rafa márquez
Selección de México, 2024- Presente
‘Icónico jugador azulgrana, vuelve al club para aportar sus conocimientos a los jóvenes del filial azulgrana’. Así destaca la web oficial a Rafa Márquez, entrenador del segundo equipo del Barcelona, elenco al que dirigió antes de asumir como segundo entrenador de Javier Aguirre en la selección de México.
El exdefensor es parte importante en la historia del Barcelona. Allí estuvo como jugador de 2003 a 2010, sin duda el periodo más importante del club a nivel de títulos con Frank Rijkaard y Pep Guardiola. Después del Mundial 2018, su último gran campeonato como jugador, inició su camino en el mundo de los banquillos. Primero con una breve etapa como director deportivo en el Atlas mexicano y más tarde en España, en un modesto club de Madrid (el Real Alcalá) en el Sub-18. En junio de 2022, la dirección deportiva del Barcelona anunció su contratación para el segundo equipo, en el cual estuvo hasta su contratación por parte de la selección de su país, tras la Copa América de 2024.
“Lo más importante para mí es prepararme muy bien para seguir adquiriendo experiencia y, cuando se dé la oportunidad (de llegar al primer equipo del Barcelona) estaré lo más listo posible. Y si no se da, a seguir otras líneas o ir por otro lado”, ha señalado Márquez sobre sus perspectivas como entrenador. En ese proceso de formación, nuestros analistas descubren los principales apartados tácticos del mexicano en su trabajo como técnico del Barça B.
4-3-3 en ataque
Márquez es un entrenador con algunos de los rasgos más característicos del ‘estilo Barça’. Principalmente el 4-3-3 como sistema en fase de ataque y su propuesta de juego, siempre con un fútbol muy propositivo y la intención de ser protagonista a través del dominio de la posesión (abajo).
Otro de los rasgos que identifican a Márquez con el ‘estilo Barça’ es que los tres medios son los jugadores que deben llevar el control de juego. Se organizan en un triángulo: el pivote o jugador eje en campo propio (Marc Casadó o Marc Bernal) y los dos interiores escalonados y con vocación ofensiva (Moha Moukhliss y Aleix Garrido o Unai Hérnandez). Los tres jugadores del mediocampo son los encargados de ocupar espacios intermedios en los distintos carriles interiores. A su vez, habilitan líneas de pase con los extremos y punta.
Por fuera, la relación entre los laterales y los extremos es clara y evidente, ocupando distintos carriles, tanto exteriores como interiores, para no restarse espacios. Cuando uno de los extremos se posiciona por dentro, el lateral (Gerard Martín, Héctor Fort o Álvaro Pérez ‘Trilli’) salta de línea para ocupar y aprovechar ese espacio por fuera en zona de mediocampo y finalización. Por el lado débil, el otro extremo permanece abierto en la banda tratando de atraer y fijar al lateral rival. Así facilita situaciones interiores en igualdad numérica a los interiores y el delantero.
Arriba, el delantero centro trata siempre de disuadir a su marca y ubicarse entre el espacio entre el central y el lateral del lado débil rival, para sorprender en zona de finalización.
4-1-4-1 en defensa
En los momentos sin balón, Rafa Márquez pasa a la variante natural del 4-3-3, es decir es el 4-1-4-1. Para ello, retrasa la posición del pivote. Este se posiciona por delante de la defensa y en cobertura sobre la línea de cuatro que forman los dos interiores y los extremos en el mediocampo.
En ese 4-1-4-1 Márquez ubica a la defensa en bloque medio. De esta manera evita el juego interior rival y siempre con una actitud de acoso sobre el poseedor del balón, como también sobre los posibles receptores cercanos que van en apoyo (abajo).
En el trabajo defensivo, los dos interiores fijan a los interiores rivales. Así dejan libre al pivote para realizar las coberturas y desdoblamientos defensivos si es necesario. Los jugadores de banda también tienen una alta demanda defensiva, con los laterales en la marca sobre los extremos rivales y los extremos sobre los laterales del oponente.
Laterales invertidos
Una de las variantes tácticas que implementa Márquez en el juego de posición es que los laterales realicen desmarques a la espalda del defensor rival cercano al balón. El objetivo de esto es salvar la presión del rival con un pase entre los oponentes, siendo estos atraídos previamente en la salida de balón.
En el mediocampo, se puede destacar la movilidad interior de los laterales, partiendo desde el carril exterior de derecho. Es decir, Márquez utiliza laterales invertidos. Así, ‘Trilli’ aprovecha el espacio que genera el dispositivo defensivo rival sobre el carril interior. Esto tras hacer saltar previamente al pivote del equipo contrario a la zona donde acumulan pases. A partir de ahí, la asociación del lateral con el extremo siempre suele ser por fuera para llegar a zona de finalización con rapidez (abajo).
Para desajustar la última línea defensiva rival, Márquez habitualmente demanda generar la superioridad numérica y posicional sobre un lado del campo, principalmente el sector derecho. Aquí, el pivote y el interior cercano al balón atraen a sus marcadores. Esto mientras el central con balón realiza una conducción directa para fijar a los rivales.
Esa conducción del central permite liberar al lateral, Fort, quien gana profundidad partiendo desde su posición. Este a su vez, arrastra de zona a su marcador para ofrecer un espacio al central izquierdo, Mikayil Faye. Será Faye finalmente el jugador encargado de llevar el balón sobre la zona débil rival (abajo).
Salida de tres
Para superar los dispositivos defensivos en su primera línea de presión, Márquez forma habitualmente con una primera estructura de construcción de juego compuesta por dos centrales y el pivote, para generar así una salida de tres.
El pivote se incrusta entre los centrales ofreciéndoles más amplitud posicional sobre los carriles interiores. A la par de ese desmarque de apoyo del pivote, los laterales saltan de línea por los carriles exteriores para generar espacios relevantes entre el interior y extremo rival con el objetivo de progresar.
Una vez con balón, el pivote realiza una ligera conducción para agrupar a la primera línea defensiva rival. Así libera a los centrales del Barça B y encontrar una línea de pase para conectar con uno de ellos. También en la salida, Faye, como central zurdo, puede recibir de cara desde el pivote y realizar una conducción para liberar un espacio por delante. Al mismo tiempo, el lateral más cercano a él gana profundidad por fuera fijando al extremo, como también al lateral rival (abajo).
Si la primera línea de presión rival salta a la presión sobre el pivote y los dos centrales, se habilita entonces la línea de pase con el interior, Mohamed Moukhliss. Esto obliga al central rival más cercano al balón a salir a la presión. Así se genera otro espacio para progresar a favor del equipo de Márquez. En esta misma acción, el pivote se ofrece para jugar de cara y como tercer hombre para conectar posteriormente con el interior del lado débil rival.
Otras de las opciones en la salida del equipo es cambiar la orientación del juego. Una vía más directa en la que Jaume Cuéllar, como extremo por dentro, ataca el espacio para ganar la espalda del lateral o sacar de su zona al pivote rival. Este movimiento habilita un espacio interior para que Fort lo aproveche y conecte con el delantero. este último busca ganar la espalda a su oponente directo para encarar hacia la portería rival (abajo).
Defensa posicional
En situaciones de repliegue defensivo y presión sobre el rival, Márquez apuesta por acumular muchos efectivos tanto en la zona activa. Es decir: cerca del balón y en las zonas aledañas.
El objetivo de esa disposición sin balón es formar una estructura sólida que impida a los atacantes rivales llegar a portería. Sin embargo, el Barça B muestra en ocasiones demasiada distancia entre sus jugadores. Esto le hace verse superado, principalmente ante equipos con un alto protagonismo en las transiciones defensivas.
Por otro lado, Márquez, experimentado central en su etapa como jugador, también demanda a sus jugadores el achique de espacios y las anticipaciones defensivas. Una tarea en la que el Barça B aún no alcanza una correcta de coordinación de sus jugadores para realizar el acoso sobre el poseedor de balón rival. Tampoco sucede en el achique, lo que le impide al equipo defender con garantías los espacios libres a la espalda de sus jugadores (arriba).
En las ofensivas rivales, los defensores del Barça B suelen marcar a los dos atacantes rivales. Pero dejan espacio y tiempo suficiente al poseedor del balón para que pueda con el compañero que llega desde segunda línea. Aquí quedan muy hundidos (abajo).
Márquez, como también ocurre en ataque, presenta una atractiva y arriesgada apuesta sin balón. Aunque todavía debe corregir ciertos parámetros en los comportamientos de sus jugadores sin balón para alcanzar la solidez deseada. Ahora resta esperar qué tanto de esto podremos ver en su paso como segundo entrenador de México o, incluso, en su etapa como seleccionador. La misma está prevista a partir del ciclo rumbo al Mundial de 2030.
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