MANUEL PELLEGRINI
Real Betis, 2020-Presente
El Real Betis recurrió a Manuel Pellegrini para iniciar un nuevo proyecto deportivo, después de una complicada temporada 2019/20 en la que el equipo verdiblanco incluso llegó, por momentos, a tener que pelear por la salvación. También era una oportunidad de resarcirse para el entrenador chileno tras su salida del West Ham en diciembre de 2019.
Pellegrini acumula una dilatada experiencia en La Liga, donde había dirigido con anterioridad al Villarreal, Real Madrid y Málaga, como también en la Premier League.
Previo a su paso por el West Ham, condujo al Manchester City al triunfo en la Premier League 2013/14, convirtiéndose en el primer entrenador no europeo en ganar la competición inglesa. A ese dilatado recorrido europeo también se añade un breve paso por el Hebei Fortune de China.
Como ya hiciera en la gran mayoría de los equipos mencionados, ‘El Ingeniero’ consiguió en el Betis construir un proyecto sólido con grandes aspiraciones. Un trabajo que lo convertido también en referente de la afición verdiblanca.
Estilo de juego:
La convicción, preparación y exigencia son aspectos cruciales de la gestión de Manuel Pellegrini. Cada vez más, el entrenador chileno ha evolucionado a un 4-4-2, que en fase ofensiva muta a un 4-2-3-1 para facilitar la construcción del juego desde atrás. Su apuesta es por un ataque combinativo, con juego en profundidad, cambios de ritmo y orientado a mantener la posesión del balón el mayor tiempo posible.
En el Villarreal, su estrategia era siempre contar con dos delanteros en punta, alternándose permanentemente ambos en los desmarques. En cuanto a las bandas, buscaba constantemente el desdoblamiento de los laterales o la incorporación al ataque de ambos.
La movilidad constante de los jugadores en fase ofensiva es otro aspecto familiar de su estrategia que, cuando es realizada correctamente, habilita más espacios para que sus delanteros puedan intercambiar posiciones.
En el Real Madrid su sistema más utilizado fue el 4-2-3-1 y el 4-3-1-2, con un esquema muy ofensivo, aunque con problemas en las transiciones. Al momento de atacar, su juego era rápido y organizado, utilizando principios como el tercer hombre y las triangulaciones con Kaká, Marcelo y Gonzalo Higuaín para generar espacios entre líneas (abajo), buscando el cambio de ritmo en zona de finalización y aprovechar estos espacios generados.
Málaga y City, dos proyectos sólidos
Sin embargo, a Pellegrini le costó llegar a tener un once frecuente debido a la profunda renovación en el equipo esta temporada, con gran cantidad de fichajes. Plasmar una idea de juego toma tiempo, algo que el técnico chileno destaca en su filosofía y que, sin embargo, no tuvo en el Real Madrid.
Sí tuvo tiempo en el Málaga para pulir su idea, mutando el equipo de un 4-4-2 en ataque a un 4-2-2-2, en el que el objetivo principal era generar superioridad numérica en fase ofensiva, buscando la amplitud y profundidad.
Los interiores Joaquín y Santi Cazorla se sumaban al ataque y a su vez Isco, Ruud van Nistelrooy y Júlio Baptista se encargaban de fijar a los centrales rivales para generar espacios favorables para progresar. Asimismo, los laterales retrasaban sus avances en fase ofensiva antes de proporcionar finalmente los elementos principales de su amplitud en ataque, una vez que generaban ventajas numéricas por banda.
En ataque, su comportamiento era fijar a los centrales rivales, generar amplitud y profundidad para ingresar por el carril lateral en profundidad, buscando el desequilibrio defensivo del rival. Un planteamiento favorecido por una plantilla muy variada y con una alta carga técnica que le permitía disponer de un perfil distinto de jugador, según la estrategia de juego.
En el City, Pellegrini se encontró también con un equipo de perfil ofensivo, donde los movimientos claves en ataque contemplaban acumular jugadores en los pasillos interiores, con Sergio Agüero y Samir Nasri fijando a los centrales para generar un espacio en las bandas para la llegada de los laterales (abajo).
En el planteamiento del entrenador chileno, los movimientos sin balón y el posicionamiento de los jugadores son fundamentales para lograr recuperar y atacar sin perder el impulso del juego. El City fue ejemplo de esto. Una vez recuperado el balón, Yaya Touré y Fernandinho tenían más libertad de movimiento para tomar posiciones interiores y permitir la incorporación de los volantes desde segunda línea.
El lateral derecho, Jesús Navas, mantenía la amplitud en banda para fijar al lateral izquierdo rival, habilitando así espacios por dentro entre líneas para David Silva. En un desarrollo similar al Málaga, numerosos atacantes ocupaban los pasillos interiores, donde Sergio Agüero y otros jugadores -en ocasiones Nasri- arrastraban la marca de los centrales rivales para generar espacios por delante para la progresión de los laterales. Acompañado a esto, jugar con un segundo delantero, Álvaro Negredo o Edin Dzeko, fortalecía la presencia ofensiva del equipo en la zona central.
Pellegrini también favoreció en el West Ham un 4-4-2 y 4-2-3-1, pero a diferencia de sus equipos anteriores, a menudo jugó con un solo pivote en mediocampo. El papel de Declan Rice para conectar la defensa y el mediocampo dio una mayor libertad a los que jugadores que estaban por delante de él.
Incluso durante los momentos de transición, el entrenador chileno, como en sus anteriores equipos, demandó a sus atacantes que fijaran a los defensores centrales rivales (uno, atacando el espacio a la espalda y el otro, apoyado en mediocampo y combinando con los jugadores de banda), y presentó cambios similares de movilidad y profundidad en ataque.
El colectivo al servicio del talento
En el Betis, Pellegrini mantiene el 4-2-3-1 (abajo), como también dos laterales de largo recorrido para llegar continuamente a campo contrario buscando profundidad y tener presencia ofensiva exterior. Héctor Bellerín y Álex Moreno cumplen a la perfección con estas funciones. Los acompaña en la línea defensiva una pareja de centrales donde la salida de balón de Marc Bartra es fundamental para dar posibilidades de juego posicional.
El motor de juego lo comienzan los dos mediocentros, inamovibles en el esquema de Pellegrini: Guido Rodríguez, el más habitual, y William Carvalho y Andrés Guardado, quienes se reparten los minutos acompañando al argentino. Todos con la capacidad de dar continuidad a las jugadas y, a su vez, tener una gran presencia defensiva cuando el conjunto bético pierde el balón.
Otra seña de identidad de Pellegrini es dar el mayor protagonismo posible a sus futbolistas más creativos. En el Betis, estos jugadores son Nabil Fekir, en la mediapunta, y Sergio Canales, quien ha evolucionado desde el doble pivote en el mediocampo a jugar perfilado en la banda derecha del ataque.
Se suman en la fase ofensiva Juanmi, un finalizador en el área que arranca desde banda izquierda, y un solo punta arriba: Borja Iglesias o William José. Ambos delanteros con características similares, pero principalmente con la capacidad para dominar el juego de espaldas.
En la salida de balón, el Betis prioriza que siempre haya superioridad en la primera línea de juego habilitada a través de los diferentes movimientos de uno de los centrocampistas centrales -ya sea incrustándose entre los centrales o descolgándose a banda- (arriba). Cuando esto sucede, los laterales toman mucha altura para darle amplitud al equipo, también provocando dudas sobre el extremo rival, que no sabrá si saltar a la presión sobre los centrales o quedarse protegiendo la subida del lateral.
No hay impedimento alguno en que sea uno u otro mediocentro el que se descuelga a la primera línea de juego, pero sí que es obligatorio que los dos mediocentros se mantengan escalonados: uno en defensa y el otro más arriba para fijar a los centrocampistas rivales.
Esa estructura habilita el mencionado protagonismo en el juego de Fekir y Canales. El objetivo es conectar con cualquiera de los dos con un balón filtrado y a la espalda de los centrocampistas rivales para girar y atacar la última línea (abajo). Ahí, un regate, una pared o una conducción lejos del área les vale a ambos jugadores para eliminar rivales y ejercer superioridades a través de su talento.
Fase defensiva y presión:
Una característica constante de los mejores equipos de Pellegrini ha sido una defensa organizada y estable que proporciona seguridad a los jugadores que presionan más arriba. De la misma manera que contribuyen en ataque, cuando sus equipos realizan la transición a la defensa, sus laterales se mueven para limitar los espacios que existen en las zonas centrales y presionan agresivamente en relación con los interiores.
En el Málaga, Pellegrini construyó uno de sus equipos más sólidos en defensa, a menudo con un 4-4-2 (abajo) dentro de un bloque medio o alto y con una intensa presión que resultaba más efectiva en los momentos posteriores a la pérdida de la posesión, cuando la superioridad numérica que a menudo existía en las zonas centrales del campo facilitaba una rápida recuperación.
Si esa densidad defensiva por dentro hacía que los equipos rivales trataran de evitar esos caminos y, en su lugar, realizaran una transición por fuera, sus laterales -con posiciones avanzadas previas- facilitaban una presión alta, esencial para el control que Pellegrini demandaba.
Durante sus tres temporadas en Mánchester, el City fue uno de los equipos más destacados de la Premier League en cuanto a recuperaciones en campo rival, haciéndolo mediante una estructura de presión similar a la que ejecutó con el Málaga. Su 4-4-2 contaba con un centrocampista central, normalmente Touré, que avanzaba para apoyar a sus dos delanteros.
Desde su 4-2-3-1 en ataque, el mediapunta avanzaba junto a su delantero titular para formar así un 4-4-2 en la presión, donde los extremos trabajaban para bloquear los pases interiores para presionar también a los laterales contrarios. Nasri, Silva y Navas eran especialmente eficaces en este sentido.
Por el contrario, a lo largo de su única temporada completa con el West Ham, el equipo de Pellegrini fue uno de los conjuntos con menos recuperaciones en campo rival de la Premier League. En lugar de presionar con agresividad y arriba, priorizaron la creación de espacios para contraatacar. El hecho de que cada vez les costara más superar defensas compactas contribuyó a que su presión fuera sustituida por un bloque defensivo más retrasado de lo que es habitual en los equipos del estratega.
Presión tras pérdida, seña de identidad del Betis
Al igual que hizo en el City, Pellegrini estructura al Betis tanto en un 4-4-2 como en un 4-2-3-1 a la hora de presionar. El doble pivote en mediocampo es muy activo a la hora de sostener una presión más alta: uno de los dos avanza regularmente para apoyar a los que están por delante, y lo hacía con más frecuencia cuando Fekir está a la misma altura que el delantero (abajo).
También en ese desarrollo, los jugadores de banda trabajan para ser compactos y contribuir a la formación de su 4-4-2 ligeramente replegado. Pero siguen comprometidos en realizar una presión alta y, cuando es necesario, ir sobre los laterales contrarios. Si uno de esos jugadores de banda avanza para ir a una presión alta, el lateral que está detrás de él también avanzará. Esto mientras el doble pivote se desviará para proporcionar una cobertura secundaria.
En la temporada 2021/22, el Betis ha consolidado la presión tras pérdida como una de las principales armas defensivas del equipo. Y lo hace bajo dos objetivos. Por un lado, recuperar el balón lo más cerca posible de la portería contraria y, por otro, para evitar los contraataques cuando el equipo está volcado en ataque.
Sin ser jugadores con cualidades defensivas destacadas, tanto Fekir, Juanmi o el delantero que esté en el campo -Iglesias o William José- se afanan por intentar recuperar el balón lo antes posible. Cuando el Betis tiene que defender cambia el sistema para volver al habitual 4-4-2, con Fekir en la posición de delantero, como ya pasaba en la temporada 2020/21.
La clave para entender la fase defensiva en el Betis se encuentra en la capacidad táctica defensiva de sus mediocentros. Ya sean Guardado, Rodríguez o Carvalho quienes ocupen la zona ancha del campo, su compromiso a la hora de replegar o saltar para impedir el contraataque rival es, sin duda, un valor vital para dar equilibrio al equipo.
Inamovible en el esquema de Pellegrini, rara vez los dos mediocentros pierden la posición de inicio. Si bien el resto de la estructura de juego puede sufrir desequilibrios en función de la movilidad de los jugadores en fase de posesión o la manera de atacar del Betis, la pareja de mediocentros está siempre bien colocados para realizar una cobertura a los laterales, temporizar para esperar las ayudas defensivas e incluso realizar vigilancias cuando el equipo está volcado al ataque y el rival deja descolgados a futbolistas por detrás del balón.
El papel de los extremos para equilibrar
Otro de los aspectos importantes del Betis en la 2021/22 en fase defensiva es la capacidad de sacrificio que tienen los extremos: Canales en la derecha y Juanmi en la izquierda.
La posición de partida tan ofensiva de ambos provoca en ocasiones que el equipo pueda verse desordenado, con los extremos lejos de la estructura defensiva si el equipo pierde el balón.
Es por ello que Pellegrini demanda a sus extremos un trabajo muy solidario en los momentos sin balón para mantener el rigor defensivo. En ocasiones, por el propio desarrollo de la jugada, están cerca del balón para realizar una presión. Pero también son capaces de replegar a su posición en defensa, recorriendo muchos metros, o intercambiando la posición con el jugador más cercano para ordenarse cuanto antes (arriba).
En cualquiera de las circunstancias, tanto Juanmi como Canales realizan un desgaste defensivo muy grande que permite equilibrar el juego defensivo del Betis de Pellegrini.