Eva Olid
Hearts Femenino, 2021-Presente
Los tres primeros meses fueron difíciles.
Había llegado a Escocia para ser la entrenadora del Hearts, pero en ese momento pensaba: "¿En qué me he metido?". Fue muy duro, estaba sola y no estaba siendo yo misma.
Mi jefe de entonces me dijo: "¿Dónde está la Eva que vimos en la entrevista? La que tiene pasión y conocimientos. Queremos a esa Eva".
Esa conversación me hizo cambiar, porque no quería perder la oportunidad.

Había trabajado muy duro para llegar hasta allí, porque no tenía la ayuda que quizá otras entrenadoras tienen por haber jugado en equipos top, o contactos que les ayudaran desde el principio. Tuve que empezar desde abajo.
Durante mi infancia, siempre hubo fútbol en casa. Mi padre era un fanático del fútbol, y cada fin de semana veíamos cuatro o cinco partidos juntos. A medida que crecía, me iba obsesionando cada vez más, estudiando el juego.
Teníamos un libro de la Liga española con información sobre cada equipo y lo estudié hasta que lo me lo sabía todo. Empecé a jugar con chicos a los siete años, y a los diez le dije a mi padre que quería jugar con chicas. En nuestra ciudad —Sabadell, en Cataluña— teníamos un buen club femenino. El primer equipo estaba en primera división, y de ahí han salido excelentes jugadoras, como Alexia Putellas, una de las mejores del mundo.
"Había llegado a Escocia para ser la entrenadora del Hearts, pero ahora pensaba: '¿En qué me he metido?'"
Después de unos años jugando en Sabadell, tuve que decidir si me centraba en jugar o en estudiar. No ganaba dinero por jugar al fútbol y estaba sacrificando mucho por jugar: tiempo y dinero. En aquel momento, el club no tenía recursos. Así que había que pagarse los viajes e incluso el chándal del club.
Decidí centrarme en la universidad, para convertirme en profesora. Pero mi pasión por el fútbol siempre estuvo ahí. Seguía obsesionada con ver y analizar los partidos cada fin de semana.
En aquella época, la imagen que la gente tenía de cómo era una entrenadora de fútbol no era exactamente la mía. Si eras muy femenina, la gente pensaba que no podías ser entrenadora de fútbol. Iba a los campos y me decían: "¿Eres la fisioterapeuta? ¿Por qué entrenas?". No me tomaban en serio. Pero cuando alguien me dice que no puedo conseguir algo, quiero hacerlo aún más.

Empecé a ser entrenadora muy joven, a los 26 años, con el Sant Quirze de la tercera división femenina en España. Fue un reto, porque yo era muy seria y estaba centrada en convertirme en entrenadora profesional de fútbol. Sin embargo, las jugadoras estaban allí para divertirse.
Aun así, tuvimos una primera temporada muy buena, y terminamos en la mejor posición de la historia del club en la liga. Le pregunté al club: "¿Cuáles son vuestras ambiciones?" Podemos subir a segunda división, que es una división realmente buena. Pero no les interesaba, ya que supondría más viajes y haría falta más dinero.
Así que, en busca de un nuevo reto, me fui a entrenar a la academia de chicos del Sant Cugat FC, la tercera mejor academia de Cataluña, después del FC Barcelona y el Espanyol. Fue una experiencia diferente en la que aprendí mucho. Había mucha técnica de entrenamiento para los chicos, más que táctica. Eso me resultó muy útil.
"Seguía obsesionada con ver y analizar los partidos cada fin de semana"
En Sant Cugat trabajamos mucho en entender el juego. Utilizábamos colores que los chicos tenían que identificar durante el juego —girar la cabeza y escanear todo el tiempo, ver antes de recibir—, lo que ayudaba mucho en la toma de decisiones básicas.
Incluso ahora, que trabajo con jugadoras profesionales, hay cosas básicas que he tenido que enseñar a las futbolistas del primer equipo, y que había enseñado a los chicos en Sant Cugat. Por ejemplo, la forma correcta de perfilarse. Eso es triste, porque significa que nadie les enseñó esas cosas básicas a las mujeres cuando eran más jóvenes. Afortunadamente, las chicas que crecen jugando al fútbol ahora tendrán más conocimientos sobre estos fundamentos.
Pasé unos años en la academia masculina. Me ofrecieron grupos de mayor edad, querían que me quedara. Pero tuve que pensar en lo que quería, y decidí que eso sería luchar por el fútbol femenino, para ayudar a cambiar las cosas para mejorarlas.

Sabía que las jugadoras necesitaban entrenadoras profesionales con conocimientos, así que volví a entrenar al equipo de mi ciudad, el Sabadell. Era muy competitivo en las categorías inferiores, porque jugábamos contra el Barcelona y el Espanyol. Después trabajé con el primer equipo, y me convertí en responsable del fútbol femenino, organizando la academia y, como dije, el primer equipo. También entrené a un equipo de jugadoras con necesidades especiales, que fue una de mis mejores experiencias.
Un día, recibí una llamada de una amiga de la universidad, que me dijo: "Mi marido está en Estados Unidos. Conoce a un club que está buscando una entrenadora en Cataluña, porque tienen un equipo femenino que va allí a disputar un torneo".
Era el Houston Dynamo, y aproveché la oportunidad. Les gustó mi forma de entrenar y me ofrecieron ir a Estados Unidos, con mi primer contrato profesional. Fui a entrenar a su academia de Luisiana, donde trabajé con los Sub-19 masculinos y femeninos.
Me sentí muy feliz allí, porque era la primera vez que me levantaba por la mañana e iba a trabajar como entrenadora. Antes de este contrato, tenía que tener otros dos o tres trabajos, además de estudiar y luego entrenar. Ahí, por fin, me centraba solo en entrenar, lo que era un sueño y me abría muchas puertas.
"Empecé a ser entrenadora muy joven, a los 26 años, con el Sant Quirze de la tercera división femenina en España"
Luego llegó el Covid. Antes de la pandemia, tenía más ofertas en Estados Unidos, pero los proyectos se cerraron a causa del virus. Con las restricciones para viajar, no quería arriesgarme a no poder ver a mi familia durante mucho tiempo, así que cancelé los vuelos que había reservado. Fue una época difícil para todos, y para mí un periodo complicado sin fútbol.
Cuando todo empezó a ir mejor empecé a trabajar en la Asociación Catalana de Fútbol, trabajando en la metodología y coordinando todos los equipos de la asociación. También estuve en contacto con el entrenador del Celta Femenino, Fran Alonso. Cuando trabajaba en el Lewes, de la Championship inglesa, fui a ver cómo trabajaba, e hice lo mismo cuando estuvo en el Celtic. Le gustaron mis ideas futbolísticas y un día me llamó para decirme que el Hearts buscaba una entrenadora. Así que les envié mi CV y mi solicitud.

Me pidieron que preparara una presentación con mi metodología, idea de juego, todo. Después de explicar todas mis ideas —y 100 cosas más— me ofrecieron el trabajo. Acepté, pero no llegué hasta el siguiente mes, por problemas con el visado relacionados con el Brexit. Fue un mes de locos intentando solucionarlo, y la pretemporada ya había empezado.
Así que al principio fue difícil. Las jugadoras eran jóvenes y no sabían nada de fútbol. Yo pensaba: "¿Dónde estoy?" Pero a partir de ahí cambié la mentalidad.
Empezamos a entrenar cinco días a la semana. Trabajábamos mucho la técnica y aprendíamos lo básico antes de trabajar la táctica.
El año anterior a mi llegada, el club había quedado último, pero no descendió a causa de Covid. Así que el objetivo de mi primera temporada era la permanencia, y lo conseguimos. Al empezar la segunda temporada, pedí un poco más de dinero al club. No demasiado, sólo un poco para empezar a hacer algunos contratos pequeños.
"Al principio fue difícil. Las jugadoras eran jóvenes y no sabían nada de fútbol. Yo pensaba: '¿Dónde estoy?' Pero a partir de ahí cambié la mentalidad"
Con eso y mucho trabajo, la temporada siguiente acabamos cuartas. Fue una locura, como ganar la liga para nosotras, porque los tres primeros en la tabla tenían presupuestos mucho mayores.
La temporada pasada, 2023/24, volvimos a acabar en cuarto lugar, pero además alcanzamos por primera vez la final de la Copa de Escocia. Llegamos a ese partido contra el Rangers en Hampden Park con ocho lesionadas, y alineando jugadoras de 15 años.
Queríamos ganar, pero competíamos contra un Rangers con jugadoras jóvenes y que prácticamente no habían jugado en toda la temporada. Pero fuimos competitivas, y con el 1-0 y el tiempo cumplido nos lanzamos al ataque, al ataque, al ataque. Por desgracia, encajamos un segundo gol, pero no fue un partido con una gran diferencia entre los equipos. Fue otro hito para el club.

Nuestro objetivo ahora es luchar con los tres grandes de la Premier League femenina escocesa: Glasgow City, Rangers y Celtic. Todavía queda mucho fútbol por delante, pero llegar a Navidad (diciembre de 2024) a un punto del segundo clasificado, el Rangers —cuando lo normal sería que nos llevara 20 de ventaja—, fue una mejora enorme.
En la Copa, jugamos un gran derbi de Edimburgo contra el Hibernians en la tercera ronda y ganamos 1-0. Eso llegó después de nuestra mejor noche de la temporada de liga hasta la fecha, cuando superamos tácticamente al Hibs y ganamos 4-0 en Easter Road. Luego llegó la primera victoria de nuestra historia contra el Celtic, en un partido en el que teníamos un plan realmente ofensivo.
En diciembre, contra el líder de la liga, el Glasgow City, empatamos a cero. Teníamos un plan de juego realmente valiente, marcando individualmente arriba. En ataque jugábamos con un 3-5-2, pero fijando con cuatro, con las laterales altas y dos delanteras. Fuimos a ganar el partido, pero empatamos a cero.
"Con el Hearts, sería un gran paso jugar en una competición europea y ganar una copa"
Mi obsesión es cómo superar las primeras líneas de presión. Para ello, en la pretemporada, siempre empiezo a trabajar en la salida del balón desde la portera e insisto en que mis jugadoras sepan jugar bajo presión. Mis porteras tienen que ser buenas con los pies, porque son una jugadora más, que nos da un más uno o un más dos en la salida. Los equipos nos presionan mucho arriba por nuestro juego combinativo, pero la portera nos da esa jugadora extra. Queremos atraer la presión porque así podemos superar esa primera línea, para luego jugar a espaldas.
Cuando un equipo está bien organizado, en un bloque medio o bloque bajo, nos resulta difícil, porque es más complicado jugar entre líneas. Así que tenemos que trabajar más en atacar desde zonas amplias y hacer cambios de juego.
También trabajo mucho con la combinación del tercer hombre. Es decir, cuando atraes la presión y hay una jugadora libre, pero no puedes jugar directamente hacia ella, utilizamos a una jugadora de la siguiente línea para que conecte con la jugadora libre entre líneas.
También trabajamos mucho la creación de espacios y en buscar que mis jugadoras tengan confianza para jugar bajo presión.

Nuestras mediapuntas son clave para la construcción de juego, porque el 90% de las veces las pivotes del mediocampo están marcadas, así que queremos tener más recepción por parte de la segunda línea. Por ejemplo, conectamos con la mediapunta bajo presión y entonces una pivote hace un doble movimiento, atrayendo a su marcadora, y luego yendo y recibiendo de la mediapunta en el espacio. O, a veces, la mediapunta puede recibir en el espacio entre líneas sin presión, y luego se puede girar.
En la 2024/25 hemos jugado por primera vez con un 3-4-3, que surgió de forma natural al pensar en cómo crear los espacios y las superioridades. Si quieres fijar a las cuatro defensas rivales, necesitas al menos tres jugadoras. Puede ser una delantera y las mediapuntas, pero en mi caso, lo hago con la delantera y las laterales altas para dar amplitud. Cuando haces esto, puedes tener una más dos —la portera y otro jugadora— en la zona de creación.
Con nuestras mediapuntas y el posicionamiento de las pivotes juntas, creamos una línea de pase con las mediapuntas y las centrales anchas. A veces, las mediapuntas también pueden desplazarse para generar superioridades, pero tienen que trabajar juntas y necesitamos dar pases cortos. No queremos distancias enormes, porque si perdemos el balón podemos presionar juntas. De lo contrario, dejaremos muchos espacios para la transición del rival.
"Algún día quiero entrenar en la Liga de y, a más largo plazo, con una selección nacional"
Siempre se lo explico a mis jugadoras: ""Permaneced juntas, cerca la una de la otra, pases cortos. Mantenemos la amplitud y podemos cambiar el juego hacia la jugadora que tenemos en el pasillo opuesto, que nos está dando amplitud. ¿Pero las demás? Tenemos que estar cerca las unas de las otras. Entonces, si perdemos el balón, podemos aplicar una presión tras perdida, y no dejar espacios para el contraataque". Es un mensaje clave que hay que transmitir a las jugadoras.
Aunque nos gusta superar la primera línea de presión, si el rival viene alto y el espacio está a espaldas jugamos al espacio. Pero siempre enviamos los balones largos con intencionalidad. Primero creamos el espacio y tenemos una corredora; normalmente la lateral, o la mediapunta con un movimiento en diagonal, o la delantera con un movimiento diagonal desde el pasillo central. Todo se hace con intencionalidad.

Con el Hearts, sería un gran paso jugar en una competición europea y ganar una copa. En cuanto a mí, siempre quiero que el fútbol esté presente en mi vida, y que crezcan los proyectos que apoyan al fútbol femenino. Está creciendo mucho, pero aún necesitamos un empujoncito más.
Algún día quiero entrenar en la Liga de Campeones y, a más largo plazo, con una selección nacional. Ésos son mis sueños.

Eva Olid