diego aguirre
Peñarol, 2023-Presente
Volver a Peñarol era una tarea pendiente.
La primera vez que vine aquí tenía 20 añitos y firmé por el club como jugador. Entonces, yo no tenía nada que ver con la persona que soy ahora. Cuando eres joven, te quieres comer el mundo. Pero realmente no tienes mucha conciencia de las cosas. Tomas muchas cosas como naturales y, sin embargo, realmente no lo son.
Con los años adquirí más conciencia y le di más valor a todo lo que me iba pasando en mi vida. Fue algo extraordinario haber llegado a Peñarol porque viví el momento más increíble. Sin duda, uno de los más importantes en la historia del club.
Creo que no puede haber un hito más importante en mi paso por el club que el gol que marqué en la final de la Copa Libertadores de 1987 al América de Cali. Eso te pasa solo una vez en la vida. Tal vez por todo lo que rodeaba al momento. Era el tercer partido de la final, y las normas de desempate definían que, en caso de terminar iguales en la prórroga, ellos eran campeones por la diferencia de goles. Estábamos prácticamente cerca de perder la final y yo pude marcar ese gol.
Imagina la locura que generó eso. Es algo que no puedo comparar con nada.
Sinceramente, más allá de ese inolvidable momento, tengo la suerte de decir que tuve una linda carrera como jugador. Y, tal vez por eso, no me detuve a pensar en lo rápida que fue mi transición a ser entrenador.
Muy pronto comencé a dirigir a un equipo amateur, luego asumí en Plaza Colonia en el año 2002 y me fue bien. Ahí tuve, entre otros, a un chico de Nacional, que nadie conocía, llamado Diego Lugano. En Plaza Colonia comenzó esa linda carrera que Diego tuvo después.
"volver a peñarol era una tarea pendiente"
Casi de inmediato regresé a Peñarol, pero ya como entrenador. Quizás porque había un vínculo muy fuerte con el club. Si no, hubiera sido mucho más difícil llegar. Entonces tenía bastante inexperiencia. Y la inexperiencia seguramente te lleva a cometer errores. Pero fue lo que me tocó e igual lo agradezco.
No obstante, tengo que señalar la tranquilidad que me daba estar en el club donde yo tenía un reconocimiento. Eso me daba cierta espalda. Es decir, sabía que me darían más tiempo por mi pasado como jugador. Sin embargo, también sentía un poco de inseguridad. Afortunadamente, fue un buen año. Terminamos saliendo campeones de Uruguay en 2003, y lo hicimos con un gran plantel. Los jugadores hicieron posible conseguir el título y a mí, particularmente, me ayudaron mucho. Nada mal para ser una primera experiencia en Peñarol.
Luego tuve una oportunidad en el equipo de trabajo del Maestro Óscar Washington Tabárez, como entrenador de la Selección Sub-20 que ganó el Sudamericano y que fue al Mundial. De nuevo, después de eso, volví a Peñarol en 2010 por un lapso. Fuimos campeones con récord de puntos, pero decidí tomarme un descanso después. Sin embargo, fue muy corto.
Regresé a Peñarol en 2011. Y ahí pasó de todo. Hicimos una campaña también muy por encima de las expectativas. Llegamos a la final de Copa Libertadores contra el Santos de Neymar y compañía, que era un verdadero equipazo. Creo que hicimos dos buenos partidos en la final.
"la inexperiencia seguramente te lleva a cometer errores"
Empatamos 0-0 en El Centenario y en la vuelta perdimos 2-1, pero estuvimos metidos en el partido hasta el último segundo. Aunque terminamos perdiendo esa final, se generó toda una ilusión y un reconocimiento de la gente que me marcó.
Los siguientes años me permitieron ver el mundo, porque tuve la posibilidad de conocer culturas distintas y de compartir con jugadores de altísimo nivel. Dirigí a Alisson Becker, hoy portero del Liverpool, en el Inter de Porto Alegre. Al igual que a Andrés D’Alessandro. También a Eder Militão, defensa actualmente en el Real Madrid, y a Antony, en el Manchester United, en mi paso por São Paulo. Y otros muchos grandes jugadores más.
En ese tiempo para ver mundo, también me crucé con entrenadores de primer nivel. En Qatar, por ejemplo, generé una linda amistad con Xavi Hernández. Él dirigía al Al-Sadd y yo al Al-Rayyan, y como hablábamos el mismo idioma, generamos un lindo vínculo. O con Raúl González, que hoy está en el segundo equipo del Real Madrid, compartimos momentos en ocasiones. Esa etapa me dio la posibilidad de estar con esos cracks.
Todo eso me hizo sentirme un afortunado, pero también con momentos en los que sentí que necesitaba una pausa.
"Quizás solo me quedó la cuenta pendiente de la selección uruguaya"
Sin embargo, los descansos fueron muy cortos. ¿Por qué? De repente, estaba en ese tiempo de pausa y me llamaba, por ejemplo, el Inter de Porto Alegre. “¿Entrenador, le apetece venir al club?”. Y a clubes como ese, es imposible decirle que no.
Pero también lo mismo en situaciones en las que el equipo que me llamaba no estaba bien y aun así asumí. Por ejemplo, fui a Santos en un momento que ellos estaban con mucho lío interno. Pero ¿cómo le decís? No puedes decir no a Santos. Como tampoco puedes decir no a dirigir a Cruz Azul de México, un club fabuloso.
Por eso creo que todas han sido experiencias buenísimas y estoy muy agradecido a cada club y a cada presidente que me consideró para ser el entrenador.
Quizás solo me quedó la cuenta pendiente de la selección uruguaya, pero son cosas que pasan. Era algo que me ilusionaba muchísimo y estuve muy cerca de que pasara. Pero cuando no se dio, lo tomé con bastante tranquilidad.
Además, la verdad que siempre, siempre, siempre, estaba con la cabeza en volver a Peñarol. Sin embargo, por diferentes circunstancias, no se daba la oportunidad. Tal vez la última vez, y cuando yo menos lo esperaba, pasó.
"vivo esta nueva etapa con más ilusión que las tres anteriores"
El club confió en mí para un proyecto en el que, como dije en mi presentación, necesitamos un Peñarol unido. Si estamos unidos, nada puede con nosotros.
Obviamente, el club ha cambiado mucho en estos 12 años que estuve fuera. Igualmente yo he cambiado mucho. Todas esas vivencias en muchas partes del mundo y dirigir equipos de diferentes perfiles —grandes, campeones, con historia o con mucha trayectoria— me han hecho adquirir madurez. Sí, se puede madurar cuando ya uno pasa de los cincuenta. También me han dado otra visión sobre la vida.
Antes, por ejemplo, me proyectaba más. Me imaginaba a tres o cinco años por delante. A largo plazo. Hoy, sin embargo, vivo más el día a día. Hay que disfrutar el instante, porque creo que eso llena más que hacer proyectos a mediano plazo. Voy viviendo el presente al máximo, porque si no me pierdo, por pensar de más o por preocuparme. Y las cosas están pasando ahora.
No sé si hay muchos entrenadores que hayan entrenado a un mismo club en cuatro ocasiones y, entre la penúltima y la última ocasión, con un espacio de tiempo de 12 años. Pero yo vivo esta nueva etapa con más ilusión que las tres anteriores.
Es una sensación única, increíble y de felicidad total porque Peñarol es mi vida.