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De atrás hacia adelante

The Coaches' Voice
De atrás hacia adelante
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Redacción
The Coaches' Voice
Publicado el
noviembre 29 2022

graham arnold

Seleccionador de Australia, 2018-Presente

Mi carrera de entrenador empezó al revés.

Mi salto a la fama se produjo en el fútbol de selecciones, como asistente de los Socceroos (la selección de Australia) a las órdenes de Frank Farina. Más tarde aproveché para pasar al fútbol de clubes. Debería haber adquirido primero la experiencia del entorno cotidiano.

Con Frank conseguimos cosas muy buenas, con la generación de oro: Harry Kewell, Mark Viduka, Tim Cahill y otros jugadores. Frank lo construyó, y ganamos el bronce en la Copa Confederaciones de 2001. Cuando se marchó, me quedé a trabajar con Guus Hiddink, su sucesor.

Arnold fue asistente de Guus Hiddink, en el paso del entrenador neerlandés en la selección de Australia. Robert Clanflone/Getty Images

Lo que aprendí de Guus en un año me habría llevado diez por mi cuenta. Fue increíble. No estaba a tiempo completo. También estaba en el PSV Eindhoven, y sólo podía trabajar para la Federación durante 28 días en el año previo al Mundial de 2006. Así que cuando llegó, me dio mucha responsabilidad en la planificación y la organización.

Su atención a los detalles era increíble. Antes de asumir el cargo, conocía los puntos fuertes y débiles de cada uno de nuestros jugadores. Los futbolistas quedaron admirados con él.

Antes de hablar de fútbol, se ocupaba de todos los detalles. Los vuelos que reservamos, los asientos de los jugadores en el avión, las instalaciones de entrenamiento, la diferencia horaria, la procedencia del árbitro… Se trataba de planificar bien las cosas fuera del campo para que no hubiera excusas ni distracciones para los jugadores.

"Una de las principales partes del entrenamiento es eliminar las excusas de los jugadores", me dijo una vez. "Si lo haces todo bien fuera del campo, no tienen excusas. No pueden decir: 'No hemos practicado eso, así que no es culpa nuestra'".

"hiddink fue muy firme con kewell. con viduKa fue mucho más suave y comunicativo"

Su gestión a nivel humano también fue increíble. Kewell, Viduka y Cahill son los tres mejores jugadores que ha tenido Australia. Lo que Harry y Mark hicieron con el Leeds United, y ‘Timmy’ con el Everton, probablemente no se repetirá en mi vida. No hemos vuelto a desarrollar jugadores así, pero Guus sacó lo mejor de ellos.

Fue muy firme con Harry. Con Mark, fue mucho más suave y comunicativo; y con ‘Timmy’ también fue bastante firme. Sabía cómo comportarse y cómo sacar lo mejor de ciertas personas. Cuando jugamos contra Uruguay en Sydney, en el partido de vuelta de la eliminatoria de clasificación para el Mundial de 2006, dejó a Harry en el banquillo. Como soy australiano, le dije: "Jefe, no puedes hacer eso. Estás dejando a Harry Kewell en el banquillo".

Él sólo dijo: "De acuerdo, pero Harry Kewell nos llevará al Mundial cuando salga, así que no le hables". Harry no lo aceptó bien, pero entró, dio el gol de la victoria a Mark Bresciano y estuvo magnífico. Guus, con su experiencia y conocimientos, sabía cómo tratar con ese tipo de jugadores.

La generación de Oro, con Viduka, Kewell y Cahill, lideró la clasificación de Australia para el Mundial 2006, después de eliminar a Uruguay. Mark Nolan/Getty Images

El año siguiente entrené a esos tres jugadores en la Copa de Asia y traté de hacer lo mismo, pero no funciona cuando eres un don nadie, como era yo en ese momento. Guus es un entrenador extraordinario. Fue un aprendizaje para mí.

Cuando Pim Verbeek tomó el relevo de Guus en la selección, aprendí a construir una cultura de familia. Era más bien como un padre para los niños. Era muy, muy comunicativo y práctico, incluso enviando mensajes de texto a los jugadores para que se sintieran queridos y sacaran lo mejor de ellos.

Esos chicos realmente cambiaron mi vida.

"en los mariners, quizá por primera vez en el fútbol australiano, jugué con un mediocampo en rombo"

Después de los Juegos Olímpicos de 2008, supe que si quería seguir siendo entrenador tenía que ir a entrenar a un club. Para acostumbrarme al día a día; a la preparación de los jugadores semana a semana.

Me incorporé al Central Coast Mariners en 2010, cuando el club estaba de capa caída, y era un momento decisivo. Habían quedado octavos en la A-League la temporada anterior, y si no lo hacía bien, probablemente se acabaría mi carrera de entrenador. Si lo hacía, podría seguir adelante.

La última vez que estuve en el fútbol de clubes, era semiprofesional. La A-League empezó en 2005, así que se había transformado desde entonces en profesional. Podías entrenar dos veces al día, todos los días, construir unas instalaciones en las que podías comer con los jugadores y controlar sus dietas, y desarrollar los recursos fuera del campo que necesitabas para mejorar el estado físico y el rendimiento de los chicos.

Arnold, en 2010, llevó a los Mariners a la Gran Final de la liga australiana en su tercera temporada en el club. Jonathan Wood/ Getty Images

Soy muy, muy flexible. Hago jugar a los futbolistas según sus puntos fuertes y el aspecto táctico del juego. Prefiero un juego de presión alta e ir a por al rival. En la posesión del balón, intercambio de posiciones eficaces, romper las líneas y atacar la espalda del rival. Puedes hacer que el fútbol sea difícil o sencillo, y si juegas con los jugadores según sus puntos fuertes, se sienten cómodos y saben lo que pueden hacer. Así que adaptas su papel a eso.

Antes, en Australia, la opinión generalizada era que los sistemas hacen a los jugadores, pero yo creía que los jugadores hacían los sistemas y que había que jugar con los jugadores según sus puntos fuertes. En el Mariners, tal vez por primera vez en el fútbol australiano, jugué con un mediocampo en rombo por detrás de dos delanteros. Los rivales tardaron en entenderlo.

También volví a una política de apostar por la juventud. Encontré a Matty Ryan, Tommy Rogic y Trent Sainsbury, todos con 18 años, y construí la siguiente generación de jugadores del Mariners. Pero tuve mucha suerte: nuestro presidente exigía que vendiéramos jugadores para sobrevivir, así que los resultados no eran tan importantes. Se trataba más bien de desarrollar a los chicos y venderlos.

"los jugadores no sólo entrenaban y se iban a casa; se reunían y se hacían amigos"

El club no tenía un gimnasio, una piscina de recuperación o un buen campo de entrenamiento. Todas esas cosas afectan al rendimiento, y por entonces sabía que sólo seríamos tan buenos en el campo como lo fuéramos fuera de él. Así que le dije al presidente que estaba dispuesto a centrarme en los chicos, pero que tendríamos que construir esas instalaciones.

También construimos un espacio donde podíamos almorzar con comida cocinada por un chef. Yo sacaba 20 dólares a la semana de los sueldos de los jugadores para la comida, y también teníamos un proveedor de frutas y verduras, pero como comíamos juntos había más comunicación, lo que mejoraba el ambiente. Los jugadores no se limitaban a entrenar e irse a casa. Se reunían y se hacían amigos, lo que también ayudaba.

En mis tres años allí nos clasificamos dos veces para la Liga de Campeones de Asia. Seleccioné a más chicos; el límite salarial australiano significaba que nunca íbamos a ganarla, así que pudimos tratarla como un extra y darles oportunidades, y por tanto más confianza, contra jugadores de calidad.

Marines ganó la liga australiana en el tercer año de Arnold en el club. Cameron Spencer/Getty Images

En ese primer año, quedamos segundos en la A-League, y perdimos la Gran Final en la tanda de penaltis contra el Brisbane Roar de Ange Postecoglou. En el segundo año ganamos la Premiership, quedando primeros en la tabla al final de la temporada regular, y en el tercer año ganamos la Championship tras quedar de nuevo segundos (arriba). Ese progreso consistió en confiar en los chicos y en su energía, y en creer que podían hacer el trabajo.

Cuando aún estaba en el Mariners, me entrevistaron en el Sheffield United. Pero sentí que mi nacionalidad hacía que cuestionaran mis conocimientos y, por tanto, que no confiaran plenamente en mí. También hubo un par de ofertas de trabajo -incluso del Sydney FC-, pero no era el momento adecuado. Habría hecho un flaco favor a los chicos que habían firmado contratos, así que quise quedarme y ver el trabajo hasta el final.

La oportunidad de ir al Sydney FC -el club más grande de Australia- surgió de nuevo en 2014. El momento era mejor, aunque me quedé asombrado por lo mala que era la cultura allí, y por sus recursos fuera del campo.

"todo el mundo habla de contrataciones y calidad, pero un de las cosas más importantes es la persona"

Alessandro Del Piero estaba entre sus jugadores, y tenía su propio vestuario. No había un grupo, y eso no se puede tener si se quiere crear un equipo. Una de mis primeras decisiones importantes fue si debía retenerlo en el equipo o traspasarlo, y decidí hacer lo segundo. Como entrenador, tienes que seguir tu instinto.

Puse un montón de reglas, e hice construir un gimnasio y un campo de entrenamiento. Empecé a llevar a los jugadores a desayunar más temprano, y también arreglé nuestro departamento de análisis de vídeo.

Había que reconstruir la cultura. Conseguimos que se instalara una guardería, porque no se había prestado atención a lo que hacían las familias, ni a dónde se sentaban las esposas y sus hijos en el estadio. También organicé un acto familiar antes del comienzo de la temporada, para intentar que las esposas se sintieran tan importantes como los jugadores, y para tratar de desarrollar el sentimiento de familia.

Arnold también ganó la liga australiana con Sidney FC, convirtiéndose en uno de los entrenadores más destacados del país. Mark Metcalfe/ Getty Images

Todo el mundo habla de la contratación y la calidad, pero una de las cosas más importantes es la persona. Si te dicen que el jugador es una buena persona, tienes muchas posibilidades de tener éxito. También me deshice de una docena de jugadores y tuve que eliminar a algunos miembros del personal. Todos teníamos que estar de acuerdo.

Ese primer año llegamos a la Gran Final, pero fue un milagro porque estábamos desarticulados y no estábamos en buena forma. El segundo año, en el que también hubo cambios de personal, nos quedamos fuera de los seis primeros puestos de la A-League, pero llegamos a los octavos de final de la Liga de Campeones de la AFC.

"no creo que la gente entienda lo difícil que es entrenar a tu nación"

Al llegar al tercer año, todo estaba listo. Habíamos reconstruido nuestros recursos y nuestra cultura, y habíamos hecho las contrataciones necesarias. Los jugadores también estaban preparados, y se notó: llegaron los títulos.

Me ofrecieron el puesto con los Socceroos en 2018. Es el trabajo más grande que puede tener un australiano, y también el que conlleva más presión.

Arnold tomó la dirección de la selección de Australia después del Mundial 2018. Matt King/Getty Images

No creo que la gente entienda lo difícil que es entrenar a tu país. Dentro de tu corazón y de tu cuerpo tienes esta pasión por tu patria, y no quieres otra cosa que tener éxito. Además, cargas con las expectativas de todo un país.

El envejecimiento del grupo que tenía la selección de Australia significaba que tenía que desarrollar jugadores y crear profundidad, y así clasificarse para el Mundial de 2022 de la manera más difícil posible: desarrollando jugadores y ganando partidos al mismo tiempo.

Hacerlo durante la pandemia lo hizo aún más difícil. Me perdí dos concentraciones por culpa del virus Covid, y varios jugadores también cayeron, pero conseguimos grandes cosas. Nos clasificamos para los Juegos Olímpicos por primera vez en 12 años, y batimos un récord mundial al ganar 11 partidos consecutivos de clasificación para el Mundial.

Australia se clasificó para su quinto Mundial consecutivo después de eliminar a Perú en la última eliminatoria. Joe Allison/Getty Images

Los chicos hicieron muchos sacrificios y mostraron mucho compromiso, pero en esas dos eliminatorias para el Mundial 2022, contra Emiratos Árabes Unidos y luego contra Perú, estaban decididos a hacer el trabajo. Utilizamos 45 jugadores a lo largo de esa campaña, y viajaron desde todo el mundo, a veces sin el consentimiento de sus clubes.

Cuando se consiguió la clasificación, fue un alivio para todos nosotros. Habíamos hecho un trabajo. Ahora, en el Mundial, nos enfrentamos a otro.