Sotiris Silaidopoulos
Rio Ave FC, 2025-Presente
Cuando Grecia ganó la Eurocopa de 2004, disputada en territorio portugués, yo estaba en Kos, la isla donde nací.
Jamás podría haber imaginado que, 21 años más tarde, me encontraría en Portugal dirigiendo al Rio Ave FC de la Primeira Liga, enfrentándome a mitos del fútbol como José Mourinho.
Rio Ave fue el lugar donde la selección griega se concentró en ese verano inolvidable de 2004. Para mí eso fue como una señal. La del Rio Ave FC es mi primera experiencia fuera de Grecia. Toda mi carrera como jugador transcurrió en el fútbol griego, donde también comenzó mi trayectoria como entrenador.
La mala suerte hizo que mis años como futbolista estuvieran marcados por varias lesiones. Sin embargo, una de ellas acabó salvándome la vida.

A los 28 años tuve que someterme a una operación en el hombro, pero las pruebas preoperatorias revelaron que tenía algo más que una simple fractura. Los doctores descubrieron que tenía un tumor maligno en la región torácica. Nadie lo esperaba. Durante los seis meses posteriores cambié el fútbol por sesiones de quimioterapia. Fue un shock enorme, pero volvería a pasar por todo eso solo por lo que pude vivir después del tratamiento. El tumor fue extirpado y, felizmente, hoy estoy sano. Me quedo con la perspectiva que me dio esa experiencia.
Empecé a ver la vida con más claridad y dejé de lado las cosas que no importan. Ese periodo moldeó mi personalidad y me enseñó a ponerlo todo en perspectiva en los momentos difíciles.
Otra lección que extraigo de ese capítulo de mi vida es que cualquier cosa es posible si tienes fe y sigues luchando. El fútbol y la vida guardan muchas similitudes, y comparten los mismos valores tanto en el éxito como en el fracaso.
"Para todo entrenador la primera oportunidad a nivel profesional es decisiva"
Seguí jugando al fútbol hasta los 30 años, cuando finalmente perdí la batalla contra mis rodillas. En ese momento ni siquiera pensaba en convertirme en entrenador, hasta que un excompañero de equipo me convenció para que le acompañara a los cursos de la UEFA. Así que a los 32 años asumí el mando del Antagoras Kos, el club de mi ciudad natal, y ganamos dos campeonatos regionales consecutivos mientras yo seguía formándome como entrenador.
Mientras estudiaba para obtener la licencia UEFA A, varios clubes empezaron a interesarse por mí. El Panathinaikos, a través de Ioannis Samaras y Nikos Dabizas —entonces directores de la academia y del primer equipo—, me ofreció hacerme cargo del equipo Sub-16.
Para todo entrenador la primera oportunidad a nivel profesional es decisiva. Yo tuve la suerte de que la mía se diese con Samaras. En el Panathinaikos encontré un ambiente inspirador y, además, tuve en Samaras a un mentor. También trabajé con una generación especial de jugadores que hoy milita en la primera división de Grecia, como Georgios Vagiannidis, Vasilios Zagaritis, Sotiris Alexandropoulos y muchos otros futbolistas.

Los cinco años que pasé en el Panathinaikos fueron esenciales para mi desarrollo como entrenador. Con esa generación de futbolistas ascendí del Sub-16 hasta el primer equipo, donde me convertí en técnico asistente y entrenador interino.
Pero llegar al nivel profesional no es el final del proceso, sino el comienzo de una nueva aventura. El talento te lleva hasta allí, pero es la personalidad lo que te mantiene en lo alto. Por eso, tan importante como formar al jugador es formar al ser humano.
En 2021, el club me ofreció dirigir al recién creado equipo B. Rechacé ofertas de clubes de la primera división griega y acepté la propuesta. Pero, justo antes de empezar la temporada, la dirección cambió de opinión y entregó el cargo a un exjugador del club. Fue frustrante, pero también el comienzo de algo más grande.
"Para entender el éxito que vendría más tarde, hay que remontarse a mis inicios en el club"
Poco después me vino a buscar el Olympiacos, con una propuesta para entrenar al equipo Sub-17. Desde fuera podía parecer que no era un paso natural, pero para mí era la oportunidad de incorporarme a un club gigante, el más exitoso de Grecia.
Con Evangelos Marinakis, el presidente del club, el Olympiacos había creado una estructura organizativa de primer nivel en Europa. Recuperó una mentalidad ganadora que forma parte del ADN del club, reforzada con unas instalaciones de vanguardia y personalidades de relieve como Christian Karembeu and Darko Kovacevic.
Todo empezó con la visión del dueño. No fue casualidad que el Olympiacos se convirtiera en el primer club de la historia en ganar dos títulos de la UEFA, excluyendo Supercopas, en la misma temporada. En la 2023/24 el club conquistó la UEFA Youth League y la Conference League. Tuve la fortuna y el orgullo de participar directamente en ambos logros.

Para entender el éxito que vendría más tarde hay que remontarse a mis inicios en el club. Solo dirigí cinco partidos en el equipo Sub-17 antes de pasar al Sub-19. El plan era desarrollar a una generación de oro.
Junto al club y a José Anigo, director técnico de la academia por aquel entonces, adoptamos una estrategia valiente: subimos al Sub-19 a jugadores con edad para militar en categorías más jóvenes, incluidos chicos de 14 y 15 años. Entre ellos estaban Charalampos Kostoulas, Christos Mouzakitis, Antonis Papakanellos, Theofanis Bakoulas y Stavros Pnevmonidis.
Tras desarrollar a una notable generación de futbolistas en el Panathinaikos, tuve de nuevo la fortuna de trabajar con una de las hornadas de jugadores más prometedora de la historia del Olympiacos. No es casualidad que los dos traspasos más grandes de ambos clubes – Vagiannidis al Sporting CP y Charalampos Kostoulas al Brighton and Hove Albion – fuesen futbolistas con los que tuve el privilegio de trabajar de cerca. Muchos otros jugadores de esa generación han terminado siendo convocados por la selección griega.
"El cambio no tenía que ver solo con el sistema, también buscaba sacar a los jugadores de su zona de confort"
Tomar riesgos requiere convicción y paciencia. En nuestro primer año en el Olympiacos Sub-19 terminamos la liga en octava posición, la peor clasificación en la historia del club. Pero luego ganamos dos campeonatos Sub-19 de Grecia consecutivos. Y en la 2023/24, una temporada en la que dominamos a nivel doméstico, también ganamos la UEFA Youth League, que es la Champions League de la categoría. Fue un título sin precedentes en el fútbol griego.
En esa campaña tomamos otra decisión importante: el Olympiacos jugaba con un 4-2-3-1 en todos los equipos de la cantera y en el primer equipo. Tras reunirme con el director técnico y el staff, decidimos cambiar a un 3-4-2-1.
El cambio no tenía que ver solo con el sistema, también buscaba sacar a los jugadores de su zona de confort. Llevaban muchos años jugando con un sistema similar, lo que naturalmente genera algunas reacciones automáticas en el campo. Quería que los jugadores viviesen situaciones nuevas, es decir, timings y espacios diferentes y nuevas dinámicas de exigencia. A medida que los jugadores progresan deben desarrollar adaptabilidad. Ese era nuestro objetivo. Hoy me enorgullece ver que los principios y las formaciones tácticas relacionadas con ese modelo aún se utilizan en la academia del Olympiacos.

La dirección técnica asumió la idea y mi staff tuvo un papel muy importante en el éxito que vendría después. Los resultados fueron espectaculares. Estoy orgulloso de ser el primer entrenador griego que gana la principal competición juvenil de Europa, pero aún me enorgullece más la forma en la que lo hicimos.
La plantilla era cien por cien griega, formada en casa, y jugábamos un fútbol propositivo y valiente —muy lejos del estereotipo defensivo que frecuentemente se asocia a los equipos griegos—. Llegamos invictos a la final, dejando en el camino a academias francesas de primer nivel como las del FC Nantes y el RC Lens, además de al Inter de Milán y al Bayern Múnich. Finalmente ganamos al AC Milan por 3-0.
Durante ese periodo, mis vínculos con el primer equipo se fortalecieron. En febrero de 2024, con la salida de Carlos Carvalhal, fui nombrado entrenador interino, lo que me convirtió en uno de los pocos entrenadores que han dirigido al Olympiacos y al Panathinaikos al primer nivel, incluso de manera provisional. Poco después llegó José Luis Mendilibar y me convertí en su segundo entrenador, rol que compaginaba con mi trabajo en el Sub-19.
"El ambiente era eléctrico, tan intenso que casi lo podías percibir físicamente"
Hubo semanas en las que entrené al Sub-19 en un país y al primer equipo en otro. Por ejemplo, dirigí un partido de la Youth League ante el Bayern de Múnich en Alemania, y al día siguiente estuve en Serbia con el primer equipo para un partido contra el Maccabi Tel Aviv. Ganar ese choque por 6-1 fue el punto de inflexión para lograr la Conference League.
Trabajar con Mendilibar fue transformador. Además de un técnico brillante es un ser humano honesto que inspira a la gente que le rodea.
Aproximadamente un mes después de la final de la Youth League, el Olympiacos se enfrentó a la Fiorentina en la final de la Conference League. Por una coincidencia del destino, el partido se celebró en Atenas. El ambiente era eléctrico, tan intenso que casi lo podías percibir físicamente. Quien estuvo en el estadio aquel día te dirá que, tras el pitido final, la energía que se creó fue inolvidable.
Ganamos 1-0, con un gol marcado en los últimos minutos de la prórroga. Las celebraciones que se vivieron en el estadio y en toda la ciudad fueron indescriptibles. En menos de 40 días viví dos títulos europeos históricos, un éxito sin precedentes en el fútbol griego.

En 2025 recibí una oferta para entrenar al Rio Ave FC. Fue una decisión difícil. La elección que tenía que tomar era seguir de entrenador asistente en el Olympiacos tras ganar un doblete, más el aliciente de vivir la Champions League, o escoger un camino que me haría crecer más. Elegí al Rio Ave FC.
Poco después de que José Mourinho se convirtiera en el entrenador del Benfica nos tocó enfrentarnos a ellos. Cuando llegamos al Estádio da Luz, mi entrenador asistente me dijo que Mourinho quería hablar conmigo. Pensaba que estaba de broma, pero él insistió. Así que fui y Mourinho estaba esperándome en el pasillo para darme la bienvenida y departir un poco conmigo. Eso demuestra la clase que tiene y la gran persona que es. Su padre había sido entrenador del Rio Ave FC en los años 80, periodo en el que el club alcanzó la final de copa.
Ahora es responsabilidad mía hacerlo lo mejor posible con este club. Al ser el primer entrenador griego en Portugal, también tengo la responsabilidad de representar al máximo nivel a los entrenadores de mi país, algo que acepto con orgullo y convicción. Siempre asumo los retos, y este es un proyecto ambicioso en un club con tradición, identidad y un enorme potencial en una liga exigente. Es un paso que me ayudará a desarrollarme profesional y personalmente, y que dará forma a la próxima etapa de mi viaje.
Desde el mar Egeo, pasando por El Pireo y ahora en el Atlántico, el mar siempre ha guiado mi camino. Este paso lo siento como una continuación natural de ese viaje. Porque para mí, si quieres ser conocido como un buen formador, al primero que tienes que formarte es a ti mismo.
Sotiris Silaidopoulos