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Informe táctico: ¿Por qué genera dudas la línea de fuera de juego del Barcelona de Hansi Flick?

Informe táctico: ¿Por qué genera dudas la línea de fuera de juego del Barcelona de Hansi Flick?
Getty Images
Redacción
The Coaches' Voice en español
Publicado el
17 de noviembre 2025

Para unos es demasiado arriesgada; para otros, la línea de fuera de juego que actualmente usa el Barcelona es la piedra filosofal del estilo que Johan Cruyff implantó en su día en el equipo. ¿Y para Hansi Flick? Si atendemos a su dirección del equipo es un principio innegociable, independiente del impacto que pueda tener en el apartado defensivo, ya que lo ofensivo debe predominar para terminar alcanzando un balance positivo que se traduzca en juego y títulos. Tal como ocurrió en la temporada 2024/25, con la consecución de LaLiga, la Copa del Rey y la Supercopa de España.

Sin embargo, lo cierto es que en la temporada 2025/26 el Barcelona está sufriendo al defender con la línea de fuera de juego tan adelantada, como se vio, entre otros partidos, de manera señalada en el 3-3 ante el Brujas en la fase liga de la Champions League (abajo, en el vídeo).

Basta con atender a los datos hasta el parón por selecciones del mes de noviembre de 2025 para corroborarlo: 22 goles recibidos en 16 partidos, lo que supone una media de 1,3 tantos en contra por encuentro. Estadísticas que contrastan con las de la 2024/25 a estas mismas alturas de la temporada: 16 goles encajados en 16 partidos y una media de 1 gol en contra. También resulta llamativo si comparamos al actual Barcelona de Hansi Flick con equipos de perfil ofensivo similar, como el Bayern Múnich de Vincent Kompany, con 13 goles en contra en 17 partidos, para una media de 0,76; o el Manchester City de Pep Guardiola, que ha recibido 12 tantos en 17 partidos, es decir, una media de 0,71.

"La distancia entre los jugadores es muy importante: si estás muy lejos tienes que correr demasiado y das al oponente más tiempo para jugar, esto es lo que nos mata en defensa. Tenemos que encontrar el posicionamiento correcto y, desde ahí, saltar, presionar y robar"

Hansi Flick, entrenador del Barcelona, en rueda de prensa (21 de octubre de 2025)

En este informe, Coaches’ Voice se adentra en el principal debate táctico del Barcelona en este momento, basándose para ello en la comparativa del equipo entre las temporadas 2024/25 y 2025/26. ¿Qué ha cambiado? ¿La baja de Iñigo Martínez resulta tan decisiva? ¿Son diferentes los mecanismos de presión? ¿Cómo afectan? Todas estas cuestiones, y otras más, son analizadas, explicadas y respondidas por nuestros entrenadores UEFA Pro.

 

La línea del fuera de juego: coherencia inducida vs automatismo vulnerable


En la temporada 2024/25, el Barcelona gobernaba la profundidad defensiva leyendo previamente el momento en que el oponente preparaba el pase, y no desde la persecución del jugador que lo ejecutaba.

Si hablamos de movimientos tácticos, podemos decir que el Barcelona no saltaba para “atrapar” a quien corría al espacio, sino para provocar el error en el instante en que el poseedor del balón tenía menos ventaja para ejecutar o decidir. Esta lectura del momento hacía que la defensa diera el paso adelante —achicara— solo cuando el pasador rival estaba limitado en visión, orientación o apoyos.

La gestión del tiempo de reacción colectiva también transformó el fuera de juego en un comportamiento coordinado del Barcelona, en conclusión, un lenguaje táctico compartido por todos los jugadores. Así, el fuera de juego no dependía de un central girando la cabeza, sino de un mecanismo conjunto: cuando el receptor quedaba de espaldas y la línea de pase interior se bloqueaba, la defensa achicaba metros en bloque. Y si el pase no podía viajar tenso y limpio, la línea se adelantaba. El resultado fue una línea alta, pero disciplinada: 3,9 fueras de juego forzados por partido en la 2024/25, con un 68 % de éxito al recuperar o reiniciar desde la posesión, según datos de Wyscout.

Si nos centramos en las distancias, el Barcelona jugaba la pasada campaña compacto en sus líneas, con un sistema estrecho, tenso y solidario. En realidad, el equipo de Hansi Flick no defendía el espacio, sino el momento del pase rival. De ese modo, el equipo solo sufría cuando la amenaza no venía de los delanteros fijados, sino de jugadores que llegaban desde segunda línea, interiores que aparecían sin referencia directa y atacaban los puntos ciegos entre lateral y central. Por lo tanto, eran desajustes más por sorpresa que por estructura; más por intuición rival que por error propio.

Presión de la defensa del Barcelona de Hansi Flick

En la 2025/26, Hansi Flick mantiene el dibujo, pero el equipo ha perdido el fundamento táctico que lo hacía eficaz: decidir el salto en función del momento óptimo. Asimismo, la altura de la zaga se conserva —muchas veces en campo rival—, pero el criterio ha cambiado: el equipo salta por sistema, sin atender a la situación real del poseedor.

A nivel de números, eso se ha traducido en que los fuera de juego forzados ascienden a una media de 4,3 por partido, un dato más elevado que la pasada campaña; sin embargo, la eficacia se ha visto mermada: solo el 52 % terminan con ventaja del Barça y más de un 20 % derivan en acciones de estrés defensivo. En conclusión, la trampa ya no nace de la lectura colectiva, sino del automatismo. Por lo tanto la línea del fuera de juego se convierte en una rutina previsible que los rivales han aprendido a explotar.

Además, respecto a la pasada temporada, han cambiado los perfiles que castigan la fragilidad defensiva del Barcelona, porque ya no son los interiores que aparecen por sorpresa (los “interiores ocultos”), sino los extremos y el delantero centro rivales quienes fijan, giran o descargan para atacar la espalda tras el tercer pase consecutivo. Con esto, la defensa azulgrana debe estar más pendiente de mantener la altura que de medir el momento. Así se vuelve impulsiva hacia adelante y vulnerable hacia atrás. 

Presión de la defensa del Barcelona de Hansi Flick

Altura posicional: terreno gobernado vs terreno hipotecado


En la temporada 2024/25, la última línea del Barcelona entendía la altura defensiva como un espacio conquistado que debía protegerse mediante coordinación y no como un simple adelanto territorial. Así, defender a 40–45 metros (con picos de 50–55 cuando la presión estaba completamente organizada) de su portería no significaba asumir más riesgo, sino reducir el espacio ofensivo útil del rival.

Además, la altura de la línea defensiva no se utilizaba para encoger el campo al rival, sino para condicionar la posesión ajena, empujando al contrario a zonas donde no podía girar, recibir orientado o progresar con claridad. Esa disposición provocaba que el rival conviviera constantemente con dos salidas incómodas: el pase atrás o el envío directo en inferioridad.

Hansi Flick
Hansi Flick es el arquitecto del fuera de juego del Barcelona, una estrategia que la pasada campaña tuvo gran éxito, pero que en la 2025/26 muestra fisuras. Alex Caparrós/Getty Images

A nivel general, en la 2024/25 se vio que la defensa azulgrana no necesitaba más velocidad para corregir, sino mayor sincronización que la intención ofensiva rival. Los centrales defendían hacia delante en la mayoría de sus intervenciones y muy pocas veces se veían obligados a correr hacia su propia portería.
Cuando el rival intentaba iniciar el juego combinando, el lateral azulgrana del lado por donde transcurría la jugada se adelantaba a la altura del lateral contrario para cerrar líneas diagonales y evitar que el extremo pudiera recibir en ventaja.

Ese plan de Hansi Flick permitía que la altura no fuera un riesgo, sino una ventaja: si la lectura defensiva llegaba antes que la acción rival, el peligro se anulaba. Aun así, existía un patrón reconocible de vulnerabilidad: el daño no aparecía desde los atacantes fijados, sino desde jugadores que se incorporaban desde segunda línea. Esas carreras silenciosas desde la zona intermedia, fuera del radar visual de la última línea, atacaban los intervalos verticales antes de que el bloque se pudiera reajustar. Aunque no era un problema estructural, sí era el único registro capaz de alterar un funcionamiento muy sólido del Barcelona.

Espacio que abarca el entramado defensivo del Barcelona de Hansi Flick

En la 2025/26, la altura se mantiene igual de elevada, pero el equipo ha perdido la esencia funcional de este concepto: lo que antes era control del espacio ahora se convierte en estar expuestos, porque el rival conoce mejor los comportamientos defensivos del Barcelona y sabe anticiparse a sus reacciones. Esto provoca que la última línea no consiga poner incómodo al poseedor; ya no empuja a los rivales a decidir bajo presión, sino que les ofrece acceso a más opciones sin oposición previa.

El resultado es un cambio sutil respecto a la pasada temporada, pero determinante, ya que los centrales del Barcelona ganan menos duelos adelantados y aumentan los duelos a remolque, obligados a corregir tras conducciones rivales que antes eran interceptadas antes de iniciarse. Así, el daño ya no llega desde el jugador que ataca por sorpresa desde segunda línea; ahora se origina desde el propio delantero centro o los extremos, que reciben con más comodidad, giran, descargan y activan rupturas posteriores con ventaja.

Presión colectiva del Barcelona de Hansi Flick

Iñigo Martínez: el metrónomo del orden vs el desorden

En la 2024/25, Iñigo Martínez redefinió el valor del central dentro del modelo defensivo del Barcelona, porque no destacó por velocidad ni por exuberancia física, sino por un intangible fundamental: dotar de orden a la línea defensiva antes de que existiera la amenaza. De ese modo, su fortaleza residía en leer la acción medio segundo antes que el rival, ajustar la línea sin necesidad de correr, colocar a Pau Cubarsí, Jules Koundé o Alejandro Balde con un simple gesto o un paso, y activar el achique exactamente cuando el poseedor estaba en el peor momento para lanzar.

Con la tutela de Iñigo Martínez, los laterales del equipo de Hansi Flick también necesitaron menos correcciones porque él compactaba los intervalos, mientras que los centrales defendieron más hacia delante que hacia atrás porque él fijaba la altura. En conclusión, el bloque recuperaba antes porque su posición ordenaba el cuándo, no solo el dónde. Y el Barça encajaba poco porque casi nunca se veía obligado a corregir a destiempo.

En la temporada 2025/26, la baja de Iñigo Martínez ha abierto un vacío que no es cuantitativo, sino cognitivo. La línea mantiene nombres de defensores de calidad —Pau Cubarsí, Jules Koundé, Ronald Araújo, Eric García, Alejandro Balde—, pero ninguno reproduce la función de metrónomo que desempeñaba él. Asimismo, Iñigo determinaba cuándo saltar, cuándo frenar, cuándo aguantar y cuándo replegar. Ahora, esos 'cuándos' se negocian en plena acción y no antes, algo que altera el orden completo del bloque.

Iñigo Martínez fue el líder de la defensa del Barcelona en la temporada 2024/25. David Ramos/Getty Images

Por otro lado, sin Iñigo Martínez, la defensa azulgrana no parte de una lectura común, sino de lecturas individuales que no siempre coinciden. Y el impacto ha sido inmediato, como indican los datos de Wyscout: las intervenciones de los centrales aumentan de forma notable (de 6 de media a 8,4 por partido) y, sobre todo, aumenta la exigencia de las mismas, puesto que las correcciones en carrera pasan del 23 % al 41 %.

La ausencia de Iñigo ha provocado que los desajustes no se corrijan antes, sino después. Ademon varios apuntes importantes: Balde salta, pero no siempre está respaldado por la línea; Eric corrige, pero sin un compañero sincronizando la altura; Araújo compite el duelo, pero ya sin la estructura reduciendo el espacio previo; y Cubarsí dirige, pero todavía no domina los tiempos colectivos como Iñigo Martínez.

Primera línea de presión del equipo de Hansi Flick: condicionante previo vs convite involuntario


En la temporada 2024/25, la presión alta del Barcelona no empezaba cuando los atacantes corrían hacia el poseedor rival, sino cuando los mediocentros habían cerrado previamente todas las opciones de pase del oponente. Ese era el verdadero punto de partida del equipo de Hansi Flick, con Marc Casadó, Frenkie de Jong, Pedri, Dani Olmo y Fermín López cerrando líneas de pase en bloque. Mientras, Raphinha, Lamine Yamal, Ferran Torres o Robert Lewandowski no presionaban para recuperar, presionaban cuando ya sabían que el rival no tenía salida limpia.

A nivel general, la presión alta era una coreografía. Primero se cerraban los pasillos interiores, después se orientaba la circulación hacia zonas previsibles y, solo entonces, el salto de los puntas remataba el trabajo. Esta coreografía permitía que la última línea defensiva del Barcelona se mantuviera a 40–50 metros de su portería sin temor. Esto porque la posesión rival llegaba tarde, forzada, sin perfil para girar y casi siempre en inferioridad numérica. La presión, la altura del bloque y la trampa del fuera de juego no eran conceptos sueltos: eran un mismo sistema dividido en secuencias.

En la 2025/26, el orden secuencial se ha visto fracturado, porque la presión ya no se activa después de cerrar las opciones del rival, sino mientras se intenta cerrar. Y ese simple cambio de orden ha alterado toda la arquitectura defensiva de Hansi Flick. Los extremos y el punta saltan antes de que el mediocampo haya orientado la jugada, es decir, se corre antes de bloquear el pase que habilita la salida rival.

El resultado es un patrón repetido, en el que los atacantes presionan, el mediocentro rival recibe con tiempo, gira o descarga sin oposición, y el Barcelona queda forzado a corregir a destiempo. Las cifras hasta el momento reflejan esa descoordinación. Por ejemplo: las rupturas rivales después del primer pase superado aumentan un 31 %. Además, las recuperaciones en segunda línea caen un 22 % y los controles orientados sin oposición previa crecen un 36 %.

En conclusión, el actual Barça está cerca de la media kilómetros recorridos por partido de la pasada campaña. Pero, en cambio, corre cuando no toca, sin haber vigilado antes el pase que define la jugada del rival.

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