chemo’. El fútbol se juega para adelante, no para atrás”.
Todo esto, con voz enérgica. Ya te puedes imaginar cómo puede ser Ranieri en esos momentos. Claro está, yo no iba a ponerme a discutir con el entrenador. Por respeto, pero también porque Ranieri, al margen de eso, me caía muy bien. Tenía una muy buena relación con él, aunque viéramos el fútbol de otra manera.
De todos los entrenadores que tienes como jugador, aprendes. Yo me siento muy influenciado por Jorge, pero también agradezco haber trabajado con Ranieri. O con Cappa o Juanma Lillo.
Lillo fue mi entrenador en el Salamanca. La persona que me impulsó a jugar para él fue Jorge.
"jorge, ranieri, lillo, cappa, toshack... hay algo que me quedo de ellos por encima de todo, Y es que nada, ni nadie puede alterar tu idea"
Dos entrenadores muy parecidos. Quizás Lillo un poco más robotizado que Jorge, en el sentido de que Jorge te daba un poco más de libertad, y con Lillo te movías como la ficha de un ajedrez.
Así, si con Jorge pisaba el área veinte veces por partido, él no me decía nada. Lillo, sin embargo, me decía que no fuera veinte veces al área rival, sino que fuera menos y guardara más la posición. Pero al margen de eso, los dos son entrenadores del mismo estilo.
John Benjamin Toshack también tenía una idea de un fútbol muy ofensivo, como la de Jorge, Cappa o Lillo, pero con otras maneras de llevarla a cabo. Trabajé con John en el Besiktas de Turquía. Un entorno muy bravo para jugar al fútbol.
Como te dije, de todos mis entrenadores aprendí. Pero para mí hay algo, muy por encima, de lo que me quedo de ellos. Y que yo hoy día, incluso, lo aplico si cabe aún con más fuerza después de todo lo que he vivido como entrenador.
Y es que nada, ni nadie puede alterar tu idea. Ni siquiera si al técnico rival le da por llenarte tu vestuario de sal para intentar desconcentrar a tu equipo antes de un partido.