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La competencia no tiene edad

Felipe Rocha
La competencia no tiene edad
Fotografía: Wagner Meier/Getty Images
Redacción
Felipe Rocha
Publicado el
noviembre 11 2024

Thiago Carpini

Vitória, 2024-Presente

¿Qué está pasando en Brasil con los entrenadores? Bueno, mi respuesta es que el fútbol brasileño necesita jóvenes entrenadores.

Sin embargo, se da una paradoja, porque cuando por primera vez un entrenador joven flaquea, se dice: “Ah, pero si no tiene experiencia”.

Sí, existen las ganas de una renovación en mi país, es decir, de hacer las cosas de modo diferente, pero no tenemos paciencia para ponerla en práctica.

Yo sentí eso en el São Paulo. Estuve al frente del equipo sólo 18 partidos. Ganamos la Supercopa de Brasil, tuvimos buenos resultados y algunos altibajos, algo natural al comienzo de un proyecto. Pero no fue mas allá. ¿Mi punto de vista? Creo que el trabajo merecía continuidad.

Tal vez mi edad influyó en la decisión de la directiva, pero todo el mundo tiene que empezar un día al más alto nivel, ¿no?

Thiago Carpini
Thiago Carpini llegó a Vitória en 2024, un nuevo club en su carrera como entrenador. Alexandre Schneider/Getty Images

Aunque me considero joven, sí tengo mucha experiencia como entrenador, porque empecé hace tiempo en esto. Fui asistente de Evaristo Piza en el XV de Piracicaba en 2018, apenas unos meses después de retirarme como jugador.

Me había graduado en Educación Física cuando aún era futbolista, pero no estaba seguro de lo que quería hacer después de colgar las botas. Fue Piza, que había sido mi entrenador en Guaraní, quien me abrió las puertas a mi nueva carrera.

Yo no estaba seguro de da todavía ese paso, pero como Piracicaba está cerca de Campinas, donde vivía, así que decidí aceptar la invitación y probar el nuevo rol. Hicimos una temporada muy buena, casi llevando al XV a la elite del fútbol paulista.

"En brasil existen las ganas de una renovación, pero no tenemos paciencia para ponerla en práctica"

Luego invitaron a Piza a hacerme cargo del Botafogo da Paraíba, que no está precisamente cerca de Campinas. Pero para entonces, yo ya me había enamorado, y no tenía dudas: quería ser entrenador de fútbol.

Una vez más, el trabajo dio sus frutos. Fuimos finalistas de la Copa do Nordeste —perdimos la final contra el Fortaleza de Rogério Ceni— y campeones de Paraíba. Entonces recibí una invitación del Guaraní para convertirme en asistente de forma permanente.

Thiago Carpini
Carpini se inició en los banquillos como asistente de Evaristo Piza en el XV de Piracicaba. Wagner Meier/Getty Images

No había pasado ni un año desde el comienzo de mi aventura como segundo entrenador y, en cierto modo, era una oportunidad para volver a casa. Mis últimos cuatro años como jugador fueron en Guaraní. Y volvía para estar cerca de mi familia.

En 2019, Guaraní necesitó que me hiciera cargo de forma interina en dos partidos de la Serie B del Brasileirão. El club necesitaba un milagro para evitar el descenso, porque el equipo había sumado solo 13 puntos en las 19 jornadas anteriores. Y yo nunca había estado en los banquillos como primer entrenador.

"Independientemente de cómo acabó mi relación con el São Paulo, la experiencia fue maravillosa"

En aquel momento, la plantilla contaba con 43 jugadores. No había segundo entrenador, porque yo era el asistente permanente y no hubo sustituto. Una semana después de asumir el cargo, por si fuera poco, el presidente renunció.

Los sueldos de la plantilla llevaban cuatro meses de retraso y, en mi primer entrenamiento, los aficionados invadieron el campo para amenazar a los jugadores. Creo que se puede comprender que la situación no era la más pacífica.

Al final, me quedé mucho más que los dos partidos. Fueron casi dos años como entrenador del Guaraní. Aquella temporada nos salvamos del descenso con una remontada impresionante en la temporada.

Thiago Carpini en Sao Paulo
Carpini dirigió a São Paulo en 2024. Wagner Meier/Getty Images

Mis siguientes pasos, sin embargo, fueron efímeros. En el Oeste, en la Inter de Limeira, en el Santo André y en la Ferroviária. En ninguno de ellos dirigí al equipo más de 13 partidos. No obstante, sí fueron experiencias importantes para mí.

Pero el trabajo del que me siento más orgulloso en lo que va de mi carrera como entrenador llegaría en el siguiente paso: el Água Santa.

Llegué al club a mediados de 2022 y tuve autonomía para remodelar completamente la plantilla con vistas a disputar el Campeonato Paulista al año siguiente. En 40 días, incorporamos 23 nuevos jugadores.

"Me motivan los grandes desafíos. Un entrenador no puede tener miedo de afrontar dificultades"

El Água Santa confió en mí, tanto en la elección de los jugadores como en la forma en que quería que jugase el equipo. La idea era construir un equipo competitivo, que supiera defender, pero que también tuviera el coraje y la organización táctica para atacar.

Superamos a grandes equipos por el camino, como el São Paulo y el Red Bull Bragantino, hasta llegar a la final contra el Palmeiras de Abel Ferreira. Aquella semana de la final, hasta la BBC de Londres vino a hacer un reportaje en Diadema.

Lucas Moura y James Rodriguez presentados en Sao Paulo
Thiago Carpini dirigió a grandes jugadores en su etapa en São Paulo, entre ellos Lucas Moura y James Rodríguez (ambos en la imagen). Ambos fueron presentados con gran expectación en el estadio del club brasileño. Miguel Schincariol/Getty Images

Echando la vista atrás, me doy cuenta de que todo aquel ruido externo dañó nuestro ambiente. Desde el presidente hasta el delantero, todos estábamos concediendo entrevistas y participando en programas de televisión y radio, mientras que la atención debería haberse centrado exclusivamente en la final.

En cualquier caso, el subcampeonato fue un logro para el Água Santa. Aquella campaña abrió un nuevo horizonte en mi carrera.

"Fue Piza, que había sido mi entrenador en Guaraní, quien me abrió las puertas a mi nueva carrera"

Mi siguiente reto fue en el Juventude, que estaba en la zona de descenso de la Serie B del Brasileirão. El equipo sólo había sumado tres puntos de 18 posibles en la liga. Pero vi potencial en el grupo de jugadores, sabía que podía cambiar el rumbo de aquella campaña.

Entre los buenos talentos de la plantilla, la principal referencia era Nenê. Un tipo divertido, además de ser un gran jugador. Era curioso, porque él tenía 43 años y yo, su entrenador, 39. Nenê me ayudó mucho durante todo el proceso.

Inmediatamente, conseguimos cinco victorias consecutivas. Y terminamos la Serie B como subcampeones, ascendidos a la primera división del fútbol brasileño.

Thiago Carpini  en Sao Paulo
Thiago Carpini ganó la Supercopa de Brasil en febrero de 2024, en la final contra Palmeiras. Douglas Magno/AFP vía Getty Images

Incluso renové mi contrato con el Juventude, sería el entrenador del club en 2024. Ayudé a construir la plantilla y rechacé ofertas de grandes clubes como el Santos y el Cruzeiro. Pero entonces llegó el São Paulo con un proyecto que no pude rechazar.

Creo que fue la mejor decisión que he tomado en mi vida. Independientemente de cómo acabó mi relación con el São Paulo, la experiencia fue maravillosa. Cuatro años antes, buscaba un campo que tuviera un poco de hierba para entrenar al Água Santa.

"James Rodríguez, Lucas Moura, Rafinha, Arboleda, Calleri... Era como vivir un sueño"

Poco después, estaba en un gigante como el São Paulo, con su estructura impecable. Recuerdo mi primer día, viendo a jugadores como James Rodríguez, Lucas Moura, Rafinha, Arboleda, Calleri... Era como vivir un sueño.

Trabajar en el São Paulo marca positivamente tu carrera. Es el São Paulo de Telê Santana, Muricy Ramalho, Rogério Ceni, Dorival Junior, Fernando Diniz, Hernán Crespo y tantos grandes entrenadores que han trabajado allí. Y yo también tuve ese privilegio.

Thiago Carpini en Vítoria
Thiago Carpini forma parte de la nueva generación de entrenadores brasileños. Alexandre Schneider/Getty Images

Cuando llegué al Vitória, sentí que la gente me miraba de forma diferente a lo que había sucedido hasta entonces en mi carrera. Ya no era una joven promesa. Era Carpini, que fue campeón con el São Paulo.

Acepté el proyecto del Vitória con gran honor y responsabilidad. El equipo aún no había ganado ningún partido en la Serie A del Brasileirão, y sumaba un punto en cinco partidos. Conseguimos reinventarnos, hacer buenos partidos y vencer a grandes rivales como el Fluminense y el Palmeiras, por ejemplo.

Me motivan los grandes desafíos. Un entrenador no puede tener miedo de afrontar dificultades. Al fin y al cabo, forman parte del día a día del fútbol.

Estoy muy orgulloso de mi carrera como entrenador hasta ahora, y estoy convencido de que la competencia no está vinculada a la edad. Brasil necesita entrenadores jóvenes y preparados, además de paciencia.

Eso, no tengo dudas, llevará al cambio que necesitamos.

Thiago Carpini