Julen Lopetegui
West Ham, 2024-Actualidad
El Perfil:
Julen Lopetegui, tras un difícil 2018 cuando la selección española decidió su cese en vísperas del Mundial por aceptar fichar por el Real Madrid y el equipo blanco le despidió cuatro meses y medio después, reconstruyó su reputación como entrenador en el Sevilla. Allí tuvo una buena etapa hasta que, en 2022, pasó a las filas del Wolverhampton de la Premier League.
En su primera temporada en el conjunto andaluz, dotó al equipo con la identidad necesaria para conquistar un nuevo título de la Europa League, consiguiendo además, gracias a ese triunfo, la clasificación para la Liga de Campeones. Mientras, en su segundo año, compitió hasta las últimas jornadas por el título de la Liga junto a Atlético de Madrid, Real Madrid y Barcelona.
Monchi, director deportivo del Sevilla, confió en él para generar un equipo que ha ido creciendo con el paso del tiempo para consolidar los principales aspectos de juego que demanda su técnico. “Julen Lopetegui tiene, para mí, tres virtudes que son fundamentales en cualquier entrenador: capacidad de trabajo, competitividad y manejo de grupo. Eso desde el primer día lo percibí. Esas virtudes que visualicé en él se han ido aplicando en el día a día de la competición y se ha conseguido un objetivo”, ha destacado el dirigente del Sevilla sobre su trabajo.
Estilo de juego:
Lopetegui trasladó los principales conceptos de juego de la selección española sub 21, campeona de Europa, al Porto, algo facilitado también con la llegada de varios jugadores que tuvo a las órdenes en esta selección, como Óliver Torres y Cristian Tello. Un equipo combinativo, con jugadores de buen pie en medio campo y verticales en los extremos.
El Porto jugó principalmente sobre un 4-3-3 de perfil muy ofensivo, siempre garantizado la profundidad y con inicio de juego desde atrás. La línea defensiva buscaba enlazar rápidamente con los dos pivotes en medio campo, Casemiro y Héctor Herrera, intentando desde ese momento generar superioridades numéricas en ataque. Ambos pivotes en el centro del campo también estaban encargados de realizar la cobertura en la línea defensiva, permitiendo la incorporación en ataque de los laterales, Danilo y Alex Sandro.
Una de las particularidades de los equipos de Lopetegui es jugar con un delantero que le permita fijar a los centrales rivales, generar más apoyos y desmarques de ruptura. Esta función en el Porto la cumplía Jackson Martínez en su primera temporada o Vincent Aboubakar en la segunda, jugadores que además de desarrollar todas estas funciones, facilitaban mantener el dominio de la posesión con su juego de espaldas para luego combinar con la segunda línea.
Lopetegui tuvo que afrontar, después de la etapa de Vicente del Bosque, una difícil tarea en la selección de España: renovar algunas líneas del equipo, pero sin cambiar el estilo. Apostó por muchos de los jugadores que tuvo en la sub 21, muy identificados con la idea de juego que había llevado a España a conquistar un Mundial y dos Eurocopas en años anteriores. Buscó generar espacios en carriles interiores con los extremos y los mediapuntas David Silva e Isco, precisamente un futbolista referencial en mediocampo en su etapa en la sub 21. Como variante en fase ofensiva alternaba con un extremo abierto en carril lateral, y el otro cerrado en carril opuesto.
Sobre un 4-3-3 en ataque, la salida de balón era desde portería, con David De Gea asociándose en amplitud con Gerard Piqué y Sergio Ramos, permitiendo la incorporación de Dani Carvajal y Jordi Alba al ataque (abajo). Sergio Busquets, pivote defensivo en medio campo, completaba dos funciones en este desarrollo: buscar el equilibrio y garantizar la ayuda en inicio del juego.
Por delante, Andrés Iniesta y Koke se situaban por dentro para generar superioridades, con los jugadores de perfil atacante, delantero y al menos uno de los extremos, con constantes movimientos de desmarque para permitir la filtración de pases a espalda de los centrales rivales. La asociación de juego entre Iniesta, Alba e Isco permitía crear la mayor cantidad de opciones de gol en fase de construcción. Esta relación entre los tres jugadores se desarrollaba a través de triangulaciones, el concepto del tercer hombre o cambios de ritmo; acciones todas ellas que permitían mantener ventajas numéricas (abajo), y, en último lugar, generar ocasiones de gol.
Lopetegui intentó aplicar un enfoque similar en su siguiente puesto, en el Real Madrid, pero su 4-3-3 también se convirtió a menudo en un 4-2-3-1. Sus laterales, Carvajal y Marcelo, proporcionaban la amplitud ofensiva para que los jugadores en posiciones más avanzadas pudieran centrarse en encontrar espacios en las zonas centrales del campo. Carvajal, por su parte, buscaba centrar hacia el segundo palo, mientras Marcelo prefería jugar en corto hacia zona interiores.
Pese a que los rivales intentaban cerrar sus espacios y bloquear opciones de pase, para jugadores como Isco, Luka Modric, y Toni Kroos no sería un impedimento ya que constantemente conseguían movilizar el balón con pases en corto y con desplazamientos en largo, con la intención de fijar a los centrales hasta encontrar una opción para llegar a zona de finalización que le permitiera a Modric desmarcarse en apoyo, unas acciones donde Benzema alternaba los desmarques, buscando sorprender para filtrar, pasar o rematar.
Lopetegui ha consolidado en el Sevilla todos los matices que considera necesarios en el sistema 4-3-3 (abajo) y 4-2-3-1, variante está última utilizada en algunos partidos. Un desarrollo del juego donde todo se ordena en relación al equilibrio de las diferentes líneas y la posesión del balón, para permitir después llegar a zona de finalización con opciones claras de gol y superioridad numérica.
En fase ofensiva, el Sevilla busca una circulación lenta para generar espacios interiores. En esta situación, Fernando, pivote defensivo en el medio del campo, se incrusta entre los dos centrales para facilitar la salida de balón dependiendo de la presión del equipo rival. Un movimiento que ayuda a generar casi siempre ventajas numéricas de 3 contra 2 y permite progresar en el juego a través de los espacios que ofrece el rival.
En mediocampo existía una importante variedad entre Fernando, Joan Jordán, Óliver Torres, Ivan Rakitic y Papu Gómez, hasta el punto de que, cuando se requiere, el equipo puede llegar a formar sobre un doble pivote. Torres, Rakitic, Gómez y Jordán contribuyen a las combinaciones que se despliegan en el territorio central, con los laterales Jesús Navas y Marcos Acuña en superposición (abajo). Suso y Lucas Ocampos, mientras tanto, se desplazan hacia los canales interiores, donde trabajan para evadirse de sus marcadores y recibir la posesión de cara al exterior.
Esa movilidad, ofrecía constantemente numerosas opciones entre líneas, y patrones de movimiento similares a los vistos en la etapa de Lopetegui con España: combinaciones entre el lateral, el centrocampista central y el extremo, como también carreras de superposición desde el lateral hacia el exterior de esas combinaciones. También brinda un mayor número de intercambio de posiciones entre los centrales; variando la identidad de su centrocampista más profundo, sobre todo cuando construyen en la mitad de la cancha, sin sacrificar los movimientos de ataque o los intentos extremos de desplazarse hacia el interior.
Su delantera, asimismo -y a diferencia de la del Porto-, se desplazaba cada vez más por la banda para dar apoyo y generar espacios para los movimientos que Lopetegui exige en el centro del campo. Youssef En-Nesyri se centraba en proporcionar carreras en profundidad sobre las defensas rivales, en lugar de replegarse en territorio más profundo, mientras Luuk de Jong se desplazaba inicialmente por la banda antes de prepararse para atacar los centros.
Aunque su juego de asociación impresionaba, la intensidad del Sevilla es su mayor fortaleza y contribuye a su equilibrio. Navas y Acuña añaden una unidad más en ataque y tienen instrucciones de avanzar y realizar centros o pases a la espalda de los defensas hacia los que contribuían a la segunda oleada de sus ataques.
Fase defensiva y presión:
Los equipos de Lopetegui demuestran una consistencia similar cuando no tienen la posesión del balón (arriba). El contragolpe del Porto se complementó con un bloque defensivo alto y compacto; aplicando una intensa presión orientada a obligar al rival a la salida por fuera. En esas zonas, y a través de un lateral, un interior y el centrocampista defensivo más cercano, presionaba agresivamente una vez que sus atacantes habían conseguido la salida del rival por bandas. El Porto también fue muy eficaz a la hora de bloquear las vías de pase, una habilidad que, con su presión, limitó las opciones del oponente. Sus disciplinados defensas centrales, Maicon Roque e Iván Marcano, trabajaron para asegurar que el dibujo de Lopetegui se mantuviera, lo que significó que ofrecieran una cobertura constante contra el juego directo.
España presionó con un 4-3-3 (abajo) y, en la medida de lo posible, utilizó un bloque alto especialmente organizado donde cada jugador era consciente en cuanto a qué rival debía marcar. También sabían cuándo era preferible una presión intensa para cerrar espacios o dirigir a los rivales hacia zonas específicas para preservar su forma defensiva deseada y proteger a sus defensas centrales. Si era necesario un bloque medio, se reorganizaban para adoptar un 4-1-4-1; tanto si defendían en mediocampo o en campo rival, ofreciendo una presión más amplia similar a la del Porto.
En la mayoría de los casos, era un extremo el que lideraba esa presión saltando sobre un defensa central o a un centrocampista defensivo contrario, mientras el lateral que estaba detrás de él avanzaba y aplicaba con agresividad la segunda fase de la presión, sumado esto a la cobertura de los tres centrocampistas en los posibles pases hacia el interior. Un desarrollo defensivo donde en la parte de arriba, el delantero trabajaba para evitar los cambios de juego y el extremo se movía hacia el interior en la cobertura a la espalda del delantero.
Los interiores que preferían ocupar posiciones más centrales -Isco destacó entre ellos- demostraron ser capaces de contribuir eficazmente al contragolpe de España en el centro del campo, donde respondían con agresividad a las pérdidas de posesión. A esos interiores se les unió a menudo su delantero, y, potencialmente, los laterales, para contribuir a las posibles recuperaciones, que no sólo se debían a su agresividad, sino a su organización y capacidad para bloquear e interceptar pases. La presencia de centrocampistas ágiles, con capacidad para acelerar rápidamente y presionar al portador del balón, acababa por complementar la amenaza.
La defensa del Sevilla estaba organizada de forma similar a la del Porto y a la de España. La mayoría de las veces se inclinaba por un 4-1-4-1 y un bloque medio, o por una presión alta sobre un 4-3-3 (abajo), pero la versatilidad de sus centrocampistas centrales hacía que éstos reciban diferentes instrucciones, por lo que ocasionalmente adoptaban un doble pivote y un 4-2-3-1 para aumentar la cobertura sobre los defensas centrales y los laterales cuando estos avanzaban.
Desde su 4-3-3, dibujo más habitual, un interior (normalmente Torres o Rakitic) avanzaba para unirse a su delantero y presionar a los defensas centrales rivales. En otro cambio sutil, sus extremos arrastraban la posición de los laterales contrarios. Lo mismo ocurría en su 4-2-3-1, cuando su mediapunta avanzaba junto a su delantero.
Un 4-3-3 en fase defensiva también se desplegó con el delantero en la presión sobre los dos defensas centrales y los extremos dando prioridad a los laterales contrarios. Una primera presión orientada a obligar al rival a salir por fuera, donde el delantero y el lateral correspondientes presionaban a los defensas rivales, mientras sus tres centrocampistas mantenían sus posiciones para dar protección en el centro del campo.
Resta ver cómo funcionarán estas variables en el Wolverhampton. Será esta la primera experiencia del entrenador español en la Premier League. Pero cuenta con suficiente experiencia para cumplir con el desafío.
Redacción: The Coaches' Voice en español