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Superar la adversidad

The Coaches' Voice
Superar la adversidad
Fotografía: Philip Haynes
Redacción
The Coaches' Voice
Publicado el
abril 25 2023

MARTIN O'NEILL

Celtic, 2000-2005

Todavía no he visto de nuevo la final de la Copa de la UEFA de 2003 en su totalidad.

Sí algunos fragmentos a lo largo de los años, por supuesto, pero nunca el partido completo. Ha habido veces en las que, cambiando de canal, me he topado con una repetición. Veía un minuto o algo así, pero eso era todo lo que aguantaba.

Estuvimos tan, tan cerca.

A veces pienso qué cosas podría haber hecho de otra manera si pudiera volver a tener la oportunidad. Pero todos los entrenadores derrotados hacen exactamente lo mismo. Sir Alex Ferguson me dijo una vez lo mismo sobre la final de la Champions League de 2011, cuando el Barcelona derrotó al Manchester United en Wembley. Repitió todos los desenlaces posibles en su cabeza una y otra vez.

El Celtic de Martin O'Neill perdió la final de la Copa de la UEFA 2003 ante el Porto de Mourinho. Michael Steele/Getty Images 

Pero a pesar de la derrota, veinte años después los aficionados del Celtic siguen describiendo el trayecto hasta llegar allí como un viaje épico. No sólo la final de Sevilla, sino los partidos que allanaron el camino. Y sorprendentemente, aunque terminamos la temporada sin un título, nuestros seguidores hablan de ese año como uno de los más memorables de la historia del club.

En una de las primeras rondas, quedamos emparejados con el Blackburn Rovers, que por aquel entonces volaba alto en la Premier League. La eliminatoria suscitó las habituales comparaciones y contrastes entre el fútbol inglés y el escocés, así que sentíamos cierta presión por hacerlo bien. El Rovers jugó especialmente bien en Celtic Park y tuvieron mala suerte al perder por un gol en los últimos minutos. Pero en el partido de vuelta, disputado en Ewood Park, nuestros jugadores y la afición estuvieron absolutamente magníficos, al tiempo que Chris Sutton volvía a atormentar al club en el que había logrado un éxito increíble algunas temporadas antes.

"Aquella noche todavía está teñida de tristeza para mí, por lo cerca que estuvimos de ganar un trofeo europeo"

Y así seguimos adelante, venciendo al Celta de Vigo y al Stuttgart para alcanzar los cuartos de final, donde nos esperaba el Liverpool de Gérard Houllier, un equipo repleto de estrellas. Y vaya eliminatoria que resultó ser.

El ruido generado en Celtic Park en el partido de ida pudo oírse en todo Glasgow. Un empate a uno en significaba que teníamos que marcar al menos un gol en Anfield, y, una vez más, el equipo estuvo a la altura de las circunstancias, con estupendos goles de Alan Thompson y John Hartson que nos dieron una increíble victoria por 2-0 (abajo). Fue realmente una noche tremenda. Luego en semifinales Henrik Larsson marcó en Boavista para llevarnos a la final de Sevilla.

Los jugadores celebran en Anfield el pase a la final de la Copa de la UEFA 2003, tras vencer al Liverpool la eliminatoria de cuartos. Gary M Prior-Getty Images

En la final nos enfrentamos al Porto de José Mourinho. Unos 75.000 aficionados del Celtic acudieron a Sevilla para ese partido, y el ambiente que se respiraba era sensacional.

Aquel Porto era un equipo que jugaba muy bien al fútbol. Nueve de los titulares de aquella noche ganaron la final de la Champions League al año siguiente. Deco, Ricardo Carvalho, Derlei, Maniche, Paulo Ferreira... Eran jugadores de primer nivel. Fue un verdadero desafío para nosotros.

Podríamos y deberíamos haber ganado ese partido. Henrik Larsson tuvo otra noche sensacional, y sus dos goles llevaron el partido a la prórroga. De no ser por la expulsión de Bobo Baldé en el tiempo de prolongación, creo que lo habríamos conseguido. Pero no pudo ser.

"el hecho de que peter tayolr pensara que yo tenía madera de entrenador significaba mucho para mí"

Aquella noche todavía está teñida de tristeza para mí, por lo cerca que estuvimos de ganar un trofeo europeo, que habría sido el primero del Celtic desde que el gran Jock Stein ganara la Copa de Europa en 1967.

Obviamente, se trata de un gran pesar.

Si miro mucho más atrás, al comienzo, curiosamente, nunca me había planteado ser entrenador cuando era jugador. Aunque trabajé mucho tiempo bajo las órdenes de uno de los mejores entrenadores de todos los tiempos, Brian Clough.

Miles de aficionados del Celtic se dieron cita en Sevilla en la final. Michael Steele/Getty Images

Entonces, por casualidad, un día después de retirarme, me encontré con Peter Taylor, el ayudante de Brian en el Nottingham Forest. En realidad, quería evitarle, ya que no nos habíamos llevado muy bien como jugador y segundo entrenador.

Pero él me vio. Y me dijo algo que cambió por completo mi forma de pensar.

"Me decepcionas", dijo. "Pensé que terminarías como entrenador".

"Tenías a los dos mejores maestros. Me tenías a mí y a Brian Clough".

"era gente normal con trabajos cotidianos a los que sólo iba a convencer alguien que ganara partidos"

Eso era cierto. Y el hecho de que él pensara que yo tenía madera de entrenador significaba mucho para mí. Si Peter Taylor pensaba eso, sabía que debía haber algo en ello.

Casi de inmediato, empecé a solicitar puestos de trabajo.

Sin embargo, al principio no tuve suerte. En aquella época, en las divisiones inferiores de la Liga de Fútbol Inglesa (EFL, por sus siglas en inglés) e incluso por fuera del sistema había un auge de los jugadores-entrenadores. Los presidentes veían la oportunidad de hacer un trato de dos por uno con jugadores de gran calidad que estaban llegando al final de sus carreras y buscaban su primer trabajo como entrenador. Sin embargo, para mí no era una opción, debido a las lesiones que pusieron fin a mi carrera antes de tiempo. Por eso, las entrevistas eran difíciles.

Me dieron una oportunidad en el Grantham Town, un modesto club inglés que entonces estaba muy abajo en la pirámide del fútbol. Entrenaba dos noches a la semana y jugábamos el fin de semana. Me encantaba, aunque no todos los momentos eran glamurosos.

Martin O'Neill, en la entrevista con Ali Tweedale, periodista de The Coaches' Voice Philip Haynes

Me entusiasmaba el Grantham porque lo disfrutaba mucho, y fue una gran prueba para mí. Mi carrera como futbolista no significaba nada allí; era gente normal con trabajos cotidianos a los que sólo iba a convencer alguien que ganara partidos. Por suerte, lo conseguí.

Un par de años más tarde, un encuentro casual con el comentarista Alan Parry, directivo del Wycombe Wanderers, cambió el rumbo de mi carrera.

Poco después de aquella reunión, me convertí en su entrenador. El Wycombe era un club de la Vauxhall Conference que luchaba por entrar en la EFL.

"o estoy seguro de que ni el más acérrimo seguidor del Celtic hubiera esperado un cambio tan rápido en nuestra suerte"

A veces se dice que cuando eres entrenador es mejor cometer los errores cuando se está más abajo en la pirámide y aprender de ellos. Yo no estoy de acuerdo en absoluto.

Sabía lo arriesgada que era la vida ahí abajo. Había visto lo difícil que era conseguir un trabajo en un club más grande. Un fracaso en el Wycombe significaría el final de mi carrera como entrenador.

Philip Haynes

Así que trasladé a mi familia de Nottingham a Buckinghamshire y me entregué en cuerpo y alma al club. Los sacrificios que tuvieron que hacer mi mujer y mis hijas al final dieron sus frutos.

El Wycombe se convirtió en club de la Football League en 1993, un momento de gran orgullo para mí como entrenador. La temporada siguiente, al vencer al Preston en los play-offs de Wembley, conseguimos el ascenso a la primera división.

Este éxito en el Wycombe me llevó a una breve etapa en el Norwich City en 1995, antes de trasladarme al Leicester City a finales de ese año.

Los primeros días en Filbert Street, cuando las victorias eran difíciles de conseguir, no fueron demasiado agradables. Afortunadamente, pude enderezar el rumbo y logré el ascenso a la Premier League al final de esa temporada. Siguió un periodo dorado en la historia del Leicester, con cuatro clasificaciones consecutivas entre los diez primeros y dos victorias en la Copa de la Liga, que llevaron el fútbol europeo a Filbert Street.

En 2000, el Celtic llamó a mi puerta. Era una oportunidad difícil de rechazar.

"En aquel momento no lo pensé, pero mirando atrás, creo que fue un momento decisivo para el club el 6-2 al rangers"

Nacido en Irlanda del Norte y siendo criado como católico nacionalista irlandés, había bastantes posibilidades de que creciera apoyando al Celtic. Sin embargo, nunca pensé que tendría la oportunidad de dirigir al club.

La verdad es que cuando llegué, la tarea no era para nada atractiva. El Rangers había ganado 11 de las 12 últimas ligas escocesas, y en 1999/2000 había terminado 21 puntos por delante del Celtic en lo alto de la tabla.

Mi objetivo inicial era acortar distancias con el Rangers. No estoy seguro de que ni el más acérrimo seguidor del Celtic hubiera esperado un cambio tan rápido en nuestra suerte. Creo que, en un principio, se podría haber considerado un éxito reducir la diferencia de 21 puntos a una diferencia más respetable.

El Celtic ganó 6-2 al Rangers en el primer Old Firm de Martin O'Neill. Stu Forster/Allsport
El Celtic ganó 6-2 al Rangers en el primer Old Firm de Martin O'Neill. Stu Forster/Allsport

Nadie podía prever lo que ocurriría en esa primera temporada, ¡quizá yo tampoco!

Heredé algunos jugadores realmente buenos, pero el grupo en sí había perdido mucha confianza.

Mark Viduka se marchó al Leeds United, así que utilicé ese dinero para comprar a Chris Sutton, que era un futbolista muy, muy bueno. Aunque Chris lo estaba pasando mal en el Chelsea, había sido brillante en el Blackburn Rovers cuando ganaron la Premier League. Así que, aunque habíamos perdido a un excelente jugador como Viduka, sustituirlo por Chris fue toda una declaración de intenciones. Sería fundamental en el éxito posterior.

Traje a otros jugadores muy buenos, como Joos Valgaran, Alan Thompson, Didier Agathe y, unos meses más tarde, Neil Lennon. Con cada victoria, los niveles de confianza aumentaban de forma espectacular en la plantilla.

"Una derrota por 5-1 ante el Rangers en noviembre fue la única mancha en una temporada casi perfecta"

A los cinco partidos de la temporada, las cosas iban bien. Nos enfrentábamos a nuestro primer clásico del Old Firm Derby, y tanto nosotros como el Rangers veníamos de ganar nuestros cuatro primeros partidos de liga.

Había 60.000 personas en Celtic Park, y el estadio vibraba. Marcamos tres goles en los primeros once minutos y ganamos 6-2.

Era un partido crucial para nuestras esperanzas de éxito esa temporada, pero la forma en que ganamos lo hizo aún más importante. En aquel momento no lo pensé, pero mirando atrás, creo que fue un momento decisivo para el club. De repente, todo el mundo en el Celtic supo que podíamos volver a competir con el Rangers y ganarle.

Henrik Larsson fue un jugador muy importante para Martin O'Neill en el Celtic. Laurence Griffiths/ALLSPORT
Henrik Larsson fue un jugador muy importante para Martin O'Neill en el Celtic. Laurence Griffiths/ALLSPORT

Cuando empiezas a ganar partidos, sobre todo partidos como ese, los futbolistas empiezan a creer en ti y en tus métodos. El ambiente en el club había cambiado visiblemente. Todo iba  viento en popa.

Configuré el equipo para aprovechar al máximo la capacidad de Henrik Larsson en la delantera. Podía marcar goles en cualquier situación, así que sabía que si le hacíamos buenas entregas, marcaría muchos. Organicé el equipo en un 3-5-2, como hice en el Leicester, con la amplitud adecuada de los laterales, que eran casi como extremos que defendían cuando fuese necesario. La idea era que cuantos más centros pudiéramos enviar, más goles marcaría Henrik, y Chris Sutton era el complemento perfecto para él. Alan Thompson y Didier Agathe atacaban por las bandas y ponían centros de calidad, y como resultado, Henrik marcó un número fenomenal de goles: 53 en 50 partidos en todas las competiciones, para ser exactos.

Funcionó a las mil maravillas. Una derrota por 5-1 ante el Rangers en noviembre fue la única mancha en una temporada casi perfecta. No volvimos a perder ningún partido en ninguna competición nacional hasta que ganamos la liga, y acabamos ganando el título por 15 puntos de diferencia con el segundo, además de la Copa de la Liga y la Copa de Escocia. Habíamos ganado el triplete. Era la primera vez desde el equipo de Jock Stein, más de 30 años antes.

"a los 15 meses de mi llegada al celtic, estábamos en la champions league"

En mi primera temporada en el Celtic, habíamos logrado lo que muchos consideraban totalmente irrealizable. El Celtic había vuelto a lo más alto.

Por supuesto, entrenar a los jugadores era importante. Intentar ayudar a jugadores muy buenos a ser aún mejores con ejercicios en el campo de entrenamiento desempeñó un papel importante. Pero todos los entrenadores te dirán que la gestión humana es absolutamente crucial. Pep Guardiola, uno de los mejores entrenadores de todos los tiempos, daría fe de ello.

Mantener contentos a los jugadores es una parte difícil del trabajo. Sé que cuando yo era jugador, si no estaba en el equipo, me sentía muy infeliz. Se trata de crear un ambiente en el que los jugadores puedan prosperar, y también en el que la gente sepa que, si lo hacen bien, serán recompensados.

Martin O'Neill conquistó el triplete nacional en su primera temporada al frente del Celtic. Stu Forster/ALLSPORT
Martin O'Neill conquistó el triplete nacional en su primera temporada al frente del Celtic. Stu Forster/ALLSPORT

Después de ganar el triplete nacional, al empezar la temporada siguiente pensé que motivar a los jugadores no sería difícil, simplemente porque teníamos la Champions League por delante. John Hartson llegó al club procedente del Coventry, y su contribución en las dos temporadas siguientes sería inestimable.

A principios de temporada ganamos la eliminatoria previa de clasificación  a doble partido a un brillante Ajax. A los 15 meses de mi llegada al Celtic, estábamos jugando la fase de grupos de la Champions.

Tuvimos noches increíbles. Nos enfrentamos a la Juventus, al Porto y al Rosenborg en nuestro grupo, y ganamos los tres partidos en casa, pero perdimos los tres fuera. Fue casi increíble, pero quedamos eliminados con nueve puntos, lo cual fue muy duro de asumir. La derrota ante la Juventus, con un penalti muy dudoso en el último minuto que nos hizo perder 3-2, ¡todavía me fastidia! Pero fue una campaña emocionante para nosotros, teniendo en cuenta que éramos novatos en la Champions League.

"A veces creo que me fijo más en las decepciones que en los logros"

Mientras tanto, nuestro rendimiento en la liga no se resintió en absoluto, y ganamos el título con 103 puntos.

Luego llegó la temporada 2002/03 y esa maravillosa trayectoria en la Copa de la UEFA. Una de las cosas más locas de la final fue que, después de haber jugado un partido tan agotador en Sevilla el miércoles, haber perdido en la prórroga y no haber regresado al hotel hasta cerca de las 3 de la madrugada, tuvimos que jugar nuestro último partido de la temporada de liga el domingo. Pero no era un partido cualquiera. Estábamos empatados a puntos y en diferencia de goles con el Rangers, a falta de un partido.

Emocionalmente, era mucho con lo que lidiar.

Bobo Baldé fue expulsado en la final de la Copa de la UEFA en la temporada, 2002/03, en la que el Celtic de Martin O´Neill acabó con las manos vacías. Michael Steele-Getty Images

Teníamos al Kilmarnock fuera; el Rangers tenía al Dunfermline en casa. Debíamos marcar más goles que el Rangers para ganar el título.

Habíamos jugado once partidos más que ellos a lo largo de toda la temporada, así que nos pusimos a prueba física y mentalmente a medida que nos acercábamos al final de la temporada. Era mucho pedir a los jugadores.

Marcamos cuatro goles y ganamos 4-0. Pero el Rangers ganó 6-1. Ellos ganaron el título por un solo gol.

Y así fue como terminamos la temporada 2002/03 con las manos vacías.

"El Celtic ha dominado al Rangers durante los últimos 20 años, y creo, y mucha gente lo dice, que las cosas cambiaron cuando yo estuve al frente del equipo"

Mi segundo entrenador, John Robertson, me cuenta que en el vestuario de Rugby Park les dije a los jugadores que ganaríamos la liga la temporada siguiente con mucha diferencia. Quizás fue una bravuconada por mi parte, pero lo hicimos. Por un margen considerable. Los jugadores tienen todo el mérito de haber superado esas decepciones y de haberse recuperado de la manera en que lo hicieron.

Me encantó cada minuto de mi estancia en el Celtic. A veces creo que me fijo más en las decepciones que en los logros, pero puede que se deba más a mi forma de criarme que a otra cosa. Más allá de los títulos que ganamos, ese periodo sentó las bases de un éxito real y duradero.

Martin O´Neill, entrevista The Coaches' Voice.
Martin O´Neill. Philip Haynes

El Celtic ha dominado al Rangers durante los últimos 20 años, y creo, y mucha gente lo dice, que las cosas cambiaron cuando yo estuve al frente del equipo. Creo que aquella victoria por 6-2 contra el Rangers fue un gran momento en ese giro.

Fue un verdadero honor dirigir al Celtic. En esos cinco años cambiamos el rumbo, construimos una plantilla brillante, dimos muchas alegrías a los aficionados del Celtic y cosechamos grandes éxitos.

Los jugadores con los que trabajé durante ese tiempo merecen un enorme reconocimiento por haberlo hecho posible.