Carlos Corberán
Valencia, 2024-Presente
Carlos Corberán, junto a Hansi Flick en el Barcelona, fue uno de los entrenadores más decisivos de LaLiga 2024/25. Este es un titular que no resulta exagerado, ya que logró asegurar con holgura la permanencia con el Valencia durante la segunda vuelta del campeonato. Un escenario impensado a su llegada, en los últimos días de diciembre de 2024, cuando el conjunto che se encontraba en puestos de descenso y con una preocupante dinámica de malos resultados.
En su primer partido, ante el Real Madrid y tras apenas unos pocos entrenamientos, el Valencia ya reflejaba los principios que defiende este joven entrenador (abajo en el vídeo), profundamente influenciado por el alto ritmo del fútbol inglés tras su paso por el Huddersfield Town y el West Bromwich Albion, así como por Marcelo Bielsa, con quien trabajó en el cuerpo técnico del Leeds. “Para mí, haber trabajado junto a Marcelo ha sido una oportunidad única en mi vida. Cuando me preguntan cómo es estar con él, hay algo que destaco por encima de todo: con Marcelo solo se puede aprender. Lo cuestiona y analiza todo a un nivel milimétrico, y eso multiplica enormemente tu desarrollo”, señala Corberán en su entrevista con Coaches’ Voice.
A continuación, nuestros entrenadores con licencia UEFA Pro señalan y analizan las principales claves tácticas del trabajo de Carlos Corberán como entrenador al frente del Valencia.
Presión alta organizada: activación sincronizada desde la primera línea
Una de las principales armas de Carlos Corberán en la dirección del Valencia es la presión alta estructurada y colectiva (abajo). El equipo inicia el bloqueo desde la figura del delantero centro, generalmente Hugo Duro o Umar Sadiq (jugador de la Real Sociedad cedido al Valencia en la segunda mitad de la 2024/25), cuya tarea consiste en orientar la salida rival hacia una banda, donde se activan las ayudas defensivas. A la par, extremos como Diego López y Fran Pérez cierran las líneas exteriores, mientras que los mediocentros —Javi Guerra y André Almeida— saltan sobre el poseedor si el pase es hacia adentro, o se mantienen en vigilancia sobre la estructura rival si el balón retrocede.

En los partidos de alta exigencia de la temporada 2024/25, como frente al Getafe, equipo con un sistema 4-2-3-1, se vio un Valencia agresivo, adelantando líneas con los centrales Cristhian Mosquera (nuevo jugador del Arsenal) y César Tárrega empujando desde atrás (abajo). En estos momentos, la coordinación entre líneas permite al Valencia forzar errores o envíos largos mal dirigidos. Es decir, esta presión alta de Corberán no busca únicamente la recuperación inmediata, sino condicionar al rival desde el primer pase. Lo hacía controlando espacios y tiempos del juego con una intensidad táctica sobresaliente.

Verticalidad ofensiva: progresar en bloque para dominar la segunda jugada
En el libreto táctico de Carlos Corberán, la verticalidad no responde a un juego directo y desordenado, sino a una intención clara de progresar en bloque (abajo). Por ejemplo, en la 2024/25, Giorgi Mamardashvili (ahora en el Liverpool) o Mosquera podían optar por un inicio en largo, debido a que existía una estructura montada para acompañar la acción. Hugo Duro se encargaba de fijar a los centrales, los interiores atacaban la frontal del área y los extremos rompían por fuera o se acercaban a zona de apoyo. A nivel general, el objetivo no era únicamente superar líneas, sino asegurar presencia en campo rival para disputar o recoger la segunda jugada.

En encuentros como los disputados ante el Real Betis o la UD Las Palmas, con dibujo 4-4-2, esta estrategia de Coberán se potenció en base a las siguientes pautas: Dos referencias ofensivas —como Umar Sadiq y André Almeida o Rafa Mir y Hugo Duro— permitían dividir marcas y generar espacios a la espalda del doble pivote rival. Javi Guerra y Enzo Barrenechea o Pepelu activaban las transiciones con agresividad, y los laterales —Jesús Vázquez o Dimitri Foulquier— doblaban para lanzar centros si la jugada no podía avanzar por dentro (abajo). Todo esto se ejecutaba en bloque, con una ocupación racional del espacio y gran movilidad ofensiva.

Adaptación estructural: riqueza táctica en función del rival
Carlos Corberán ha demostrado una inteligencia táctica excepcional en la gestión estructural de sus equipos. En la 2024/25, frente a rivales como el Real Madrid, planteó un sistema 5-4-1 (abajo). Reforzando el carril central con Cristhian Mosquera, Mouctar Diakhaby y César Tárrega como trío de centrales, acompañados por carrileros largos —Jesús Vázquez y Max Aarons— capaces de cerrar por dentro o fijar en amplitud, según el contexto defensivo. Este dibujo ofrecía solidez ante ataques en oleadas y facilitaba salidas rápidas tras recuperación.

En otros encuentros, el equipo partió desde un 4-2-3-1 con José Luis Gayà y Diego López ocupando la banda izquierda. Esto, mientras Hugo Duro fijaba a los centrales y André Almeida se movía entre líneas. Jugando con un sistema 4-4-2, la doble punta —Diego López y Hugo Duro— presionó más arriba y dificultó la salida del rival, con un bloque medio-alto perfectamente sincronizado (abajo). Esta flexibilidad estructural ha permitido al Valencia competir con solvencia en distintos contextos sin perder su identidad.

Explotar las bandas: asociaciones tácticas y centros con ventaja
El juego por bandas es uno de los mecanismos ofensivos mejor trabajados por Corberán. La estructura asocia lateral, extremo e interior para generar triángulos de progresión (abajo). Por ejemplo, en el costado izquierdo se han visto combinaciones entre José Luis Gayà, Diego López y Javi Guerra que permiten fijar rivales, provocar dudas en la defensa y liberar a un jugador en ventaja para el centro o la finalización. Estas secuencias se replican en el flanco derecho con Jesús Vázquez, Fran Pérez y André Almeida.

En fase ofensiva, el objetivo no es centrar de cualquier manera, sino hacerlo con ventaja posicional sobre el rival. Los envíos al área buscan al delantero —Hugo Duro o Umar Sadiq—, pero también se aprovechan las llegadas de jugadores de segunda línea (abajo). En sistemas con carrileros, como el 5-4-1, la amplitud es aún mayor y obliga al rival a ensanchar su bloque, abriendo líneas de pase interiores. El juego exterior del Valencia es paciente, pero progresivo y siempre con una intención clara.

Gestión emocional y madurez competitiva en una plantilla joven
Pese a contar con una plantilla de corta edad, el Valencia de Carlos Corberán mostró una madurez táctica y emocional poco habitual. En este sentido, se trata de rasgos compartidos con Marcelo Bielsa, un gran gestor de equipos jóvenes.
Corberán interpreta los momentos del partido con inteligencia: sabe cuándo pausar, cuándo acelerar y cómo sostener ventajas sin caer en el desorden (abajo). Figuras como Javi Guerra, André Almeida o el nuevo central del Arsenal, Cristhian Mosquera, se consolidaron como referentes en la gestión del ritmo competitivo. Así, se ajusta su toma de decisiones al contexto y facilitando que el equipo mantuviera su estructura bajo presión.

Además, los ajustes desde el banquillo son una de las herramientas diferenciales del técnico. Corberán no realiza sustituciones por desgaste, sino por impacto estructural. Por ejemplo, la entrada de Dimitri Foulquier (abajo) para potenciar el carril derecho, de Sergi Canós para atacar espacios desde la amplitud o de Diego López como perfil de ruptura son decisiones con intención táctica clara.
Esa capacidad para leer el partido y modular el sistema se ha traducido directamente en los resultados. Por ejemplo, Carlos Corberán es el entrenador con menor porcentaje de derrotas en Liga (16,67%) en toda la historia del Valencia (mínimo 18 partidos). Mejora registros históricos de técnicos de renombre como Nuno Espírito Santo (17,65%), Ernesto Valverde (20,83%), Rafael Benítez (21,05%) o Marcelino García Toral (21,52%). Así se consolida su proyecto, no solo desde el juego, sino también desde la estadística.

La gran incógnita de cara a la temporada 2025/26 es saber si Corberán logrará reproducir todas estas claves en un Valencia que ha perdido a piezas fundamentales, como Barrenechea, Mamardashvili, Mosquera y el cedido Sadiq. No obstante, el técnico español está habituado a exprimir al máximo el rendimiento de sus planteles, como ya demostró la pasada campaña.
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