marcelo bielsa
Seleccionador de Uruguay, 2023-Presente
El impacto de Marcelo Bielsa al frente de Uruguay —fue presentado como nuevo técnico a mediados de mayo de 2023— no se ha hecho esperar, tanto en juego como en resultados, destacándose en este último apartado las victorias ante Brasil (2-0) y Argentina (0-2), en el camino recorrido hasta el momento en las eliminatorias para el Mundial 2026.
Pero esas dos victorias, al igual que las cosechadas ante Chile (3-1) y Bolivia (3-0), han sido bajo el ‘sello Bielsa’. Un equipo agresivo y atractivo en la parte ofensiva, pero también sin balón. Todo sin olvidar el protagonismo del colectivo. Y es que el seleccionador de Uruguay ha encontrado un rol definido y a medida a los principales jugadores, entre ellos Darwin Núñez (Liverpool), Fede Valverde (Real Madrid), Manuel Ugarte (PSG) o Ronald Araújo (Barcelona). Nuestros entrenadores analizan el trabajo de Bielsa con Uruguay y cinco claves del buen rendimiento del equipo.
Variantes del 4-3-3
Bielsa tiene como sello característico en la dirección de sus equipos la utilización de los sistemas en función del contexto. Es decir, los jugadores a su disposición y sus características, y el siguiente rival a enfrentar.
En Uruguay, donde el técnico argentino maneja una lista de 40 jugadores seleccionables, como él mismo señaló en su presentación, mantiene esa línea. El 4-3-3 es el sistema base, también con sus variables en ataque y defensa.
De ese modo, Uruguay utiliza en algunos momentos el 4-1-4-1, en el que Manuel Ugarte ocupa la posición de pivote, con Fede Valverde y Nicolás de la Cruz por delante. En ocasiones, Uruguay también utiliza el 4-2-3-1 (abajo), en este caso, con Valverde a la misma altura que Ugarte y De La Cruz en el papel de enganche. Un 4-2-3-1 en el que la selección uruguaya se encuentra más cómoda en ataque.
El 4-3-3 también varía en el apartado defensivo. Ante rivales con mayor dominio de la posesión y mayor potencial ofensivo, como Brasil y Argentina, el delantero Darwin Núñez se descuelga a zonas más retrasadas para el equipo formar entonces sobre un 5-4-1. Pero este no es el único movimiento, ya que Rodrigo Betancur o De la Cruz, centrocampistas, pasan a la posición de mediapunta para jugar entre líneas, mientras Maximiliano Araújo y Facundo Pellistri forman como interiores.
El objetivo principal del 5-4-1 es acumular futbolistas por dentro y jugar con los carrileros por fuera, como Mathías Olivera y Ronald Aráujo, ambos con un perfil defensivo, pero con gran recorrido ofensivo (abajo).
Buscar ventajas posicionales en las bandas
Bielsa también ha adaptado los ataques rápidos por fuera en función de las características de los atacantes. Maximiliano Araújo, Facundo Torres, Pellistri, Olivera, Agustín Canobbio, Núñez, Luis Suárez y Federico Viñas están en la nómina de los jugadores ofensivos de Bielsa, quien busca la ocupación de los espacios libres por las bandas y su posterior aprovechamiento, a través de superioridades posicionales. Esto facilita a Uruguay multiplicar el peligro de sus ataques, utilizando la profundidad de sus extremos (abajo).
Además, la movilidad de Núñez y el efectivo aprovechamiento de los espacios interiores que consigue De la Cruz facilitan a Uruguay ventajas exteriores para llegar a zona de finalización con jugadores rápidos.
Todas las acciones para generar ventajas posicionales sobre el rival están perfectamente coordinadas. Por lo general, cuando el central Olivera toma amplitud por fuera, atrae a su marcador y habilita espacios para la incursión del lateral Matías Viña por el carril interior con la ayuda del mediapunta. A su vez, De la Cruz aprovecha el espacio generado por el lateral en su desmarque de ruptura en profundidad, para ofrecerse como receptor de balón y realizar un cambio de orientación rápido sobre el otro lado del campo (abajo).
Una zona del campo en la que Araújo, Pellistri y Valverde se encuentran con ventaja sobre el oponente.
Dividir el campo
En ataque, Bielsa divide el campo en dos franjas. Y en cada una de ellas, los jugadores de Uruguay tienen distintos comportamientos individuales y colectivos, algo que analizamos a continuación.
La primera franja es el tramo que comprende desde la portería propia hasta el mediocampo. Aquí, Uruguay realiza un juego asociativo, formando triángulos escalonados que facilitan mantener la posesión de la bola con pases de seguridad.
También en la primera zona, Uruguay realiza desmarques de apoyo tanto en zona central, con los interiores hacia el pivote, como exteriores, con el extremo o punta cerca del lateral para facilitar la conexión. Esto permite al equipo generar espacios libres en el lado débil del rival y pasar a la siguiente zona de juego marcada (abajo).
La segunda franja es el tramo desde el mediocampo hasta la portería, donde las distancias entre los jugadores se amplían con el principal objetivo de hacer daño al equipo rival tras ser atraído en la primera franja. Para ello, el equipo de Bielsa genera líneas de pases escalonadas a la espalda de las líneas defensivas rivales, siempre con la máxima amplitud y profundidad.
Después de una circulación en campo propio, Uruguay generalmente busca asociarse de manera vertical sobre De la Cruz entre líneas, quien opta a continuación por un pase en profundidad sobre uno de los jugadores descolgados en las bandas (abajo).
Defensa en repliegue para atacar rápido
Un detalle significativo de la Uruguay de Bielsa sin balón es utilizar la defensa en repliegue como estrategia crucial, para realizar después un posterior ataque de calidad.
La organización defensiva de Uruguay está coordinada entre la movilidad de los jugadores que deben cerrar los espacios libres y los futbolistas que deben salvaguardar las posibles zonas de remate a favor del oponente.
En esa organización, los pivotes, Ugarte y Valverde, son los encargados de mantener el bloque compacto para impedir espacios. Por su parte, los centrales (generalmente Araújo, Sebastián Cáceres, Giménez y Olivera), deben controlar a los posibles rematadores rivales sobre el borde el área, y mantener la distancia con los laterales para reducir los espacios (abajo).
Cuando recupera el balón, Uruguay aprovecha las transiciones rápidas en campo propio y los espacios del equipo rival. La acción posterior al robo de balón pasa por los jugadores más cercanos a la recuperación, quienes conectan con uno de los atacantes descolgados: Núñez, Pellistri o Betancur (abajo).
El jugador descolgado siempre se posiciona a la espalda de la primera línea de presión rival para sorprender al equipo contrario y dar velocidad al ataque.
Acumular jugadores en la zona de finalización
Como también es característico en el libro de estilo de Bielsa, Uruguay suma un gran número de efectivos en los últimos metros. La intención del técnico argentino no es solo acumular jugadores para tener más opciones de remate, sino también para una posible segunda jugada.
Ya en los últimos metros, Uruguay se organiza con el lateral en profundidad para buscar el centro. En esos centros, Pellistri ataca el primer palo. Esto mientras Núñez y el extremo del lado contrario se posicionan en la zona central del área rival y el segundo palo, dejando la frontal para De la Cruz (abajo).
En el caso de un ataque rápido por dentro, el Uruguay llega a zona de finalización con un lateral o un extremo por el carril interior. Además de los dos delanteros en zona remate y el mediapunta en el punto de penalti (abajo).
Por otro lado, si el sistema ofensivo del equipo de Bielsa se queda debilitado por dentro, trata de compensarlo con el extremo o el lateral del lado opuesto, encargado de trazar la diagonal interior.
Pero Bielsa también utiliza la acumulación de jugadores en zona de finalización para las vigilancias ofensivas. Vigilancias realizadas generalmente por los jugadores de segunda línea: Valverde, Ugarte, Betancur y Viña. Así, si el rival recupera la posesión y busca salir por el carril interior, Uruguay está altamente protegida con el lateral o un extremo en esa zona.
En resumen, y como es habitual en los equipos de Bielsa, la fase ofensiva está conectada con la defensiva en Uruguay. Un equipo el que, también habitual en el técnico argentino, lo más importante es el dominio de balón y la agresividad para dañar al oponente.
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