Hasta un 80% de los equipos de La Liga utilizaron el 4-2-3-1 como sistema principal en la temporada 2012/13 y años posteriores. Así lo señala un estudio realizado por Mediacoach, la plataforma de análisis de rendimiento y videoanálisis desarrollada por LaLiga, junto a la Universidad Rey Juan Carlos y la Universidad Miguel Hernández de Elche. Un sistema identificado principalmente con José Mourinho, técnico que lo ha puesto en práctica en todos sus equipos, con gran éxito, sobre todo en el Chelsea, Inter de Milán (como explicó en la Clase Magistral con The Coaches' Voice, vídeo abajo) y Real Madrid. Unai Emery, Mauricio Pochettino o Pep Guardiola son otros de los entrenadores que lo han implementado en alguna ocasión.
Aunque ha ido perdiendo uso en los planteamientos de los entrenadores en detrimento del 4-3-3 o 4-4-2, como también señala el estudio de Mediacoach, el 4-2-3-1 sigue siendo un sistema con plena vigencia, pero también ciertas especificidades y demandas para su perfecta ejecución. Nuestros expertos señalan cinco claves para conseguirlo.
Equilibrio ofensivo-defensivo de la línea de cuatro atrás
Unas de las principales claves para tener éxito en el 4-2-3-1 comienza desde atrás, desde la línea de cuatro, formada por dos centrales y dos laterales. Con balón, la línea defensiva tiene la misión de superar la primera línea de presión rival con una salida limpia, al mismo tiempo que debe proteger el carril central y defender su espalda, ya que, por la forma en la que se ubica en la salida, la recuperación de su posición en caso de pérdida de balón es crucial.
En la salida, es necesario que los centrales se abran, para después apoyarse tanto con el portero, que se ubica entre ellos, como con uno de los dos mediocentros que desciende. El mediocentro descolgado a posiciones más retrasadas debe situarse a un lado de los centrales o entre ambos para facilitar la generación de espacios. En estas situaciones, los laterales se adelantan, incrustándose entre líneas a la altura de los medios, o cerca del lateral rival. Algunos entrenadores solo adelantan uno de los laterales en el 4-2-3-1, por lo que no es necesario que un mediocentro descienda de línea (abajo).
Como hemos destacado antes, es muy importante el posicionamiento de la línea de cuatro en la salida, siempre en previsión de estar protegidos en caso de pérdida. Si la disposición ofensiva no es la correcta ante una pérdida, la defensa puede verse desguarnecida tanto en las zonas de los laterales (si se adelantan ambos) como en el carril central (si los centrales están muy abiertos).
A nivel general, en el 4-2-3-1 los cuatro jugadores de atrás deben ser defensores con una buena lectura táctica para prever posibles pérdidas y anticiparse a las acciones del rival cuando hay riesgo de ceder el balón.
Laterales: capacidad para generar profundidad y protección de los espacios
Dentro de la línea de cuatro atrás, los laterales son pieza clave para conseguir el equilibrio deseado en el 4-2-3-1. En ataque, deben facilitar con sus movimientos hacia delante la posibilidad de superar las primeras líneas de presión, empujando atrás a los laterales rivales. Dependiendo de cómo interpreten los entrenadores el papel de los laterales en el 4-2-3-1, estos jugadores pueden ubicarse más cerca de los laterales opuestos o en el espacio entre la defensa y el mediocampo rival (abajo).
Si los laterales juegan avanzados, deben permiten que los mediocentros y los mediapuntas reciban en zonas laterales con ventaja y espacio. Mientras, si se decide ubicar a los laterales en zonas intermedias, deben atraen la atención de laterales opuestos. Esto para permitir a otros compañeros atacar los espacios a la espalda de la línea defensiva rival.
En fase defensiva, la intervención de los laterales tras pérdida toma una gran relevancia para no sufrir contraataques peligrosos en los espacios a su espalda. De ese modo, en el 4-2-3-1 los laterales deben ser jugadores con la suficiente potencia para recorrer más kilómetros por partido que el resto. También deben velocidad para acometer recuperaciones de posición lo antes posible.
Movilidad de los mediocentros
Para que la salida de balón sea posible y facilite el control del juego, la movilidad de los mediocentros en el 4-2-3-1 es fundamental para ofrecer un apoyo a la espalda de la primera presión rival.
La movilidad de los mediocentros puede ser para atraer marcas de los oponentes. Esto facilitará a los centrales pasar el balón a otros compañeros liberados, o con un objetivo individual. Es decir, moverse para encontrar una conexión con el portador del balón. Aquí, es importante que los mediocentros se ubiquen en posiciones intermedias y diagonales, entre los rivales.
Lo más común en el 4-2-3-1 es ver a los dos mediocentros a la misma altura tras la primera línea de presión rival. O a uno de ellos entre los centrales y el otro entre líneas. En ambos posicionamientos, se requieren mediocentros con un nivel técnico alto (control de balón, velocidad de ejecución y precisión en el pase) para recibir en ventaja y poder dar continuidad al juego. Si los mediocentros no tienen un posicionamiento perfilado —orientado a la portería opuesta—, el juego se complica al recibir de espaldas al defensor rival (abajo).
Una vez en campo rival tras la salida, la orientación de los mediocentros debe ser de cara a la portería rival, factor que favorece la continuidad en ataque. Aquí es muy importante el escalonamiento de los mediocentros, siempre uno cerca de los centrales y el otro entre líneas para favorecer la progresión.
Hay entrenadores que utilizan a los mediocentros en paralelo, a la misma altura. Es cierto que esta disposición permite atraer la atención rival y liberar espacios a sus lados para otros compañeros. A la vez que tienen menos recorrido que hacer para estar cerca del poseedor. Por contra, esta disposición facilita la presión del rival por dentro y dificulta el juego de los mediocentros de cara a la portería rival.
Acumular jugadores entre líneas, con protagonismo del mediapunta
Jugar bajo el 4-2-3-1 conlleva que el equipo con balón ocupe los carriles exteriores por la posición de sus laterales y extremos. De ese modo, el oponente debe decidir si defender más abierto o cerrar el carril central, desprotegiendo sus flancos. Ahí es donde el mediapunta tiene un papel principal para recibir entre líneas y poder definir la acción de ataque. Bien sea jugando hacia los laterales, con un último pase al delantero, o buscando una acción individual para llegar al área rival y finalizar (abajo).
En una zona con mucho tráfico rival y poco espacio, como ocurre en el espacio central del campo rival, el mediapunta debe ser un jugador con nivel técnico altísimo para dar soluciones al juego de ataque en el 4-2-3-1. En las zonas en las que se mueve —puede jugar tanto por dentro como por fuera— debe tener un gran primer toque. Esto para ganar espacio y romper líneas, sin riesgo de que una pérdida pueda ser tan peligrosa. La presencia de los dos mediocentros a su espalda ayuda en este sentido.
A nivel general, la labor del mediapunta en el 4-2-3-1 cobra un enorme valor para poder conectar con los jugadores del último tercio de campo y alcanzar la portería rival.
Trabajo del delantero en ambas fases del juego
En un análisis de atrás hacia delante de las demandas del 4-2-3-1, cerramos con el delantero, jugador que tiene que asumir varias funciones.
En ataque, su ubicación entre centrales o entre laterales y centrales rivales facilitará a sus compañeros en la mediapunta tener más espacio para recibir en ventaja. Lo mismo sucede con sus desmarques a la espalda de los defensores. Allí arrastra con él a los rivales, algo que permite generar espacio por dentro si no le pasan el balón a él.
La movilidad del delantero debe también ser a zonas intermedias. Esto permite que cuando no hay una salida clara, los jugadores cerca del balón puedan encontrar la progresión con lanzamientos largos diagonales. De esta manera se evita que los centrales rivales tengan ventaja en el duelo frontal con el delantero (arriba). En los últimos metros y generando opciones de remate, el delantero debe asociarse y coordinarse con los extremos que llegan al área rival. Allocupar con acierto las zonas de remate (abajo).
En defensa, el delantero debe ser el primer jugador en la presión sobre el rival. Así, se requiere un perfil de atacante rápido y potente para realizar un primer esprint que condicione al rival en su inicio. También debe ser un jugador inteligente para realizar la presión en el momento oportuno. Esto siempre orientando la salida del rival hacia las zonas en las que se quiere provocar la pérdida.
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Redacción: The Coaches' Voice en español