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Maestros de la táctica: César Luis Menotti

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Maestros de la táctica: César Luis Menotti
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Redacción
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Publicado el
enero 19 2022

césar luis menotti

Seleccionador de Argentina, 1974-1982

El Perfil:

El 25 de junio de 1978 Argentina obtuvo su primer campeonato Mundial de fútbol. Aquel triunfo fue la culminación de un proceso que comenzó en 1974, con la contratación en la Asociación de fútbol de Argentina (AFA) de un hombre que apenas tenía 36 años, pero que cuatro años más tarde alcanzaría la inmortalidad: César Luis Menotti.

El fútbol albiceleste vivía por entonces dos realidades muy distantes: clubes competitivos y exitosos en torneos internacionales y una selección acostumbrada a una constante inestabilidad que producía sonoros fracasos. Aquel desorden que caracterizaba al equipo nacional tendría su punto de inflexión con la llegada de Menotti.

El entrenador llegó al puesto de seleccionador nacional gracias al campeonato ganado al frente del Club Atlético Huracán (1973). Menotti tuvo una destacada carrera como futbolista. Entre los años 1960 y 1966 jugó para Rosario Central, Racing Club de Avellaneda y Boca Juniors. De ahí partió al extranjero, primero para el New York Generals y luego a Brasil, en donde formó parte de Santos –compartió equipo con Pelé- y Juventus. Incluso jugó para la selección de su país.

"PREFIERO LOS CONCEPTOS POR ENCIMA DE LOS ESQUEMAS", CÉSAR LUIS MENOTTI, en su libro 'fútbol. juego, deporte y profesión'

Argentina competía en las Copas América y le discutía el dominio continental a Uruguay. No obstante, en los Mundiales siempre quedaban en deuda.

Al llegar al puesto, Menotti exigió un contrato de cuatro años, un aspecto novedoso que le permitiría trabajar con tranquilidad, evitando la influencia de la asfixiante presión con la que se desarrolla el fútbol en el país sudamericano.

Sostuvo su proyecto, aún en tiempos de dictadura militar. Formó selecciones paralelas, alguna de ellas compuesta exclusivamente por futbolistas del interior del país.

Su momento más crítico ante la opinión pública sucedió cuando entregó la lista final de futbolistas que participarían en el Mundial del 78. A pesar de las presiones públicas y las sugerencias de alguno de sus colaboradores, Menotti decidió que Diego Armando Maradona, para el momento la mayor promesa del fútbol argentino, no formaría parte del equipo. Siempre sostuvo que “en la selección manda Menotti y nadie más”.

Estilo de juego:

Menotti era un entrenador de fuertes convicciones. Desde sus tiempos como futbolista fue un defensor del juego ofensivo y de la generación de pequeñas sociedades entre los futbolistas. Para ello elegía a jugadores que poseían una excelente técnica individual, pero que además demostraban un perfecto entendimiento del sentido colectivo del juego. No le bastaba con que los jugadores fueran habilidosos, sino que les exigía que cada decisión que tomaran en el campo estuviera dirigida al crecimiento del equipo.

En el Mundial del 78, eligió utilizar el 4-3-3.  En su libro “Fútbol. Juego, deporte y profesión”, publicado junto con la revista El Gráfico, “El Flaco” exponía una de sus ideas más representativas: “Prefiero los conceptos por encima de los esquemas. Porque hablar puesto por puesto de un equipo de fútbol implica caer en una peligrosa atomización, como si cada uno de ellos fuese un mundo aparte, despegado del conjunto. Y no es así, en absoluto. Cada posición adquiere su real dimensión cuando se mira con vistas al funcionamiento del equipo”.

Otro de los conceptos de su estilo de juego era la reducción de espacios al rival, lo que en Argentina llaman “el achique”. Esto se basaba en el uso constante de la regla del fuera de juego, algo que, ejecutado correctamente, limitaba las posibilidades ofensivas del oponente.

"La alegría es haber logrado con un grupo de jugadores que se hagan realidad mis convicciones futbolísticas, no en forma impuesta sino compartidas por todos ellos”, CÉSAR LUIS MENOTTI, EN DECLARACIONES A EL GRÁFICO EN 1978

El portero que eligió fue Ubaldo Fillol. De grandes reflejos y fuerte liderazgo, brilló con sus intervenciones bajo los tres palos y su juego sobrio.

La línea de cuatro defensores estaba comandada por Daniel Passarella, el capitán. Su influencia aumentó cuando a finales de 1977, Jorge Carrascosa, por entonces capitán del equipo, renunció a la selección por motivos personales. Passarella asumió la capitanía y la conducción de la defensa hasta catapultar su figura en la historia futbolística.

Le acompañó Luis Galván como primer marcador central. Ambos eran defensores de mucha contundencia y de buena colocación. Los laterales fueron Jorge Olguín (derecha) y Alberto Tarantini (izquierda).

En el centro del campo estaban las mayores variables del equipo de Menotti. Américo Rubén Gallego, el pivote defensivo, encabezaba los repliegues y gracias a su posicionamiento hacía los relevos necesarios en el centro del campo.

Osvaldo Ardiles fue el motor en aquella selección. Su estilo de juego, muchas veces de área a área, así como su capacidad para asociarse a través de pases cortos le convirtió en una pieza fundamental para Menotti.

Mario Kempes, el último de los tres, fue la figura del Mundial, el goleador y uno de los futbolistas que mejor atacaba los espacios libres cercanos al área rival. Comenzó el Mundial jugando en el costado izquierdo del ataque, ya que José Daniel Valencia fue titular en los primeros partidos en el rol de mediocampista, pero su posición cambió durante la competencia.

El delantero centro era Leopoldo Luque, un futbolista generoso, inteligente para arrastrar a los centrales y así abrir espacios para Kempes, y con capacidad goleadora. Le acompañaban dos extremos, roles en los que Menotti rotó entre Daniel Bertoni, René Houseman y Óscar Ortiz.

Fase ofensiva:

La Argentina de Menotti era un equipo que quería la pelota y para ello exigía que sus futbolistas jugaran de manera pausada, evitando las transiciones defensa-ataque salvo en las ocasiones puntuales.

El pase se convirtió en el gran aliado de la selección argentina. La construcción de juego buscaba que estos encontraran siempre al futbolista preciso para darle continuidad a la construcción. Se pasaba la pelota con intención y no como excusa.

Passarella era determinante para ello. Conducía el balón para iniciar el juego y así encontrar posibilidades, tanto en el centro con Gallego o Ardiles, como en las bandas con los laterales. También, dado el caso, podía lanzar en largo hacia los extremos, dada su precisión en el golpeo de la pelota.

La conexión Passarella-Gallego debía funcionar a la perfección. En el caso de que el central condujera la pelota hacia campo contrario, Gallego debía retrasar su posición para acercarse a Olguín, tanto para mantener el orden defensivo como para recibir un pase hacia atrás.

El rol de Daniel Passarella en el equipo de César Menotti de Argentina en 1978

La proyección de los laterales era una constante en el equipo. Aseguraban la amplitud del campo y conexiones con los extremos. Bertoni no era un extremo a la vieja usanza, ya que normalmente partía de la banda hacia el centro, razón por la que en el caso de que la jugada lo tuviese como protagonista, el lateral debía ocupar la banda y mantener la amplitud del equipo. Era, además, un futbolista hábil en los duelos de uno contra uno y capaz de llegar a gol.

Los otros extremos también tenían una definida vocación para los mano a mano, siendo Houseman el que más destacaba en ese tipo de acciones. El jugador de Huracán -delgado, veloz y atrevido- era impredecible, añadiendo la cuota de irreverencia que muchas veces necesitaba el equipo para cambiar el ritmo de los avances ofensivos.

EL EQUIPO DE MENOTTI SE BATIÓ en el mundial del 78 A SELECCIONES DEL PRESTIGIO DE FRANCIA, ITALIA, BRASIL O PAÍSES BAJOS EN LA FINAL

Otro de los aspectos fundamentales del equipo de Menotti fue el rol de Kempes. El 10 era un futbolista que invadía zonas de remate casi por sorpresa. Además, era capaz de cambiar su posición y jugar cercano a la banda izquierda. Desarrolló una sociedad con Luque que le permitió aprovechar los espacios que dejaban libres los defensores que seguían al delantero cuando este abandonaba su posición.

Esos espacios también fueron aprovechados por Ardiles, quien sacó rédito de su capacidad para asociarse en corto a través de pases y paredes. Su zona de influencia le llevó a buscar permanentemente a Kempes o a Luque, quienes en determinados momentos jugaban para la reaparición de Ardiles en zonas más avanzadas.

Ataque central del equipo de César Menotti en Argentina 1978

Además de sus cuatro goles en el Mundial, Luque demostró ser un futbolista con un amplio sentido colectivo del juego. Sus movimientos para alejarse del área fueron fundamentales, tanto como su predisposición para luchar contra los defensores centrales rivales.

En las acciones a balón parado fue esencial la participación de Passarella. El capitán poseía un agresivo juego aéreo que compensaba su estatura (1,73 metros) y que le convirtió en uno de los cabeceadores más prolíferos de la historia. Además, su pierna zurda era una amenaza en los lanzamientos directos.

Los futbolistas debían moverse por todo el campo de juego: no se jugaba en la posición sino desde la posición.

Fase defensiva:

El principio fundamental de la selección de Menotti cuando perdía el balón es el mencionado “achique”. Esto era defender hacia delante, haciendo uso de la regla del fuera de juego. La Albiceleste marcaba en zona, empleando una presión alta tras pérdida del balón, consciente del riesgo que significaba adelantar a la línea defensiva hacia posiciones avanzadas.

Para ello fue imprescindible el rol que jugaron Gallego y Passarella. Si el equipo no recuperaba el balón en la presión inicial, estos jugadores aguantaban al equipo para que durante el repliegue hasta zonas cercanas a Fillol no se descuidase el espacio a ocupar. La idea primordial era defender como un bloque corto para recuperar el balón rápidamente.

Fillol, además de sus inolvidables atajadas, tuvo un gran protagonismo en esta forma de defender, ya que supo jugar fuera de su área cuando el equipo estaba en posiciones alejadas. En tiempos en los que el portero podía tomar la pelota con las manos sin mayores restricciones, Fillol era uno de los primeros responsables en dar la pausa necesaria durante momentos de apremio.

Achicar espacios hacia delante traía consigo el aumento de terreno a la espalda de los defensores. Sin embargo, Passarella era un gran corrector y en las ocasiones en las que el oponente burlaba la trampa del fuera de juego reaccionaba rápidamente para impedir que el avance continuase y que sus compañeros se reorganizaran defensivamente.

Rol de los laterales y centrales en el equipo de César Luis Menotti en Argentina 1978

En la ubicación de la línea defensiva fue muy importante el sentido posicional de Galván, que a su aguerrido estilo de juego le sumaba el perfecto entendimiento de cómo, cuándo y dónde colocarse.

Ardiles y Gallego complementaban al sistema defensivo cuando Argentina debía replegarse. Gallego atacaba constantemente al oponente que estuviese en su zona y se trasladaba hacia otras zonas defensivas cuando era requerido. Una vez recuperado el balón, sabía mezclar correctamente los pases cortos con los envíos largos.

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La dinámica propia de Ardiles le permitía ser un apoyo defensivo permanente. Sin la fuerza o la agresividad de Gallego, Ardiles obstaculizaba el ataque rival gracias a su posicionamiento y su rápida capacidad de reacción.

Argentina no era un equipo acostumbrado a defender en bloque bajo. Es por ello que la figura de Fillol fue trascendental para sacar a sus compañeros de su área y tapar casi todos los disparos que llegaban a su portería. No es casual que se le recuerde, junto a Kempes y a Passarella, como una de las grandes figuras del equipo campeón de 1978.

El rol de Ubaldo Matildo Fillol en el once argentino campeón del mundo en 1978

Menotti construyó un equipo basado en premisas que parecían novedosas pero que en realidad no lo eran. Estaban olvidadas por el gran público argentino que en años anteriores se había acostumbrado a un fútbol de roce, lucha y combate. El entrenador recuperó las esencias fundamentales del juego típico de su país, tales como la vocación ofensiva, la creatividad y el juego colectivo, y supo dejarlo crecer de la mano de la combatividad propia del futbolista argentino.

Promover esa amalgama fue la clave del éxito argentino en el Mundial 1978. Su Mundial.

Formaciones de Argentina en el debut y final del Mundial de 1978