
Simone Inzaghi
Inter de Milán, 2021-Presente
Desde su llegada en el verano de 2021, Simone Inzaghi ha logrado dotar al Inter de Milán de un estilo de juego muy reconocible, especialmente en los momentos sin balón. Esta identidad táctica se ha traducido en un equipo tremendamente sólido, compacto y fiable, convirtiéndose en la base principal de los éxitos recientes de los nerazzurri en la Champions League: han alcanzado su segunda semifinal en las últimas tres temporadas.
Un vistazo a las estadísticas del Inter en la edición 2024/25 refleja esta fiabilidad: apenas cinco goles encajados en todo el torneo, tres de ellos en la exigente eliminatoria de cuartos de final frente a un rival del potencial ofensivo del Bayern Múnich. Es decir, en los diez partidos previos, los de Inzaghi solo recibieron dos tantos. A este dato se suma su liderazgo en porterías a cero, acumulando ocho encuentros sin encajar goles (Liverpool y Arsenal, por detrás, han logrado seis).
Nuestros entrenadores expertos analizan la robustez defensiva del Inter antes del duelo de semifinales frente al Barcelona. Casualmente, los azulgranas son el equipo más goleador de la presente Champions League, con 37 goles. Este enfrentamiento pondrá a prueba la estructura defensiva del conjunto italiano como nunca.

Sistema defensivo 5-3-2
Los tres centrales son inamovibles en el sistema de Simone Inzaghi, con los carrileros alineados de forma paralela a ellos. Así, desde la portería, el suizo Yann Sommer cuenta habitualmente con Benjamin Pavard como central derecho, Francesco Acerbi como líder en el eje de la defensa y Alessandro Bastoni en el perfil izquierdo. A ellos se suma en la rotación Stefan de Vrij, un defensor de perfil muy similar a Acerbi, destacado por su contundencia y dominio del juego aéreo, y Yann Bisseck. Los carriles son para Matteo Darmian o Denzel Dumfries, a la derecha, y Federico Dimarco en la izquierda, flanco en el que también puede jugar Carlos Augusto.
Bastoni es probablemente el jugador más diferencial en términos individuales del Inter. Destaca por ser un central dominante en el juego aéreo, difícil de superar en los duelos mano a mano, dotado de una gran capacidad de concentración en las marcas dentro del área y con un físico potente que le permite actuar como central corrector, ofreciendo coberturas que facilitan las incorporaciones ofensivas del carrilero izquierdo, Dimarco.
Los carrileros tienen automatizado el movimiento de interpretar cuándo retroceder para formar una línea de cinco defensores y cuándo saltar a la presión en la banda. Así, el sistema oscila dinámicamente entre cuatro y cinco hombres en la zaga, dependiendo de la altura del balón y de la presión del rival. Si el adversario ataca por el flanco derecho, Darmian retrocede rápidamente para alinearse con los centrales, mientras que Dimarco, en el flanco opuesto, salta a presionar de manera agresiva. En estos escenarios, Bastoni muestra su versatilidad, cubriendo los espacios dejados por su compañero con gran eficacia.
El esquema 5-3-2 en los momentos sin balón se sostiene en un trío de centrocampistas que abarcan mucha amplitud de campo. Su misión es canalizar el ataque rival hacia los costados y tapar cualquier línea de pase interior. Los interiores Henrikh Mkhitaryan y Nicolò Barella tienen funciones más agresivas, saltando a presionar cuando es necesario, mientras que Hakan Çalhanoglu, como mediocentro posicional, permanece más próximo a los centrales, actuando como nexo defensivo.

Pressing tras pérdida: la primera arma para defender
Uno de los patrones que mejor ejemplifica el trabajo de Simone Inzaghi es la presión tras pérdida. Cuando el Inter pierde el balón en zonas alejadas de su área, su reacción inmediata es intentar recuperarlo mediante una intensa presión. Esta mentalidad implica un importante desgaste físico, pero minimiza el riesgo de ser contraatacado.
La influencia del técnico es evidente en sus jugadores: los delanteros. Marcus Thuram y Lautaro Martínez, son los primeros en liderar esta presión con esfuerzos a máxima intensidad, buscando forzar el error rival.
Cuando el Inter decide presionar alto, la línea defensiva también adelanta su posición para compactar espacios entre la defensa y los delanteros. Aunque esto implique asumir riesgos, como dejar espacios a la espalda de la defensa. No obstante, esta estrategia es implementada únicamente cuando se percibe que la presión puede ser efectiva. Esto se debe a que la velocidad de los centrales a campo abierto no es su mayor virtud.
En esta fase, los delanteros no siempre presionan en línea recta. A veces, uno de ellos desciende a la línea de mediocampo para reducir la superioridad numérica del rival y facilitar la presión conjunta. Estos movimientos complementarios de Lautaro y Thuram están milimétricamente trabajados para reducir las opciones del rival y, preferiblemente, inducirlo al error en la salida de balón.

Bloque bajo: una muralla difícil de franquear
Cuando el Inter se repliega en bloque bajo, su eficacia defensiva alcanza cotas altísimas. Todos los jugadores se agrupan en torno al área propia, actuando de manera extremadamente agresiva en los duelos individuales. La línea defensiva, reforzada por los carrileros convertidos en laterales, brilla en el juego aéreo y en la vigilancia de las marcas.
En ese escenario, los nerazzurri ocupan racionalmente el ancho del campo, reduciendo al mínimo los espacios disponibles para el rival. La distancia entre líneas se acorta, permitiendo acumular hasta seis jugadores en posiciones interiores, bloqueando cualquier posibilidad de progresión por el centro. Así, obligan a sus rivales a atacar por las bandas, donde el Inter se siente más cómodo despejando centros laterales.
La fortaleza aérea de jugadores como Stefan de Vrij, Acerbi, Bastoni y Pavard garantiza seguridad ante los envíos laterales. Aunque Simone Inzaghi preferiría no verse obligado a defender en bloque bajo, es consciente de que, en estas situaciones, su equipo es casi inexpugnable.

Buscar al par en el saque de puerta rival
Una de las situaciones donde el Inter despliega su presión más agresiva es en el saque de puerta del rival. Los jugadores se emparejan individualmente con los receptores rivales, arriesgando incluso a quedar expuestos a un envío largo.
En ocasiones, los tres centrales quedan muy separados entre sí, contando únicamente con el apoyo de Çalhanoglu en la recuperación de un balón largo. A pesar del riesgo, el juego aéreo de Acerbi, Bastoni y Pavard les permite ser ganadores habituales en los duelos.
La asignación de las marcas no es arbitraria. Lautaro y Thuram se encargan de presionar a los centrales rivales, mientras Mkhitaryan y Barella se ocupan de los mediocentros. Si se detecta una vulnerabilidad particular en un jugador rival, los jugadores del Inter tienen libertad para intercambiar marcas y forzar errores en la salida de balón.

Centrales exteriores: sin miedo a saltar
La coordinación defensiva en el Inter es fundamental para entender cuándo uno de los centrales debe abandonar su posición y salir a presionar a un jugador rival que intenta recibir entre líneas. Tanto Pavard como Bastoni están perfectamente preparados para ejecutar estos saltos defensivos.
Ese automatismo no solo implica el salto del central, sino también la basculación y cobertura inmediata de sus compañeros de zaga. Así, cuando Pavard o Bastoni abandonan su posición para anticiparse a un mediapunta rival, Acerbi y el otro central ajustan sus posiciones para cubrir el espacio dejado libre.
Esa movilidad dentro de la línea de tres centrales permite que la defensa del Inter permanezca sólida y estructurada. Esto, salvo cuando se repliega en bloque bajo, momento en el cual los tres centrales se mantienen juntos, priorizando la protección del área.

La férrea protección del área, así como también una intensa presión tras pérdida en diferentes momentos del partido, son las señas de identidad que han llevado al Inter a instalarse nuevamente entre los mejores equipos de Europa.
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