Señalado en muchas ocasiones como un sistema de perfil defensivo, el 3-5-2 vive un gran auge en los planteamientos de los principales entrenadores del mundo. Por ejemplo, el campeón de la Champions League, el Manchester City de Pep Guardiola, acabó la temporada 2022/23 con esta organización en ataque. Por su parte, el otro finalista de la competición, el Inter de Milán de Simone Inzaghi, lo ha utilizado en varias ocasiones, y no solo como alternativa.
También llegó a la final de la Europa League la Roma de José Mourinho con el 3-5-2, dejando fuera en el camino, entre otros rivales, al Bayer Leverkusen de Xabi Alonso, que también utilizó habitualmente este sistema. Rudi Garcia, ahora entrenador del Napoli, lo usó en algunos momentos en su paso por el Olympique de Lyon como explica en la Clase Magistral con The Coaches' Voice (vídeo, abajo). Incluso el clásico 4-4-2 de Diego Pablo Simeone en el Atlético de Madrid se ha visto en las últimas temporadas desplazado por este planteamiento.
No obstante, cabe señalar que fue el técnico Antonio Conte quien volvió a dar vida al 3-5-2, primero al frente de la Juventus y después en el Inter de Milán, Chelsea o Tottenham. Un sistema que ha roto con su viejo estereotipo defensivo para tomar un perfil de ataque, principalmente por la actuación de los carrileros con balón. En The Coaches’ Voice señalamos las claves para su ejecución.
La línea de 3
La línea de 3 atrás, formada generalmente por centrales, es clave para tomar grandes ventajas en ambas fases del juego respecto al rival.
En ataque, permite salir en superioridad, ya que, por lo general, excepto cuando el oponente presiona individualmente, es difícil encontrar más de tres jugadores presionando a la primera línea (abajo). Si así fuera, el portero facilitaría la opción de generar un 4 contra 3 a favor.
En defensa, la posibilidad de poblar el carril central con tres centrales facilita protegerse del juego más directo del rival y su progresión. También permite a estos defensores salir de posición para bascular a las bandas con seguridad (abajo).
Los movimientos de un central para cubrir la espalda de los carrileros a posibles balones al espacio son acompañados por los otros dos centrales. Esto es algo que permite a los tres componentes de la línea defensiva arriesgar más con la confianza de estar protegidos.
La posibilidad de que el carrilero también bascule con la línea de tres centrales o con la línea de medios da un carácter más o menos defensivo al sistema. Esa opción de que el carrilero proteja la espalda del central en las basculaciones fortalece aún más el carril central e impide al rival encontrar espacios aprovechables.
De ese modo, el sistema muta prácticamente a un bloque en 4-4-2 presionante en zona de balón. Una estructura que, tras pérdida de la posesión, protege de posibles contraataques rivales. Esto debido a que ocupa el espacio más directo a la portería propia y permite acumular más jugadores que el contrario.
Los carrileros
La actuación de los carrileros en el 3-5-2 es clave y decisiva para tener éxito bajo esta disposición, algo que está marcado por la altura que ocupen.
A una mayor altura, los carrileros se convierten casi en extremos. Una distribución que dota al 3-5-2 de un carácter más ofensivo y provoca que el oponente se hunda, generando de ese modo espacio a los lados de los medios rivales (abajo). Sin embargo, si los carrileros se mantienen retrasados, eso puede provocar que se genere una línea de 5 con los centrales que impida al equipo progresar y sí facilite espacios al contrario.
Por eso, si hablamos del 3-5-2 hay que diferenciar entre aquellos equipos cuyos carrileros se adelantan y permiten un juego posicional (perfil ofensivo) o los que esperan al rival en campo propio, sin iniciativa (perfil defensivo).
No obstante, la mayoría de los entrenadores que utilizan el 3-5-2 lo hacen con carrileros con un perfil muy ofensivo. No solo con balón, sino también en defensa, donde deben ser los primeros jugadores que presionen la salida rival por fuera y mostrarse proactivos para recuperar la posición si el balón está en el lado opuesto.
Por otro lado, el trabajo de los carrileros, al igual que en el caso de los centrales, también demanda una alta complejidad en el 3-5-2. Se necesitan jugadores muy completos, con largo recorrido (hacen la media más alta de kilómetros por partido junto a los mediocentros), rápidos, con capacidad para progresar y sacar centros, y con habilidades defensivas para el 1x1 y la defensa del área propia.
Todo eso hace que se necesiten futbolistas con características muy específicas y sobresalientes para ocupar toda la banda.
Acumular jugadores por dentro
La utilización de tres mediocentros y el acompañamiento de los carrileros y uno de los dos delanteros genera una alta densidad de jugadores entre líneas. Esto permite disponer de multitud de opciones de pase en el juego posicional.
Si esos jugadores interiores aportan además movilidad (apoyos a la espalda de los medios, caídas a banda y desmarques al espacio), los defensores rivales tendrán que decidir si salen de su zona o mantenerse en ella. Una duda que facilitará entonces las posibilidades de encontrar ventajas con jugadores libres o con espacios aprovechables tanto en corto como en profundidad (abajo).
En el 3-5-2 adquieren una importancia capital los jugadores alejados del balón para condicionar a los defensores rivales. Esto debido a que su posicionamiento atrae marcajes que despueblan las zonas cercanas al poseedor del balón. Esto se traduce en ventaja de espacio y tiempo para el receptor de la posesión de balón.
En defensa, mientras tanto, la acumulación de jugadores por dentro permite a los medios, al igual que a los defensas, ocupar el mismo espacio en el terreno de juego sin necesidad de hacer tantos metros de recorrido. Eso permite más efectividad, dado que se protege la línea recta a portería con más jugadores. También más eficiencia, ya que el desgaste es menor con un resultado óptimo.
Los movimientos de los jugadores interiores en el 3-5-2 se dirigen principalmente a cubrir la espalda del carrilero que presiona. Esto deja libre el carril opuesto para intensificar la presión en la zona de balón.
Versatilidad ofensiva
El 3-5-2 tiene entre sus principales beneficios obtener una ocupación racional del terreno. Y esto se traduce en una amplia versatilidad ofensiva, que complica la tarea defensiva del rival.
Son muchos los equipos que bajo este sistema desarrollan un juego posicional combinativo. Lo hacen con superioridad en el primer tercio de campo y apoyos en las líneas sucesivas con ventaja numérica y posicional. Pero también pueden hacerlo bajo una progresión rápida, con opciones para desplazar el balón lo antes posible a banda, con los carrileros preparados de mediocampo hacia delante.
Dentro de la variabilidad ofensiva que permite el 3-5-2 se suma también el juego más directo. Con dos puntas preparados para la disputa del balón y para atacar al espacio respectivamente (abajo). Dos puntas acompañados siempre por los dos carrileros y los medios desde segunda línea.
Organización en el balance defensivo
El 3-5-2 permite potenciar la defensa. Eso sí, bajo una serie de características a cumplir. Una de ellas es que la disposición de tres centrales en inicio permita la protección ante contrataques rivales. Es interesante que a estos tres centrales se les sumen uno o dos mediocentros posicionales. Con dos líneas en vigilancia preparadas para las pérdidas de balón, las posibilidades de que el rival aproveche las acciones de contragolpe tras robo se reducen al máximo.
La implicación de los carrileros cuando el equipo pierde el balón también es fundamental. Con esa capacidad para cambiar la mentalidad tras robo rival, el jugador más cercano al balón puede presionar mientras el otro bascula para proteger la espalda de los centrales. Este movimiento es la clave del sistema defensivo (abajo).
Por otro lado, la orientación de la presión hacia las bandas debe hacerse de manera sencilla. Esto debido a que el rival no dispone de espacio por dentro. Con los dos delanteros y los tres medios por detrás, se provoca un embudo que tiene como objetivo obligar al oponente a jugar por fuera. Una zona en la que los carrileros están preparados para iniciar la presión y poder robar.
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