matías almeyda
AEK Atenas, 2022-Presente
El primer sistema que puse en práctica como entrenador fue el 4-4-2. Un sistema clásico para encontrar algo de cordura en la situación más extraña que jamás haya vivido River Plate en su historia: el equipo estaba en la Segunda División argentina.
Armé el 4-4-2 sobre la base de los dos grupos de jugadores que teníamos en el plantel. Un grupo estaba formado por futbolistas que habían regresado a River por amor al club. Querían estar ahí para llevarlo a Primera lo más pronto posible.
El otro, por los jugadores que se quedaron a pesar del descenso. También lo hicieron por amor a River.
Sin embargo, nunca pude llegar a desarrollar el 4-4-2 como yo habría querido. ¿Por qué? Estábamos obligados a ganar todos los partidos. Entonces, no me pude enfocar tanto en las estrategias para hacer un fútbol más vistoso, sino en un juego basado exclusivamente en la búsqueda del resultado. No valía otra cosa para River que volver a la Primera.
Por momentos durante la temporada, sí llegué a utilizar diferentes defensores, con características de juego distintas. Unos con más juego aéreo para partidos en los que sabía que el rival nos iba a lanzar muchos balones por arriba. También otros con más técnica para intentar salir jugando desde atrás. Pero lo que nunca cambié fue el tipo de centrocampistas.
"utilicé Un sistema clásico para encontrar algo de cordura en la situación más extraña que jamás haya vivido River"
La Segunda fue una competencia muy agresiva para River. Y cuando hablo de agresiva, me refiero a que, para todos los equipos, jugar contra River era su partido del año. Todos esperaban ese día.
Recuerdo que hasta se hacían camisetas conmemorativas con la fecha del enfrentamiento ante nosotros que luego vendían entre los aficionados. En muchas ocasiones, también jugábamos en campos con muy mal estado del césped, donde era casi imposible jugar por abajo.
Pues bien, para este tipo de partidos entendí que necesitaba de centrocampistas igual de agresivos o mucho más que el entorno y los rivales. Entre los jugadores en la mitad de la cancha, tuvo mucho peso en el equipo Ezequiel Cirigliano. Ezequiel era el típico ‘5’ argentino. Un jugador con mucha fuerza y mucha técnica. Sin duda, un futbolista completo.
En el 4-4-2, entendí que también necesitaba jugadores de banda con mucho recorrido. Yo siempre busco generar superioridades por fuera. Ya sea de dos contra uno con el lateral y el winer (extremo), de tres contra dos si el centrocampista va a la ayuda a un lado.
"no me pude enfocar tanto en las estrategias para hacer un fútbol más vistoso, sino en un juego basado exclusivamente en la búsqueda del resultado"
En River jugué con Lucas Ocampos. Lo había visto en un entrenamiento y lo llevé al primer equipo. Fue una sorpresa que apostara por un chico de solo 16 años.
Pero Lucas no se intimidó. Jugó casi todos los partidos, con un ida y vuelta impresionante en la banda izquierda a pesar de ser un jugador tan joven. En la derecha, jugó Carlos Sánchez, con las mismas características que Lucas.
Sé que no fuimos un equipo que dominara la posesión. Más bien fuimos un equipo directo, con mucho redoble por afuera en las bandas - como yo quería - y efectivo. La efectividad llegó gracias al Chori Dominguez y Fernando Cavenaghi, dos de esos futbolistas que volvieron a River por eso que dije antes: amor al club. Como también lo hicieron Leo Ponzio y David Trezeguet. Ambos llegaron en el segundo semestre, lo que nos permitió reforzarnos mejor.
El 4-4-2 tomó entonces más sentido porque teníamos dos atacantes de la calidad de Cavenaghi y Trezeguet. David marcó la diferencia en el juego aéreo en el área rival con su movilidad y certeza para el remate. En eso era único. Entre todos logramos con mucho sacrificio que el River fuera campeón y así volver al lugar de donde no debería haberse ido nunca.
"Yo siempre busco generar superioridades por fuera"
Una vez en Primera, mantuve el 4-4-2. Pero yo quería cambiar la idea de juego. Mi intención era que River fuera más protagonista con balón, pero seguimos siendo un equipo sin un gran dominio de la posesión. Llegó un momento de la temporada que decidí dar un paso atrás, jugar con un equipo que se protegiera con una línea de cuatro que no arriesgara con balón.
Sin embargo, ahí me equivoqué.
Yo tuve en mi carrera como jugador algunos entrenadores que también hicieron lo mismo. Siempre se saltaban una parte del campo para buscar un pase largo al otro lado y ahí comenzar el ataque. Pero eso a mí aburría. El futbolista cuando disfruta es cuando tiene la pelota. Cuando se pasa la pelota entre los compañeros para llegar arriba y atacar. Sin embargo, yo en River caí en eso que tanto me aburría como jugador. ¿Por qué? Buscaba salvar el resultado y, de paso, salvarme a mí del despido. Pero, como ya dije, fue un error por mi parte.
Un error que me prometí no cumplir nunca más en mi carrera.
"Gran parte del éxito de ese dibujo en Banfield recayó en Juan Cazares. Ponía cuatro o cinco balones de gol por partido"
Por eso cuando llegué a Banfield tuve claro que iba a hacer lo que yo quería. Si no salía bien, que no fuera porque yo no había ido con todo. Rompí con el 4-4-2 que había utilizado en River, que también era el dibujo clásico en Banfield, Aposté entonces por el 3-3-1-3. Sé que suena raro el sistema, pero yo quería un equipo muy atrevido, rápido en la salida jugando desde atrás, con mucha movilidad de los jugadores y protagonista.
También un equipo reversible. ¿Y qué es un equipo reversible? Para mí, todos los jugadores tenían que jugar, correr, defender y atacar. Los diez jugadores de campo deben cumplir esas características. El sistema resultó a la perfección. Banfield jugó realmente bien en la Segunda de Argentina, con una gran diferencia de juego y puntos sobre los rivales para ascender.
Gran parte del éxito de ese dibujo en Banfield recayó en Juan Cazares. Juan era un mediapunta que yo había traído de River y cumplió la función de enganche. Ponía cuatro o cinco balones de gol por partido. Un jugador diferencial, sin duda.
Nos fue muy bien así en Segunda, pero quedaba por ver si íbamos a ser capaces de hacerlo en Primera, prácticamente con el mismo plantel. La decisión que tomé fue variar algo el dibujo.
"También un equipo reversible. ¿Y qué es un equipo reversible? Para mí, todos los jugadores tenían que jugar, correr, defender y atacar"
Pasamos a jugar con una línea de cuatro atrás, dos medios por delante, el enganche y tres jugadores arriba en la misma línea. El ‘9’ y los wines (extremos). Esto se puede ver como un 4-2-3-1, pero no lo era. El dibujo era un 4-2-1-3 porque los wines no eran volantes o carrileros, sino jugadores de ataque.
Realmente fue algo arriesgado, pero en el campo se vio reflejado lo que queríamos: un fútbol diferente con jugadores muy jóvenes y otros que recuperamos su mejor nivel.
Cuando llegamos a México con el Chivas, no cambió nada. Seguí con el 4-2-1-3, con la idea de salir del fondo con la pelota jugada, dominar el partido a través del control de la posesión y atacar.
Ese Chivas fue un equipo competitivo. Competitivo porque jugamos igual en casa y fuera, sin regalar posesión a nadie, ni a dedicarse a esperar a que se equivocara el rival. Nosotros provocamos el fallo en los rivales con nuestro juego.
"El dibujo en chivas era un 4-2-1-3, porque los wines no eran volantes o carrileros, sino jugadores de ataque"
Con esta estrategia y metodología, en dos años llegamos a siete finales de las cuales ganamos cinco. Fue muy bueno lo que se hizo en Chivas con este sistema. Podían cambiar las características individuales de unas posiciones, pero el 4-2-1-3 no.
Tampoco en San Jose Earthquakes. Aunque costó mucho que los jugadores lo pudieran entender. En el sistema 4-2-1-3, yo siempre pido a mis centrales que salgan a igualar con su rival. Así que, en muchos momentos, tienen que salir de su zona para igualar hacia adelante.
Sin embargo, en San Jose la primera acción de los centrales ante la pérdida era replegar. No iban a la presión y tampoco achicaban espacios. Yo viví de la presión como jugador. Fui un centrocampista que no dejaba girar al rival. Y mis equipos deben tener eso.
Después de varias derrotas y trabajar muy duro, los jugadores lo entendieron. Encontraron un sistema con el que sentían que iban a ser mejores y con el que se identificaban.
"El grupo es lo primero para mí como entrenador, después está el sistema y la estrategia"
El 4-2-3-1 sigue muy presente en AEK. Pero también somos un equipo tácticamente más flexible porque las competiciones y rivales demandan cosas diferentes.
Al final, debes entender que el sistema es importante, pero debe adaptarse a las características de los jugadores.
Puedo jugar con un 3-1-3-1, con los wines muy arriba, con un ‘5’ en el medio o cualquier otra cosa... Pero no hay nada en lo táctico y la estrategia que yo vaya a inventar que no se haya hecho antes.
En el fútbol, todo está inventando. No obstante, sí puedo hacer cosas nuevas en la gestión de grupo.
El grupo es lo primero para mí como entrenador. Después está el sistema y la estrategia. Ese es el orden en el que yo creo.