Pep Guardiola
Manchester City, 2016-Presente
El Perfil:
Admirador de, entre otros, Marcelo Bielsa, y discípulo de Johan Cruyff, se le atribuye a Pep Guardiola, en el Barcelona de 2008 a 2012, desarrollar quizás el mejor equipo de todos los tiempos. Durante su tiempo en el City ha logrado no solo tres títulos de la Premier League, una Copa FA y cuatro Copas de la Liga, sino también un nuevo récord de puntos de la Premier, como también la mayor cantidad de goles marcados y el mayor número de victorias en la liga durante el transcurso de una temporada, la 2017/18.
Puede que sea en el City donde, al margen de tener que seguir desarrollando una identidad ganadora (algo que Barcelona y Bayern Múnich ya poseían), Guardiola haya tenido que perfeccionar más su idea con el objetivo de adaptarse al estilo del fútbol inglés, cada vez más asociativo, pero sin perder esa pasión por las transiciones rápidas. También para competir ante rivales de la fortaleza que presentan los de la Premier League.
Estilo de juego:
Aunque es un entrenador que cambia regularmente la estructura de juego, Guardiola sigue firmemente comprometido con varios principios básicos. Sus equipos juegan siempre en corto desde su portero -tanto en los saques de puerta como en el juego abierto- y en gran medida, por su deseo de crear una ventaja numérica, contando siempre al menos con un jugador más que su rival en campo propio.
De ese modo, sus equipos tienen dos opciones a favor en la salida de balón: si el rival decide ir hacia arriba, los espacios se abren por delante; mientras que, si el oponente opta por mantener la posición, se crean espacios más amplios en corto.
Esas herramientas permiten a los jugadores poder lidiar con diferentes enfoques de presión. Si el rival opta por presionar con sus dos delanteros, forma con tres jugadores atrás: los dos centrales acompañados por un centrocampista, normalmente el pivote en mediocampo.
En el caso de que el rival presione con tres delanteros, mantiene la línea de cuatro atrás, mientras busca proporcionar ayudas a la defensa retrasando la posición de un interior (abajo) o el desplazamiento de un extremo a zonas centrales (ofreciéndose estos jugadores en los espacios libres de la línea de presión rival). Esta creación de un hombre libre para recibir y progresar se convierte en otro aspecto central de la filosofía de juego posicional de Guardiola, generado a través de la superioridad numérica en primera línea.
Sus intentos de realizar pases en profundidad para los jugadores avanzados son los que le llevan a utilizar el concepto del tercer hombre; sobre todo ante rivales que adoptan un bloque defensivo bajo para dificultar la recepción del balón. La progresión de la posesión a través de un tercer jugador (arriba) es una alternativa adecuada cuando la ruta directa entre dos jugadores está bloqueada.
Una pauta habitual consiste en que un defensa juegue con un extremo o un atacante central que se haya descolgado a mediocampo y que ese tercer jugador, a su vez, combine con otro centrocampista. Este desarrollo le permite controlar las zonas centrales del campo; donde la presencia de numerosos jugadores de gran calidad en este territorio también facilita el dominio de la posesión y anima a sus jugadores más eficaces a permanecer en las zonas del campo en las que mejor se desenvuelven.
Es su visión, y su capacidad para diseñar estrategias particularmente complejas basadas en las cualidades de sus jugadores, lo que quizás sea la mayor fortaleza de Guardiola. En el Barça utilizó la capacidad de pase de Xavi Hernández, Andrés Iniesta y Sergio Busquets, y la movilidad y posición de Lionel Messi.
En el Bayern introdujo el falso lateral para favorecer las ventajas numéricas en posiciones centrales, y un sistema que llevó a sus extremos, Franck Ribéry y Arjen Robben, a atacar a los defensas en situaciones de uno contra uno, a Philip Lahm a contribuir a su dominio de la posesión en el centro del campo y a Robert Lewandowski a ofrecer un punto de referencia, como también liderar las transiciones ofensivas.
El uso de falsos laterales ha continuado en el City. Fabian Delph y, más tarde, Oleksandr Zinchenko han demostrado ser capaces de desplazarse desde el lado izquierdo para generar un doble pivote en mediocampo por delante de los tres zagueros. Lo que a menudo se convierte en una formación 3-2-2-3, el histórico dibujo W-M, implica que sus cuatro centrocampistas superen a los tres que se suelen encontrar con más frecuencia en zona intermedia.
Cuando ha optado por no utilizar un 4-3-3, ha favorecido jugar con una zaga de tres jugadores en la que Kyle Walker toma una posición conservadora (arriba, cuando se ha generado una ventaja en banda izquierda), Rodri opera como su único centrocampista defensivo, y su único delantero, Sergio Agüero o Gabriel Jesús, se mueven hacia la izquierda para atacar los centros de Kevin De Bruyne y también para crear espacios en la derecha.
Al City es cada vez más frecuente verlo jugar sin un delantero convencional, optando por De Bruyne, Riyad Mahrez o Bernardo Silva como figuras ofensivas más avanzadas. Al igual que cuando ganaron sus dos primeros títulos bajo el mando de Guardiola, juegan con una mayor amplitud, por lo que sus interiores intercambian su posición con el atacante principal y realizan carreras en profundidad por los pasillos interiores. Ese atacante que arrastra al defensor de su posición y recibe lejos de la presión rival, complementado con la versatilidad que el City ofrece en su desarrollo tanto en el centro del campo como en los metros finales, genera numerosas vías de pase hacia delante para el equipo y un mayor dominio de la posesión.
No obstante, el equipo conserva la flexibilidad necesaria para adaptar su estructura con regularidad. El deseo de Guardiola de seguir generando ventajas numéricas en el centro del campo hace que se forme con frecuencia una estructura en cuadrado con los centrocampistas en la suma de un doble pivote por detrás de dos interiores, también con un falso nueve que contribuye ocasionalmente a darles un quinto jugador a esa estructura.
El City también se siente cómodo construyendo tanto con tres o cuatro defensas, como a través de sus centrocampistas centrales que realizan carreras desde segunda línea para contribuir en el último tercio. La evolución de João Cancelo como falso lateral aumenta esa flexibilidad, a través de su capacidad para convertirse en un segundo centrocampista defensivo más por delante de una zaga de tres (arriba), y para facilitar el avance de los que ya están en el centro del campo.
Fase defensiva y presión:
Una de las claves de la filosofía de Guardiola en ese apartado proviene de una agresiva presión tras pérdida, manteniendo a su equipo muy cerca del rival para que, cuando un oponente tenga el balón, se encuentre rodeado y con una presión inmediata a su alrededor.
Sin embargo, sus equipos también han tenido diferentes matices en este ejercicio defensivo. En el Barcelona, principalmente, el equipo presionaba con la intención de interceptar los pases, ya que jugadores como Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Lionel Messi (abajo), Pedro y David Villa eran mucho más fuertes en esta función. Sí fue más asertiva la presión tras pérdida en el Bayern, con jugadores más poderosos en los duelos, capaces de recuperar el balón en entradas o disputas individuales con el rival.
El City ofrece, esencialmente, una mezcla de ambos enfoques, donde las constantes segundas jugadas que se dan en los partidos de la enérgica y combativa Premier League, exigen contar con jugadores fuertes y con intensidad para presionar e interceptar.
Guardiola prefiere que su equipo forme sin balón sobre un 4-1-4-1 que se convierte en un 4-4-2 (arriba) cuando se defiende durante mucho tiempo. Asimismo, ese 4-4-2 puede evolucionar a un 4-2-4 cuando Raheem Sterling y Mahrez o Silva se desmarcan en las transiciones ofensivas.
El uso de Fernandinho como defensa central, y su disposición a avanzar e interceptar pases (abajo), se ha convertido en algo crucial para esas estructuras después de que sus cinco jugadores en el centro del campo pasen a ser cuatro, pues es en los momentos que el brasileño no tiene éxito contra su oponente directo, cuando parecen más vulnerables.
La considerable solidez defensiva aportada por John Stones, Aymeric Laporte y Rúben Dias desde su llegada a principios de la 2020/21 ha anulado en gran medida esa vulnerabilidad, y también ha garantizado que Fernandinho ya no sea necesario en la defensa central.
La impresionante capacidad de presión tras pérdida del City se ha mantenido, pero su presión más alta se ha adaptado a través de posicionar a los extremos como jugadores más avanzados, desde donde se mueven agresivamente a zonas interiores desalentando los intentos del rival de construir su ataque desde el centro del campo. Si se busca generar una ventaja numérica en campo propio cuando los pases directos superan a los tres delanteros del City, los centrales cubren las zonas anchas del campo; y si se defiende con un enfoque orientado en marcajes individuales, uno de los laterales del City avanza para presionar a lo largo de la línea de banda correspondiente.
Otra alternativa consiste en que el atacante más avanzado del equipo se convierta en el punto central de su presión, en la vigilancia sobre el defensa central y forzando el juego en una dirección, donde un extremo proporciona apoyo, y los interiores del City cubren hacia el balón sabiendo que el otro extremo hará el balance defensivo a zonas interiores.
Con los cuatro defensas protegidos, los centrocampistas ofensivos del City cubren las zonas centrales del campo y apoyan cualquier presión que se ejerza fuera de ellas. Incluso ha habido ocasiones en las que un interior ha avanzado hasta situarse a la misma altura del atacante para asegurarse de que los dos defensas centrales rivales estén ocupados y para fomentar el envío de balones más largos, en lugar de las recuperaciones en la zona de ataque.
A pesar de su mayor número de jugadores en el último tercio de campo, el City corría el riesgo de ser más vulnerable porque, en ausencia del doble pivote creado por un falso lateral, había concedido más ocasiones en contra. Donde antes había dos jugadores protegiendo a los defensores, ahora había más a menudo uno solo. Una tarea que también ha sido abordada por el técnico español y su influyente asistente, Juanma Lillo, sobre todo por la mayor disposición de Guardiola a utilizar un 4-2-3-1 y, por tanto, a defender con un 4-4-2 en bloque medio o inferior. La flexibilidad de Cancelo para posicionarse junto a Rodri en mediocampo ha recuperado su sentido del equilibrio, contribuyendo a un mejor rendimiento, si cabe, del equipo.