fernando torres
Atlético de Madrid Juvenil A, 2022-Presente
Fernando Torres inició su camino como entrenador en la academia del Atlético de Madrid, también su lugar de origen como jugador. Allí está a cargo del equipo Sub-18 desde 2022, después de una primera etapa como asistente.
“Tuve a los mejores entrenadores como Luis Aragonés, Vicente del Bosque, Simeone, Mourinho, Ancelotti o Rafa Benítez”, señaló Torres en la conferencia de entrenadores de la Federación Catalana de fútbol celebrada en 2023 (vídeo, abajo). Todos esos técnicos han dejado su impronta en él, quien, como es normal todavía en esta etapa, aún está en proceso de maduración en los banquillos. No obstante, ya se observan en Torres algunos principios importantes. Uno de ellos es la preocupación por el jugador, herencia de Luis Aragonés, quien siempre estuvo siempre cerca de él cuando salió de la cantera para instalarse como símbolo del Atlético. “Hay que conocer las debilidades, las fortalezas, el por qué un jugador entrena bien. Hay que conocer a la persona”, explicó también en la conferencia de entrenadores.
En Torres se dibujan además unas bases tácticas muy señaladas. En varios apartados coinciden con los planteamientos de Diego Simeone en el primer equipo del Atlético, como es la utilización del 3-5-2 como principal sistema. Nuestros expertos analizan los principales puntos de la figura táctica de ‘El Niño’, ahora convertido en un técnico al que muchos ven en el futuro en el banquillo del Metropolitano.
Ataques rápidos
Una característica de Torres en la gestión de su equipo es la utilización de los ataques rápidos como herramienta fundamental en el apartado ofensivo. Estos ataques rápidos se basan en dos principios por encima de todo: velocidad y la precisión en la ejecución de los pases. Ambos principios son básicos para llegar a la portería rival con la menor cantidad de toques posibles.
Conocidos los principios, los ataques rápidos comienzan desde el inicio de juego. Los tres centrales intentan encontrar líneas de pase con el pivote en zonas interiores; siempre con el pivote en ventaja posicional sobre un espacio libre. Para conseguir esto, los centrales pueden realizar una primera circulación de balón. Esto con el objetivo de ampliar los espacios interiores sobre la primera línea defensiva rival.
Una vez que el pivote tiene el balón, el interior del lado cercano acude en apoyo con la intención de generar una situación de 2x1 en campo propio. Desde ahavanzar hasta campo rival con el balón (abajo).
En segunda instancia, y cuando el interior logra girarse y atraer a su par, el carrilero realiza un desmarque de ruptura en profundidad buscando el intervalo entre central y lateral rival. Ese desmarque de carrilero ocurre siempre desde la máxima amplitud, es decir, lo más abierto posible. Esto le permita al carrilero llegar a zona de finalización por el área rival tras realizar un control orientado con su pie dominante.
En zona de finalización, los puntas y un interior, buscan atacar rápidamente la a zona de remate, alcanzado así el equipo de Torres no menos de tres opciones de remate.
En el caso de no encontrar la vía de pase con el central, el Atlético de Torres maneja el juego directo de los centrales sobre los carrileros en profundidad como alternativa para el desarrollo de los ataques rápidos (abajo).
Ataque posicional
En los momentos en que el rival decide replegarse, y, por lo tanto, el equipo de Torres no puede correr en ataque, opta entonces por realizar ataques posicionales basados en generar superioridades numéricas en las bandas.
Un pilar fundamental del ataque posicional propuesto por Torres es la demanda a sus jugadores de distribuirse en el campo para ocupar. Principalmente, en los carriles de ataque y a diferentes alturas. La amplitud se genera con los carrileros abiertos en las bandas y con la profundidad de los delanteros. Son estos últimos quienes deben encontrar los espacios para rematar en el primer y segundo palo. A todo esto, se sum la llegada por sorpresa al punto de penalti de un jugador de segunda línea.
Atrás, los interiores generan líneas de pase con los centrales o pivote, ocupando espacios intermedios y en apoyo sobre el poseedor de balón. Esta distribución de los interiores facilita dinamismo en el avance por fuera, buscando generar espacios y desequilibrios en la defensa rival. Si la posesión llega por fuera, el carrilero busca entonces atacar el espacio para generar una la situación de 1x1 en ventaja (abajo).
En última instancia, el centro lateral es el momento crucial del ataque posicional en los planteamientos de Torres. Generalmente, se busca un envío preciso al área buscando la mejor opción que un compañero le pueda ofrecer. Aquí, los atacantes intentan atacar el pase en el área rival, siempre al espacio libre y en anticipación al balón, para rematar el balón con potencia y precisión (abajo).
Una jugada que también se puede ver habitualmente en el primer equipo, con los centros de Samu Lino o Nahuel Molina sobre Antoinne Griezmann.
Contraataque
Dentro de las diferentes opciones de ataque, Fernando Torres, como también hace Simeone, apuesta por en el contraataque vertical y rápido como arma táctica.
Para ello, el equipo presenta en zona de mediocampo una gran intensidad y solidaridad defensiva que les refuerza para afrontar situaciones de presión en igualdad numérica. Esto permite activar el contraataque de manera rápida después de la recuperación de balón. Así lanzan una ofensiva que busca la desorganización del equipo contrario y llegar a la portería rival con el menor número de toques posible. El primer pase tras la recuperación del balón es crucial para darle dirección al contraataque, conectando con los jugadores entre líneas (abajo).
Una vez en campo rival, los movimientos y acciones que realizan los jugadores son rápidas y precisas para aprovechar la ventaja posicional que se ha generado tras el robo del balón en zona de creación.
Habitualmente, el poseedor del balón trata de conducir el balón para atraer al defensor rival. Esto genera un espacio por donde el punta traza el desmarque de ruptura, buscando un primer control con su pierna hábil, para finalizar con rapidez la acción (abajo).
Profundidad defensiva
El equipo juvenil de Fernando Torres defiende sobre el 5-3-2 basado en la creación de múltiples líneas de presión y cobertura para dificultar el ataque del rival. Un sistema y principios defensivos que coinciden con los parámetros de Simeone en el primer equipo.
La profundidad defensiva se logra mediante la coordinación y el trabajo en conjunto de todos los jugadores, desde los delanteros hasta el portero. Así, la primera línea de defensa la forman los dos delanteros, cuya función principal es presionar a los centrales del equipo contrario y dificultar la circulación del balón. Los dos atacantes se mantienen en relación con el resto de líneas para evitar quedarse descolgados en la presión.
La segunda línea de defensa la forman los tres centrocampistas. Estos jugadores están bien posicionados para cubrir los espacios interiores, interceptar los pases del rival por dentro y realizar ayudas exteriores.
Atrás, la tercera línea la componen los defensores y el portero, siempre este último en vigilancia para corregir a su defensa. En la defensa, los carrileros son los encargados de saltar a los extremos o laterales rivales que van por fuera, mientras que los centrales fijan a los posibles receptores rivales en superioridad (abajo).
A nivel, general, la estructura defensiva de Fernando Torres con el 5-3-2 tiene como objetivo atraer los ataques del rival hacia los carriles exteriores. Esta es una zona en la que su equipo puede generar superioridades numéricas con el carrilero, interior y central del lado activo. Asimismo, el 5-3-2 busca temporizar el avance exterior del rival, cerrándole los espacios con un jugador en cobertura y la persecución del interior sobre el rival que busca llegar en profundidad (abajo).
Presión inicial
Torres opta por una presión alta sobre la salida del rival, con dos delanteros y tres medios en el acoso. Esos cinco jugadores permiten controlar el juego rival de manera muy efectiva y dificultar su ataque.
A la hora de realizar una correcta presión sobre el inicio de juego rival, el equipo juvenil del Atlético tiene una buena coordinación entre todos los jugadores implicados en defender hacia adelante. Así invitan al rival a jugar por dentro para robar el balón lo más cerca de su portería.
Uno de los dos delanteros salta a la presión sobre el central con balón. Mientras, el otro vigila al central libre, cerrando así un posible pase por fuera del rival. Los dos interiores, por su parte, presionan a los mediocentros rivales, con la intención de evitar que reciban el balón con comodidad por dentro. El mediocentro defensivo, al mismo tiempo, debe orientarse hacia el jugador que se ubica por detrás de esta primera estructura defensiva en cobertura y vigilancia sobre los posibles receptores en posiciones intermedias con la ayuda de la última línea defensiva (abajo).
La presión inicial del conjunto de Fernando Torres es intensa y agresiva para obligar así al rival a cometer errores en controles y pases.
Si el rival consigue salvar la presión inicial, el carrilero rojiblanco salta sobre el lateral rival, manteniéndose a su vez emparejados los dos delanteros con los centrales y los interiores con los pivotes rivales. En su salto a la presión, el carrilero acosa al lateral rival cuando este recibe el balón. Así le resta tiempo y espacio para buscar un pase preciso o para la búsqueda de una solución alternativa segura (abajo).
En caso de que el rival también supere la presión del carrilero, entonces los jugadores de primera línea del Atlético repliegan rápidamente intentado construir un bloque compacto en campo propio. De este modo, el juvenil de Torres es un equipo flexible, con armas tácticas suficientes para pasar de una presión alta a defender en que evite el peligro sobre su área.
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