El Falso Nueve
El Concepto:
Se trata de posicionar en espacios que ocuparía un determinado delantero, a un jugador inespecífico, con funciones y responsabilidades de ariete. El desarrollo viene determinado por los comportamientos que se le exigen a dicho futbolista: el Falso Nueve, una figura que no es nueva, pero que en el fútbol moderno quizás sea más reconocible a través de su implementación en equipos como el Barcelona, Manchester City o la selección española.
Generalmente, se elige para esa posición al jugador con más talento ofensivo del equipo, que habitualmente ocupa espacios más alejados del área -bien por fuera de extremo o interior-, con la intención de acercarle a posiciones más determinantes en las que gozará de más tiempo y espacio para decidir en los últimos metros.
"No fue una imposición filosófica: era la solución que parecía más adecuada a los recursos que teníamos" (Vicente del Bosque, en la Gazzetta dello Sport sobre el triunfo de España en la Eurocopa 2012 jugando con un Falso 9)
El jugador que ocupa el espacio de Falso Nueve tiene el objetivo de atraer o fijar a los centrales y de generar superioridades numéricas. Se pueden dar dos situaciones específicas en el juego, dado que ese jugador elimina referencias sobre sus marcas, provocando la duda del central rival sobre si saltar a la marca o permanecer en su posición.
En el caso de que el central no lo persiga, en su desmarque de aproximación a los medios a zonas interiores, el Falso Nueve podrá disponer de tiempo y espacio para asociarse como hombre libre con los jugadores de segunda línea y generar una superioridad numérica, habilitando la continuidad en el juego de su equipo (abajo).
Si, por el contrario, el central persigue al Falso Nueve a posiciones más intermedias (abajo), donde los defensas se encuentran más expuestos, se produciría una liberación de espacios en la última línea, con posibilidad de ser atacada con los movimientos al espacio de los extremos en profundidad o los interiores que llegan desde segunda línea buscando ganar la espalda de los centrales o entre central y lateral.
El perfil del jugador con el que se intenta desempeñar la función de Falso Nueve responde a un futbolista con alto nivel técnico, intuitivo en espacios reducidos, con capacidad de girarse rápido, habilidad de asociarse con los jugadores cercanos, agresivo atacando la profundidad en el momento adecuado y un entendimiento del juego máximo para garantizar el timing correcto en los desmarques de apoyo y ruptura de los compañeros en distintas alturas, tanto horizontales como verticales.
Modelos de ejecución:
Para que se potencie la participación eficiente del Falso Nueve, se requiere de ciertos comportamientos en el juego colectivo. La estructura de juego en 4-3-3 es, por ocupación del espacio, la ideal, ya que permite generar amplitud y profundidad en fase ofensiva.
El posicionamiento de extremos e interiores es clave para generar un alto volumen y fluidez en el juego, abrir líneas de pase por dentro y por fuera, además de habilitar la posibilidad de atacar la profundidad directa e indirectamente con los extremos o interiores que se sueltan para llegar desde segunda línea.
Según el modelo de juego, de perfil de futbolista o de la intención del equipo y entrenador, podemos diferenciar distintos tipos de Falso Nueve con sus diferentes interpretaciones y ejecuciones.
La selección española, con Vicente Del Bosque como entrenador, trataba de implementarlo a través de Cesc Fábregas, situándolo como jugador más avanzado. La idea partía de trasladar lo que venía haciendo Fábregas en su club, el Barcelona con Pep Guardiola, aprovechando los automatismos y comportamientos desarrollados, aprendidos e implementados a unos niveles muy altos junto a otros compañeros que compartían el mismo club.
Esa idea de juego encajaba muy bien con el modelo de juego que se buscaba implementar en la selección de España, teniendo en cuenta el resto de jugadores que se encontraban en el grupo: Xavi Hernández, Andrés Iniesta y David Silva, entre otros.
Del Bosque buscaba situar a Fábregas entre líneas (arriba), a espalda de los mediocentros rivales (Claudio Marchisio, Andrea Pirlo y Daniele de Rossi, en la imagen de arriba) para poder tener la posibilidad de girar, jugar hacia delante, dar continuidad al juego o simplemente triangular con los jugadores cercanos -Hernández, Iniesta o Silva- para mover la estructura de juego rival.
A diferencia de lo que proponía Guardiola en el Barcelona, que tenía la variante de ser profundo con los extremos, en la selección española todo el juego era más posicional. Un desarrollo que venía determinado por las características de los jugadores, de un perfil más asociativo y que, a través del pase, buscaban llegar hasta zonas de finalización.
En el Barcelona, desde el momento en que Guardiola posicionó a Lionel Messi como delantero realizando funciones de Falso Nueve en un partido contra el Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu en la Liga 2008/2009, ese recurso ha seguido siendo utilizado por parte de los siguientes entrenadores del club. Un concepto visto como algo ya muy natural e interiorizado, con directores técnicos como Luis Enrique y Ernesto Valverde, entre otros.
Messi, con el paso del tiempo, ha ido participando más en el juego por dentro que por fuera, evitando esfuerzos de largas distancias en beneficio de más juego asociativo. Un trabajo donde atrae y fija rivales, en lugar de desborde por fuera y duelos individuales, posibilitando que ese juego exterior lo realicen jugadores más jóvenes y con más energía o talento para esos duelos directos como los que proponen Ousmane Dembélé o Neymar en distintas épocas del club.
Messi ha ido potenciando sus capacidades para intuir los espacios antes que sus oponentes, lo que favorece el ciclo del juego de su equipo, sin realizar un desgaste físico muy alto, pero ofreciendo un rendimiento incluso superior que en sus inicios desde esas posiciones más centradas. Un rol que le permite ser más decisivo en espacios más cercanos a portería rival, y poder habilitar al resto de jugadores próximos a él en los distintos espacios de juego. Pero para que Messi sea decisivo en esa posición, necesita que su equipo produzca un alto volumen de juego.
En ese mencionado partido ante el Real Madrid en la temporada 2008/09, Guardiola lo que pretendía con el jugador argentino de Falso Nueve (arriba) era que se alejara de los centrales (Fabio Cannavaro y Christoph Metzelder, arriba en la imagen), que nunca perseguían marcas, para disponer de ventajas numéricas en zonas intermedias y poder tener el balón. Una acción en la que primero situaba a los extremos Henry y Eto'o en el intervalo entre el lateral y central rival (Sergio Ramos y Cannavaro), y posteriormente entre Metzelder y Gabriel Heinze, con la intención de amenazar el espacio y atacar las profundidades libres de marca.
En el Manchester City, Guardiola, en momentos puntuales, también utiliza el recurso del Falso Nueve a través de Kevin de Bruyne, un interior reconvertido en delantero. La intención de Guardiola de situar a De Bruyne en ese espacio y con ese rol, es tener la posibilidad de encontrarle mediante pases de los pivotes, para ganar tiempo y juntar al equipo en zonas avanzadas (arriba). Siempre cerca de las zonas de progresión, con claridad y capacidad de filtrar pases ante líneas defensivas situadas en bloques bajos o muy densos por dentro o atacando la profundidad tras acelerar el juego en los últimos metros con Riyad Mahrez o Phil Foden, quien incluso en ocasiones también actúa de Falso Nueve.
Los hábitos y patrones de juego necesarios para ejecutar correctamente la implementación de la figura del Falso Nueve requieren de unas tareas muy específicas. También de un flujo de juego constante, de circulaciones de balón rápidas y una sincronización absoluta por parte de todos los jugadores. Tanto de manera directa, aquellos que participan en el desarrollo de la jugada, como indirecta, a través de posicionamiento en amplitud y profundidad que facilitan que las líneas de pase aparezcan para ser aprovechadas.
En definitiva, no todos los equipos ni todos los futbolistas pueden intervenir desempeñando el rol de Falso Nueve. Esta función exige un gran conocimiento del juego y sentido colectivo, además de un alto nivel técnico identificando los espacios de progresión e interpretando muy bien las diferentes acciones a desarrollar en cada momento.