Nuno Espírito Santo
Wolves, 2017-2021; Tottenham, 2021; Al-Ittihad, 2022, presente.
El Perfil:
El hecho de que los Wolves continuaran mejorando, a pesar de las salidas de jugadores que habían sido tan importantes como Matt Doherty y Diogo Jota, se debió en gran parte a la influencia de su entrenador Nuno Espírito Santo, y la capacidad que tenía para organizar a sus jugadores. Si bien Nuno demostró que podía desarrollar un equipo de alto nivel con futbolistas que anteriormente apenas tenían experiencia en el fútbol inglés, también fue notable su aporte en la evolución de talentos individuales como Adama Traoré.
Integrante como jugador del Oporto de José Mourinho, Nuno no solo consiguió llevar a los Wolves a su mejor rendimiento de los últimos tiempos. Previamente, restableció al Valencia entre los principales equipos de España después de que el equipo che atravesará por problemas, tras la salida de Unai Emery, y luego llevó al Oporto a los octavos de final de la Champions League. "Tiene uno de los mejores equipos desde el punto de vista táctico", señaló entonces José Mourinho sobre Nuno y los Wolves. “Esa es la forma cómo quiere jugar y su equipo juega exactamente como él quiere. Sus jugadores son perfectos para el puzle, con características y cualidades que se adaptan perfectamente a las ideas que tiene para su equipo. Es realmente fantástico el trabajo que está haciendo".
Estilo de juego:
Nuno organizó al Valencia (de 2014 a 2015) bajo una defensa de cuatro, donde los laterales tomaban posiciones adelantadas, momento en el que uno de los mediocampistas centrales se desplazaba junto a los centrales para proteger al equipo en defensa. Existía un énfasis en jugar por fuera, buscando después los centros al área para un delantero -Paco Alcácer, Álvaro Negredo o Rodrigo- posicionado dentro del área rival. José Luis Gayà, Antonio Barragán y el polivalente João Cancelo aportaron esa amplitud desde el lateral, animando a los extremos Sofiane Feghouli y Pablo Piatti a adoptar posiciones interiores antes de progresar con la jugada por banda, con el delantero posicionado arriba. En este desarrollo en ataque, uno de los extremos participaba en la asociación, mientras el otro corría por delante de ese ariete.
Dependiendo de si el equipo jugaba en un 4-3-3 o un 4-2-3-1 y, por tanto, de la profundidad que ofrecían los centrocampistas centrales, los roles de los extremos variaban. En una defensa de cuatro, eran los responsables de generar la amplitud en ataque; mientras que los interiores ofrecerían los movimientos requeridos para acompañar al delantero, particularmente efectivos eran esos movimientos en las situaciones de contragolpe.
Principios similares definieron el paso de Nuno por el Oporto, aunque optó de manera más consistente por jugar con dos delanteros y un estilo más directo. De este modo, sus extremos recibieron instrucciones de priorizar dar centros al área para los delanteros, a pesar de que los laterales continuaban ofreciendo desdoblamientos (abajo), así como también se movieron por dentro durante la segunda fase del juego. Sus mediocampistas centrales se mantuvieron en posiciones retrasadas para ayudar a sus defensores centrales en la salida de balón y ofrecer cobertura cuando sus laterales atacaban. Sin embargo, el reducido número de jugadores en esa zona, incluso si uno de los delanteros venía a recibir más atrás, también significó que existía menos protección defensiva durante los momentos de transición.
André Silva representó el objetivo principal del ataque del Oporto y fue apoyado en ese rol por Jesús Corona, Yacine Brahimi, como extremos abiertos, y Jota, formando así una línea de tres similar a la que experimentó con el Valencia. El 3-4-3 y el 3-5-2 de los Wolves (con el 3-4-3 sentó las bases para su ascenso a Premier League) tenían patrones de juego parecidos a los vistos con Valencia y Oporto. No obstante, organizados en cualquiera de esos sistemas, los Wolves también necesitaban menos intercambio de posiciones que los equipos anteriores de Nuno.
Si el carrilero izquierdo ofrece una desdoblamiento atacando por el pasillo interior izquierdo y en apoyo de Raúl Jiménez –el ‘9’ del equipo-; en la derecha, ese carrilero se superponía por delante del extremo de su perfil- frecuentemente Traoré - para jugar por fuera de él. Esa fluidez no solo generaba oportunidades de gol, sino que representa una continuación del deseo de Nuno de fomentar la amplitud en el juego (abajo).
En el 3-5-2 de los Wolves, el desarrollo de los laterales se asemejaba al ejecutado en el Valencia, como en el 3-4-3 se parecen a las funciones de los extremos de Valencia en ataque, casi siempre buscando finalizar con un centro al área. Mientras tanto, los dos delanteros en su 3-5-2 operaban como los del Oporto. El delantero más avanzado atacaba la primera fase de la jugada con movimientos directos y el segundo contribuye en la segunda fase.
El 3-5-2 de los Wolves ofrecía una mayor seguridad en la zona central del medio del campo que en los equipos anteriores de Nuno. Es así porque los centrocampistas centrales se resistían, en gran medida, a avanzar en ataque y, por lo tanto, brindaban un nivel importante de cobertura durante los momentos de transición, permaneciendo en posiciones más retrasadas que habilitan a los extremos (Daniel Podence y Pedro Neto especialmente aprovechaban) a atacar por dentro. Desde la defensa central, los pases diagonales de Conor Coady -como sucedió con Nicolás Otamendi en Valencia- permitían acceder a sus potentes jugadores de banda.
Fase defensiva y presión:
Fue tal el grado que alcanzó el Valencia en la rotación de diferentes dibujos que provocó la aparición de espacios que dejaban al equipo vulnerable, facilitando a los oponentes atacar las zonas alrededor de sus mediocampistas defensivos. Con la inclinación de sus laterales a avanzar, sus defensas centrales carecían de apoyo y enfrentaban los ataques rivales por las tres líneas centrales. Cuando los mediocentros se atrasaban incrustándose entre el centro de la zaga para ofrecer apoyo, Otamendi y Shkodran Mustafi se movían hacia afuera para defender más abiertos, siendo el equipo muchas veces superado en los pasillos interiores.
En las ocasiones en que, en cambio, los centrocampistas se movieron por fuera de los defensas centrales, particularmente en un 4-1-4-1 o 4-5-1 en bloque medio, el equipo estuvo más protegido durante los momentos de transición, aunque con menos potencial ofensivo en el último tercio de campo.
El hecho de que el Oporto jugara con un doble pivote en medio del campo contribuyó a la relativa vulnerabilidad del equipo durante las transiciones, de la misma manera que sus laterales avanzados alentaron a los oponentes, muchos de ellos defendiendo en bloque bajo, a jugar a la contra. Atacar con amplitud bloques medios en un 4-4-2 o 4-1-4-1 resultó efectivo para superarlos.
Era un sistema donde los laterales del Oporto salían regularmente de su línea defensiva y se veían tentados a presionar más alto de lo que tal vez deberían haberlo hecho, una situación que hacía sufrir al equipo en defensa. Su deseo de recuperar el balón en campo contrario en banda, también dejaba desprotegido al equipo ante los cambios de juego del rival. En este balance defensivo, los tres mediocampistas centrales presionaban con agresión para apoyar al jugador de banda, con el mediocampista del lado opuesto deslizándose por dentro, un desarrollo que dejaba espacios para esos cambios de juego (abajo).
Al igual que con su enfoque en fase de posesión, los métodos de Nuno evolucionaron en los Wolves. La defensa de cinco que utilizó ocasionalmente en España fue consistentemente la base del equipo inglés, desarrollándose a la perfección en el 3-4-3 o 3-5-2. Incluso en las ocasiones en que uno de sus laterales se veía tentado a salir fuera de posición, la presencia de un defensa central adicional aseguraba que se mantuvieran compactos y continuaran defendiendo con al menos cuatro jugadores. En comparación con Valencia y Oporto, la presión que aplicaban los Wolves tanto en banda como en posiciones avanzadas se reducía significativamente (abajo).
En cambio, sus jugadores atacantes buscaban forzar al rival a jugar por fuera, con el centrocampista central intentando restringir el acceso al mediocampista defensivo contrario. Una acción donde, apoyados por el carrilero y el defensor central, el equipo aplicaba una presión en banda para cerrar el avance del oponente. Además, con los otros jugadores manteniendo su posicionamiento, los cambios de juego también tenían menos probabilidades de tener éxito.
Independientemente de la estructura de juego, defender en bloque bajo era una característica constante de los Wolves. Las recuperaciones que hacían en la zona defensiva casi duplicaban el total de las realizadas en el mediocampo, y la organización, compacidad y disciplina demostradas por sus mediocampistas centrales influían en eso. Con las zonas centrales del campo protegidas y con tan poco espacio a su espalda, ni en el 5-3-2 ni en el 5-4-1 las estructuras defensivas pasaban apuros durante prolongados períodos de presión o juego directo, ni tampoco tenían problemas para hacer ajustes y entonces lanzar contragolpes.
En las ocasiones en que un defensa central salía de la zaga para intentar ganar la posesión, sus movimientos son seguidos por un compañero que brinda cobertura. Desde el centro del campo, Leander Dedoncker ha demostrado ser particularmente capaz de proporcionar una fuerte presencia defensiva por delante de la defensa central.
Redacción: Héctor García