MAURICIO POCHETTINO
Chelsea, 2023-Actualidad
Mauricio Pochettino dejó el Tottenham en noviembre de 2019 después de convertirse en el entrenador de los Spurs más popular y respetado de la era moderna. Bajo su mandato, el club de Londres llegó a instalarse entre los grandes equipos de la Premier League y disputar la primera final de Champions League de su historia. Un trabajo al que acompañó, como ya hiciera en el Espanyol o Southampton -sus anteriores equipos- con el desarrollo del talento de jóvenes promesas como Harry Kane, Eric Dier o Dele Alli, entre otros.
Tan admirada fue la transformación que realizó en el Tottenham, que incluso despertó el interés por contratarlo de su acérrimo rival del norte del Londres, el Arsenal, quizás la mayor víctima del éxito del técnico argentino. Mientras tanto, se le seguía identificando como un posible futuro entrenador del Manchester United, Real Madrid o Barcelona.
Finalmente, su destino fue el PSG a principios de 2021, para dirigir un equipo redobló su talento ofensivo con la llegada de Lionel Messi. La estrella que se unió en ataque a Kylian Mbappé y Neymar para intentar lograr el asalto definitivo del PSG a la Champions League. Aquello, finalmente, no sucedió. Terminada la temporada 2022/23, fue el Chelsea el que le anunció como su nuevo entrenador.
Estilo de juego:
Pocchettino ha tenido que lidiar hasta ahora con dos escenarios muy distintos como entrenador, influenciados por el perfil de los jugadores a su mando. En el Espanyol, Southampton y Tottenham tuvo plantillas donde el colectivo estaba por encima de lo individual. En el PSG su trabajo estuvo condicionado por la gran acumulación de talento en sus futbolistas y casi la obligación de encontrar un sitio para todos ellos en el once inicial.
A pesar de esas diferencias, sus equipos comparten principios generales: son ofensivos, mezclan el juego posicional con rápidas transiciones ofensivas -atacando los espacios para generar espacios y opciones de pase- (abajo), pero sin perder equilibrio. Se trata, además, de conjuntos con la capacidad de organizarse en distintas estructuras. Siempre en función de lo que demanda el juego, tanto en fase ofensiva como defensiva.
En su paso por la Premier League, Pochettino buscó favorecer la creación de juego desde atrás. Desde el primer pase -el portero en muchas ocasiones- sus equipos buscan ganar ventajas numéricas para llegar a campo contrario, manteniendo un esquema organizado. Un gran ejemplo de esto fueron los Spurs. Hugo Lloris, Jan Vertonghen y Toby Alderweireld se coordinaban en la salida de balón, siempre con los centrales listos para recibir el pase (abajo).
Dier -cuya versatilidad lo hacía especialmente valioso- o Harry Winks retrasaban su posición para formar un triángulo junto a ellos en un intento de crear una sobrecarga de 3 contra 2 ante la presión del rival. Cualquiera de ellos podía ser sustituido en el doble pivote con un centrocampista más adelantado, en apoyo al delantero para acumular más jugadores en situaciones ofensivas.
Rol de los laterales en ataque
Otro rasgo característico de Southampton y Tottenham era la fuerte influencia de sus laterales en el juego de ataque. En el Southampton, Luke Shaw y Nathaniel Clyne fueron tan importantes como Danny Rose y Kyle Walker en el Tottenham, o más tarde Kieran Tripper y Rose o Ben Davies. La amplitud que proporcionaban les ayudaba a superar la presión alta del rival (abajo). También a beneficiarse de la calidad de los centros de estos jugadores. Así fomentaban las penetraciones por dentro ante los laterales rivales, otro de los fundamentos tácticos de Pochettino.
A través de esa acción de los laterales, los jugadores de segunda línea podían adelantar su posición para apoyar al delantero. Bajo las órdenes de Pochettino, Kane ganó en versatilidad en los Spurs. También mejoró como asistente y su disposición a posicionarse en zonas más retrasadas para participar en el juego hizo que otros compañeros pudieran llegar en profundidad.
Eso garantizó que el Tottenham siguiera proporcionando amenaza en las transiciones. Aunque añadiendo más eficacia en las posesiones largas o tras recuperación en el medio del campo. Rickie Lambert tuvo una actuación similar en el Southampton, donde fue apoyado por Adam Lallana y Jay Rodríguez.
Tottenham y Southampton también atacaron asimétricamente (abajo), aunque ofrecían pautas y rotaciones idénticas en ambos perfiles. A través de Son Heung-min filtrándose por dentro para combinar con Alli -operando como un segundo mediapunta-, los Spurs tenían un jugador adicional que penetraba hacia adelante y forzaba a las defensas rivales a replegarse.
El segundo media punta, que se mantenía más atrás, podía entonces combinarse con otros compañeros de equipo. En el Southampton, Lallana se deslizaba hacia el interior para habilitar las carreras de Shaw o Clyne por bandas. Esto, mientras Rodríguez avanzaba para dar apoyo.
Encajar todas las piezas
En el PSG, Pochettino tuvo que adaptar aún más el dibujo en función de los jugadores que tiene. En su primera temporada, alternó el 4-3-3 con el 4-2-3-1 (abajo), dependiendo este cambio principalmente de la presencia o no de Neymar. Con el internacional brasileño en el campo, el argentino daba libertad en el carril central para que Neymar se moviese por donde quisiera. Pero con la certeza de que todo el juego ofensivo pasara por sus botas.
El mencionado ataque asimétrico que Pochettino usó tanto en Totthenham como en Southampton, se vio adaptado al conjunto parisino por las características de sus jugadores. Así, aunque Mbappé partía desde el flanco izquierdo, su incidencia en el juego y la presencia en el área era tan grande que se deslizaba por todo el frente de ataque. La movilidad de la zona de mediapuntas y el intercambio de posiciones era más que frecuente.
Con la llegada de Messi, Pochettino dio una vuelta de tuerca a su sistema. Esto con la intención de encajar al jugador argentino para que todas las estrellas del PSG brillen con luz propia. Para que esto suceda, ha optado por el 4-3-3 con Neymar pasando de una posición centrada a la banda izquierda. Mientras, Mbappé y Messi se reparten el espacio entre la banda derecha y el centro.
Por norma general era Messi quien comienza ocupando el flanco derecho. Pero tenía total libertad para ir a cualquier posición del campo a recibir el balón. Mbappé, por su parte, ocupaba la posición de delantero.
Esa posición de Mbappé permitía explotar una de las mejores características del jugador francés: la velocidad. El juego elaborado del PSG, con una tendencia a tener largas posesiones para progresar, tuvo su alternativa con los balones al espacio de Mbappé. Los continuos desmarques buscando la zona a la espalda de los defensores hacían que el equipo rival vaya haciendo cada vez más grande el espacio existente entre el centro del campo y la línea defensiva. Una pauta muy difícil de contrarrestar.
Tanto Marquinhos como Marco Verratti -el italiano era el principal organizador del juego tanto en la salida de balón desde atrás como en el mediocampo- eran jugadores con un gran desplazamiento de balón de larga y media distancia. Ambos buscaban constantemente los desmarques de ruptura del delantero francés (abajo).
La velocidad de Mbappé, unida a los desmarques de ruptura, favorecían la alternancia del juego elaborado y el hecho de atraer al rival después de un gran número de pases. Una situación que generaba el espacio detrás de la línea defensiva por donde filtrar un balón en profundidad para el delantero francés.
Tal vez lo que menos varió Pochettino en el PSG respecto a su paso por la Premier es la influencia de sus laterales en ataque. Tanto Achraf Hakimi, en la derecha, como Nuno Mendes en la izquierda, generaban amplitud y profundidad.
Si bien ambos se incorporaban constantemente al último tercio de campo, era Hakimi quién resultaba más versátil y aprovechable para el equipo parisino. Esto debido a que la incidencia de Messi en el juego interior y su capacidad para conectar con el balón en cualquier zona del campo. Así lograban que el lateral marroquí fuera el encargado en muchas fases del partido de ser el único jugador que ocupara la banda derecha.
Los ininterrumpidos desdoblamientos eran una gran fortaleza de ataque. En muchas ocasiones llegaban a estar los dos laterales a la vez a alturas bastante elevadas. Así eran una opción de pase más para jugadores de última línea (abajo).
Fase defensiva y presión:
Tener superioridad numérica a la hora de defender es la prioridad de los equipos de Pochettino. Para eso el argentino desarrolló un sistema diseñado para minimizar el tiempo de posesión del equipo contrario. Este fue empleado de forma muy acertada, especialmente en su etapa en los Spurs.
Sus ataques posicionales y la capacidad de sus jugadores para vincularse y jugar en campo contrario, hace que muchos de ellos permanezcan cerca de sus oponentes en caso de perder el balón (abajo). Esto les anima a aplicar inmediatamente la presión demandada para poder ejecutar una transición directa en ataque. Es por ello que prefiere a los jugadores capaces de realizar esfuerzos rápidos y continuados en la presión.
A pesar de sus experimentos con una defensa de tres centrales, el entrenador argentino favorece la estabilidad que consigue con cuatro en el fondo. Así se cierran por dentro a la hora de presionar. En caso de que se requiera que cualquiera de los dos laterales avance, uno de los jugadores del doble pivote retrocede para mantener la línea de cuatro.
Diferentes estructuras
Tanto los laterales como los centrocampistas defensivos deben tener un alto grado de flexibilidad en los equipos del entrenador argentino. Esto debido a que en ambos roles tienen muchos metros que cubrir.
Si no consiguen recuperar el balón en la primera línea de presión, los equipos de Pochettino han demostrado ser capaces de defenderse desde un enfoque diferente, desarrollándose en bloque medio.
En los Spurs, el delantero representaba el punto de referencia para el inicio de una presión. Esta contaba con la ayuda del mediocampista ofensivo, los extremos y el doble pivote. También formaban ocasionalmente una estructura en cuadrado en el medio del campo para ejercer una presión en la zona central.
En esas situaciones, la prioridad pasa por cerrar las vías de paso y los canales interiores. Esto en un intento de guiar el juego hacia una posición más amplia. Una vez en esta zona, se busca recuperar el balón con la activación en la presión de los laterales y uno de los centrocampistas del doble pivote.
Independientemente de la altura a la que defiendan sus equipos, los jugadores reciben instrucciones de concentrarse en el portador del balón. Pero, al mismo tiempo, dando prioridad a los oponentes más cercanos al esférico, mientras el resto defiende los espacios apropiados contra posibles pases.
Un trabajo defensivo que define a los equipos de Pochettino como una unidad compacta. Incluso si sus equipos siguen siendo más efectivos cuando presionan agresivamente, su capacidad de adoptar distintas estructuras les otorga una variedad valiosa.
Equilibrar el equipo
En el PSG, Pochettino se enfrentó a uno de sus mayores retos como entrenador en la tarea defensiva: cómo equilibrar un equipo donde su línea ofensiva es menos resolutiva sin balón de lo que suele ser habitual en el resto de los conjuntos.
Messi rara vez seguía su marca cuando el PSG no tenía el balón y defiende de manera zonal, llegando en muchas ocasiones a desaparecer de la jugada o impedir con poco énfasis la progresión del rival. Algo parecido, aunque no tan llamativo, sucedía en ocasiones con Mbappé y Neymar.
Bajo ese condicionante, Pochettino veía obligatorio que fueran tres centrocampistas los que replieguen y hagan el trabajo de recuperación por delante de la línea de defensiva. Esos tres centrocampistas solían tener gran capacidad física y realizaban un gran desgaste en transiciones defensivas y repliegues. Marco Verratti, Leandro Paredes o Idrissa Gueye daban el equilibrio necesario para poder liberar en muchas fases del partido a los tres delanteros parisinos.
No obstante, para que esto se produjera y que el equipo no se rompiera y hubiese multitud de espacios, era muy importante el trabajo de la línea defensiva. Pochettino intentaba que su última línea de presión estuviera lo más lejos posible de su portero, Keylor Navas o Gianluigi Donnarumma, para que el espacio entre líneas fuera el mejor posible.
Y pese a que en la zona de iniciación del rival hubiese relativa facilidad para circular y crear superioridades con balón, el bloque se mantenía muy junto formando un 3+4 con las mínimas distancias posibles (arriba). La premisa era clara: no hundirse y ser valiente ante las amenazas de juego a la espalda.
Dentro del entramado defensivo, hubo otro factor en el PSG que entró en juego: la velocidad de los dos centrales. Tanto Marquinhos como Presnel Kimpembe estaban habituados a ganar carreras y sabían cuándo van a tener que saltar a la presión o perfilarse para que no fuera superada su espalda, además de poder salir victoriosos en duelos defensivos.
Los dos centrales se entendían a la perfección y llegaron a esa coordinación de movimientos tan importante en la línea defensiva. Son jugadores a los que no les importa tener mucho espacio a sus espaldas porque se sabían efectivos a la hora de hacer temporizaciones y repliegues a mucha intensidad (arriba) en un equipo cargado de talento ofensivo, pero también defensivo.
Redacción: The Coaches' Voice en español