PAULO SOUSA
Jugador: Juventus 1994-1996, Borussia Dortmund 1996-1998
El ambiente que rodeaba a la Juventus en los días previos a la final de la Champions League de 1996 contra el Ajax era realmente algo especial.
En ese momento, la final fue el centro de atención durante toda la semana. Entre 3.000 y 4.000 periodistas estaban cubriendo el evento.
Estuvimos trabajando la parta táctica todo el tiempo con Marcello Lippi. Él movía jugadores por toda la cancha y nosotros debíamos predecir qué se debía hacer.
Había confianza en un proceso que llevaba dos años; era el momento de ganar una final. El ambiente era increíble.
Me encantaba tener mi propio espacio, donde podía visualizar toda la información que los entrenadores me daban. Trataba de pasar el tiempo enfocado en rendir. En el bus, camino al estadio, me concentraba y visualizaba a los rivales que tendría cerca del terreno, de manera de tomar la mejor decisión lo más rápido posible.
Cuando llegué a la Juventus, el club no había ganado la Serie A en los últimos ocho años. En mi primera temporada lo logramos y alcanzamos la final de la Copa UEFA contra el Parma. El segundo año, nuestro foco de atención estaba en la Champions League. Fue algo que el club comenzó a construir. La energía; la inversión en ciertos jugadores.
Ganar la Champions League fue alcanzar la cima. El mundo entero estaba hablando de la competición, los mejores jugadores del mundo estaban allí. Trabajamos a lo largo de un año para eso. Fue un gran logro.
Éramos como una familia en la Juventus. Disfrutábamos estar juntos, tanto en el vestuario, antes y después del partido, como en los entrenamientos y en nuestra vida social. Turín, como ciudad, nos permitía construir ese entendimiento y cercanía entre nosotros. Eso fue positivo de cara a lo que estábamos tratando de hacer. Fueron dos años maravillosos.
"marcelo me enseñó cómo ser más inteligente tácticamente"
Marcelo (Lippi) era un gran comunicador. Italia fue también mi primer paso, después de salir de Portugal, para entender el juego desde el punto de vista táctico. Yo era un joven muy tímido cuando llegué. Solía reservarme mis pensamientos, pero Marcelo me estímulo a ser más comunicativo.
Él quería saber mi opinión acerca de los entrenamientos, partidos, rivales y sobre nosotros mismos. Me cambió mucho como persona. Me hizo pensar más y más sobre el juego, lo cual me ayudó a crecer, a analizar y reconocer cosas para tomar decisiones más rápido. Para hacer que mi ejecución técnica fuese lo mejor posible.
La manera en la que trabajaba tácticamente, a diario, en las sesiones de entrenamiento, era completamente diferente. Era maravilloso. Su preparación previa de los partidos - nuestro modelo de juego, y cómo detallaba estrategias en cuanto a basculaciones, pressing y cómo anticiparnos al rival - me ayudó mucho a la interpretación del juego.
Se hizo mucho más sencillo guiar a mis compañeros. Cuando después entrené a la Fiorentina, el entendimiento que había adquirido del catenaccio, me ayudó mucho.
"antonio podía organizarnos defensiva y ofensivamente"
Marcelo también me enseñó a ser mucho más inteligente desde el punto de vista táctico. A interactuar más con los otros. También me enseñó que, en algunos momentos, puedes estar junto con los jugadores sin esa barrera.
Esa noche que ganamos la Champions League, conmigo en el mediocampo estaban Antonio Conte y Didier Deschamps. No esperaba que ninguno de nosotros se convirtiera en entrenador. Cuando me retiré, quería estar fuera del fútbol. Pero después de ocho meses me di cuenta que no podía, porque eso representaba la mayor parte de mí.
Viéndolo en retrospectiva, puedo entender que sus personalidades les dieron una oportunidad de ser los entrenadores top que son hoy. Didier siempre estuvo involucrado con el presidente, tratando de entender las cosas. La cultura del fútbol italiano es muy exigente tácticamente. Es algo que está en su ADN. Y Antonio, como mediocampista, necesitaba enlazar el juego. Podía organizarnos tanto defensiva, como ofensivamente.
Terminamos muy bien ese partido. La energía en el Estadio Olímpico de Roma era muy positiva. A lo largo de las dos temporadas, mientras más se acercaba la final, más sentía que podíamos conseguirla. El Ajax había sido un equipo impresionante en Europa por años, pero sentíamos que podíamos ganar.
"le dije a los medios que estaba allí para ganar la champions league"
Cuando el partido llegó a los penaltis, sentía que era el momento de ganarlo. Una tanda de penaltis es cuestión de momentos. Los jugadores estaban confiados, la decisión de Marcelo sobre quienes iban a dispararlos, fue perfecta. La energía positiva siempre te lleva a tomar decisiones positivas.
Y cuando el penalti ganador lo marcó Vladimir Jugovic, fue fantástico. Corrimos todos muy emocionados. La intensidad y la concentración por alcanzar este logro, salió a relucir.
Después de la Euro de 1996, sentí que la Juventus ya no me quería. En mi primer año tuve una lesión de rodilla y, en la segunda, necesité tres meses para recuperarme completamente. Sentía mucha presión desde el club, el técnico y los aficionados por estar involucrado en ese primer año –que fue maravilloso–, así que no paré, pero fue muy difícil.
Mi rodilla siempre me estuvo molestando y necesitaba tratamientos agresivos para entrenar y jugar. Así que tomé la decisión de irme a otro club. Tuve la oportunidad de ir a Inglaterra, con el Arsenal, pero preferí unirme al Borussia Dortmund. Jugué contra ellos con la Juventus en la Champions League. Me gustaba su estilo de juego y sabía que podría marcar una diferencia con ellos y sus jugadores.
"tener a un jugador como möller delante de mí, se adaptaba a mi fortalezas"
Realmente creía que podíamos alcanzar algo especial. Cuando me presentaron a la prensa dije: “Vine a ganar la Champions League”. Realmente creía que podíamos hacerlo.
Necesitaba operarme y recuperarme, pero eso ayudó a que mi rehabilitación fuese rápida. Jugué mi mejor fútbol allí.
Los tres jugadores detrás de mi eran Jürgen Kohler, uno de los mejores centrales de todos los tiempos; Julio César, un defensor muy fuerte en el uno contra uno; y Matthias Sammer, quien podía guiar el juego, comunicarse, encontrar los espacios con la pelota y generar superioridades. Eso nos ayudaba mucho.
Conmigo en el mediocampo estaba otro futuro entrenador: Paul Lambert. Era muy humilde, pero jugaba con mucho ímpetu y cerraba a los rivales. Tener a un jugador como Andy Möller delante de nosotros, con su habilidad, corriendo entre líneas y pidiendo la pelota, también se adaptaba a mis fortalezas.
"ottmar tenía mucha ilusión a la hora de hacer los cambios"
Mientras estuve lesionado, realmente conecté con Karl-Heinz Riedle, un jugador muy inteligente y nos llevábamos muy bien. Los jugadores que tenía el equipo se adaptaban a mi juego y eso realmente lo disfruté.
El Westfalenstadion y los aficionados también fueron increíbles desde el principio. Desde el calentamiento cantaban tu nombre, te empujaban, te alentaban durante los partidos y tú podías sentirlo. Eso ayudó a todos los jugadores.
Nuestro entrenador, Ottmar Hitzfeld, tenía mucha intuición a la hora de hacer cambios. También interactuaba de una forma totalmente distinta con los jugadores, en cuanto a la toma de decisiones y estrategias. Nunca sacrificó su liderazgo, pero su capacidad de interactuar con los jugadores nos dio mayor responsabilidad a la hora de desarrollar planes de juego en conjunto.
Nos emparejamos con el Manchester United en la semifinal de la Champions League 1996/97. Jugué el primer partido en casa, pero estaba lesionado para el segundo.
"le dije a lambert que se concentrara en zidane, eso tuvo mucho impacto"
En el duelo de ida estuvimos increíbles. Ganamos 1-0, pero podríamos haber marcado más goles. El Manchester United apenas tuvo alguna opción, mientras que a nosotros nos sobraban. Merecíamos viajar con una ventaja más grande a Mánchester.
Tuvimos algo de suerte en la vuelta. Eran mucho más fuertes que nosotros y tuvieron muchas oportunidades de marcar, pero defendimos realmente bien y tuvimos algo de suerte. De nuevo, ganamos 1-0. Incluso los aficionados locales nos aplaudieron, reconociendo nuestra entrega. A lo largo de los dos partidos merecimos ir a la final.
Nuestro rival sería la Juventus, que invirtió mucho dinero en su equipo. Hubo dos ocasiones en mi carrera en las que me resultó más difícil enfocarme y tener control sobre mis emociones: una fue contra el Real Madrid, cuando jugaba con la Juventus, la otra fue en la final de la Champions League de 1997.
Haber jugado con ellos el año anterior hizo que la atención de los medios estuviera centrada sobre mí durante la semana. Tenía compromisos con la prensa, conocía a la dirigencia de la Juventus y sus jugadores. Era una situación muy difícil de manejar y realmente estaba muy nervioso.
"con el primer toque, lars ricken superó a angelo peruzzi"
El día del partido, cuando trabajé para visualizar el juego y enfocarme, me dio la oportunidad de calmarme y enfocarme en mi tarea de apoyar y motivar a mis compañeros. Quería que tuviesen la misma confianza que yo tenía para poder ganar.
Los primeros veinte minutos fueron muy duros. Juventus tuvo buenas oportunidades. Luego le dije a Paul que se concentrara en Zinedine Zidane, que yo me encargaría de los otros mediocampistas. Eso tuvo un gran impacto.
De inmediato comenzamos a tener el control del partido y a generar oportunidades. Nos acercamos a su área, forzamos saques de esquina, desde donde anotamos dos veces gracias a Karl-Heinz.
Obviamente Marcelo hizo algunos movimientos, incluyendo colocar a Alessandro Del Piero, quien anotó un gol fantástico.
Pero Ottmar, con su instinto, tomó una decisión importante al meter a Lars Ricken. En su primer toque, superó a Angelo Peruzzi anotando un golazo.
Después de eso, tuvimos el control del partido.
El mayor reconocimiento para los jugadores viene desde los hinchas. Jugamos para ellos. Después de eso incluso escuché a un amplio sector de los aficionados de la Juve que también coreaban mi nombre.
Habíamos ganado la primera Champions League para Dortmund. Eso fue realmente especial.