JOSÉ PERKERMAN
Seleccionador de Venezuela, 2021-2023
Venezuela fue el tercer paso de selecciones para José Néstor Pekerman, quien ya dirigió a Argentina (2004-2006) y a Colombia (2012-2018). Técnico con una destacada relación con el Mundial: llegó a cuartos de final con Argentina en 2006 y clasificó a Colombia para el de 2014, acabando así con 16 años de ausencia de los cafeteros en la cita mundialista.
Una cita donde la selección sudamericana firmó su mejor actuación en esta competición, con un quinto puesto. La Colombia de Pekerman también estuvo presente en la edición de 2018 en Rusia, donde cayó por penaltis en los octavos de final ante Inglaterra.
Sobre esa dilatada experiencia del entrenador argentino, Venezuela, selección que todavía no ha jugado ninguna fase final del Mundial, esperaba construir su futuro. “Siento que estoy en el lugar correcto. Nos encontramos en una idea en común: dejar huella”, señaló entonces el seleccionador de la ‘Vinotinto’.
Estilo de juego:
Pekerman es un entrenador con alta capacidad de adaptación al entorno de trabajo y futbolistas. Esto le hace ser consecuente en todas sus decisiones para mejorar el equipo en el que se encuentra. Le acompaña también una gran vocación formadora que facilita la llegada de jugadores jóvenes a las selecciones absolutas, como así ocurrió en Argentina y Colombia.
Precisamente sobre ese último punto, el entrenador argentino dejó como gran legado en la selección de Colombia la implantación de una metodología propia desde las categorías inferiores hasta la absoluta. Una estructura de trabajo que facilita la llegada de nuevos y jóvenes jugadores a lo más alto. Todo en relación con el propio proceso evolutivo de cada futbolista, pero también dotándoles de una identidad colectiva.
Su perfil didáctico, además, le hace estar implicado en dotar al jugador de recursos y ofrecerle las herramientas necesarias para conseguir el éxito. James Rodríguez puede que sea el máximo exponente en su trabajo con Colombia. Fue su jugador referencia, facilitándole la llegada a la Selección, afianzándolo y abriéndole el camino al éxito.
Diferentes dibujos
A nivel general, no es un entrenador que se le identifique con un modelo de juego y sistema definido, pero sí tiene conceptos muy arraigados que le hacen reconocerse como un entrenador al que le gusta el juego pausado, elaborado y canalizado principalmente en zonas interiores.
Los equipos de Pekerman han utilizado distintos esquemas en función de los jugadores, como también de los rivales.
En la selección de Argentina, las transiciones rápidas eran destacadas. Partiendo desde un 4-3-1-2 que, por momentos, variaba a 4-4-1-1 con un enlace, generador de juego y definidor, que habilitaba a la espalda del delantero.
Los ataques eran incisivos y persistentes, utilizando diferentes caminos para llegar a zona de finalización debido a la versatilidad de sus estructuras. Posteriormente, ya en Colombia, Pekerman pasó al 4-4-2 en rombo (abajo) o 4-2-3-1 y 4-4-2 escalonado con James Rodríguez y posteriormente Juan Fernando Quintero como enganches.
En fase ofensiva, el entrenador argentino utiliza un estilo de juego en ataque combinado. Siempre intentado dominar al rival y, sobre todo, imprimiendo el ritmo del encuentro a través de la posesión del balón.
En la Albiceleste, Pekerman logró engrandecer la figura de Juan Román Riquelme como enganche. La estructura de ataque formada por Javier Saviola y Hernán Crespo realizaba continuos desmarques de apoyo, como también de ruptura. Una movilidad que facilitaba a Riquelme encontrarse con opciones de asociación claras para continuar la fase elaboración de ataque.
Por su parte, los laterales, Juan Pablo Sorín y Javier Zannetti, ganaban profundidad sobre los carriles exteriores. Esto le permitía a Argentina generar una estructura compacta junto a la línea medular. Una ejecución que generaba superioridad numérica ante los rivales, generando continuos espacios que desajustaban los dispositivos defensivos rivales.
Colombia, mientras tanto, fue un equipo con variabilidad en su ritmo de ataque. Siempre buscando aumentar las posibilidades de encontrar los caminos libres que generaba el rival en su desarrollo. Así accedía a la portería rival y conseguía batirla.
La principal arma de la selección cafetera fue el manejo de las estructuras interiores a través de la generación triángulos de asociación.
Variación del modelo de ataque
Sobre el 4-4-2, Pekerman consiguió estabilizar y afianzar a la selección de Colombia en el camino hacia el Mundial de Brasil 2014. Lo hizo en un primer momento sin extremos y con dos delanteros con gran presencia en el área rival. Estos dos jugadores debían ser jugadores verticales y rápidos.
En el trascurso de los clasificatorios y con la incorporación de laterales de perfil ofensivo, Colombia pasó a explotar más el juego exterior. Dando importancia a esos laterales en ataque que ampliaban los espacios interiores y las distancias de las líneas defensivas rivales.
De ese modo, ganó en protagonismo el segundo delantero, que ayudaba con su movilidad en zonas intermedias a los centrocampistas. Al mismo tiempo que sorprendía en zona de finalización con sus desmarques de ruptura o tiros exteriores.
Los desmarques de apoyo y atracción de las marcas de los extremos eran básicos para facilitar el desmarque de ruptura en profundidad del lateral (abajo). A partir de esa intención táctica, y ya en campo rival, el objetivo era evitar pérdidas innecesarias y generar superioridades numéricas y posiciones favorables en zona de finalización.
La conexión James-Falcao
Para el Mundial de 2018, Colombia mutó al 4-2-3-1, donde aprovechó los movimientos ofensivos que ofrecían James Rodríguez, Quintero y Juan Cuadrado, jugadores que generaban superioridades numéricas y posiciones en zona de creación que aclaraban las situaciones posteriores cerca del área rival, desarrolladas con la velocidad y cohesión entre ellos.
A la vez, Radamel Falcao se ocupaba de fijar a los centrales y rematar todo centro lateral y posibles segundas jugadas. La conexión entre James y Falcao (abajo) era la principal estructura en transición ofensiva de Colombia, una vez que llegaba a fase de finalización. Los movimientos cohesionados entre ellos detectaban los espacios libres para ocuparlos y aprovecharlos de una manera efectiva.
Asimismo, la movilidad de James como volante interior era la clave táctica que sorprendía a los rivales al no ser un jugador móvil, pero sí con participación en creación y finalización.
Por otro lado, el entrenador argentino evolucionó en las jugadas a balón parado, desarrollando un amplio abanico de estrategias que ha tenido un mayor impacto en sus equipos. La prueba de esto fue en el Mundial 2018, donde Colombia marcó 3 de sus 6 goles en estas acciones.
Fase defensiva y presión:
Argentina destacaba por su solidez defensiva, con un bloque muy equilibrado en los momentos sin balón. Cabe señalar que en la reorganización del equipo tenían gran protagonismo los dos interiores. Estos eran jugadores encargados de ocupar y ajustar los espacios libres que generaban los dos laterales. Para ello, realizaban continuos desdoblamientos defensivos compuestos.
Ya con la selección colombiana, su organización defensiva y su posicionamiento se asentó sobre un 4-4-2. Este sistema era ejecutado sobre una defensa en zona, utilizando -en momento puntuales y rivales concretos- a sus pivotes en el mediocampo como grandes canalizadores del juego ofensivo en zona de creación.
Su primera línea defensiva era la formada por los dos delanteros, quienes buscaban evitar generar espacio interior relevante por donde pudiera evolucionar el ataque rival (abajo). Así, la principal intención de los atacantes colombianos en la presión era orientar hacia los carriles exteriores con la ayuda de la segunda línea.
Cuando lo conseguían, el interior más cercano a la jugada acosaba al receptor del balón sobre el exterior. Esto mientras el pivote iba al encuentro de su homólogo rival al ser un potencial receptor.
En este sistema también se ejecutaban otros movimientos, ubicándose el otro interior en la vigilancia sobre su par y en posible cobertura del pivote que había saltado a la presión. Esto mientras el extremo opuesto era el encargado de realizar el balance defensivo para cerrar el pasillo interior en diagonal.
Ese 4-4-2 fue el sistema más utilizado por Pekerman con Colombia, mutando también en función del rival al 4-2-3-1 en fase defensiva. En ese caso, James Rodríguez era el jugador posicionado entre líneas, agrupándose con el delantero cuando el rival iniciaba el juego desde portería propia.
Movimientos de ajuste
Posicionado en bloque alto, el equipo ejecutaba los acosos sobre el poseedor del balón en los carriles exteriores con una velocidad defensiva adecuada. Por ello, tenían que realizar un movimiento de ajuste los tres jugadores más cercanos a la zona activa: el lateral y los dos centrocampistas interiores.
Los movimientos se ejecutaban en función del desarrollo del rival. Así impedían el avance por zonas interiores y habilitándoles de manera clara líneas de pase sobre la zona débil. Sin embargo, la tarea defensiva de Cuadrado presentaba ciertos desajustes en este tipo de acciones debido a su alternancia de posiciones. Este actuaba tanto de falso extremo como de segundo delantero (abajo).
Debilidades
Uno de los momentos en los que Colombia tenía mayores problemas era en la transición defensiva ante equipos que ejecutaban un contraataque rápido desde campo propio.
En el proceso de reorganización defensiva tras la pérdida del balón en campo rival, los centrales se desajustaban y generaban un espacio importante en la última línea defensiva (abajo).
Un desajuste que no era ocupado mediante un desdoblamiento defensivo compuesto por su pivote o uno de sus mediocentros. Estos jugadores estaban demasiado distantes de los centrales. En este proceso, sus laterales que estaban en ataque tampoco tenían un ajuste posicional por parte de los interiores.
Equilibrar el balance
Por otro lado, las vigilancias ofensivas previas a la pérdida del balón también eran muy distantes, con lo que no tenían impacto sobre primera fase del contraataque rival. Un hecho con consecuencias en el balance defensivo del equipo.
Yerri Mina evitaba realizar achique de espacios sobre el poseedor del balón o posibles receptores. Se replegaba en exceso, protegiendo la portería desde el inicio de contraataque rival.
El otro central intentaba temporizar el balance rival. Pero las de nuevo las distancias entre jugadores y espacios eran grandes, enfrentándose a situaciones de superioridad numérica sin muchas garantías. La consecuencia de esto es que los rivales conseguían llegar a zona de finalización con altas posibilidades de finalización.
A pesar de esos desajustes en algunos momentos, debido principalmente a una clara vocación ofensiva, los equipos de Pekerman mantienen un buen orden y el balance defensivo que le permite tener una estadística muy positiva como entrenador hasta la fecha: 103 partidos ganados, por 45 empates y 45 derrotas.