
Giuliano Simeone
Atlético de Madrid, 2024-Presente
El Atlético de Madrid actual no podría entenderse sin la figura de Giuliano Simeone, futbolista que representa de manera sobresaliente muchos de los valores asociados al cuadro rojiblanco: intensidad y pasión. Los mismos valores que representó su padre en su etapa como jugador rojiblanco (1994-1997 y 2003-2005), aunque en una posición diferente, ya que Diego Simeone jugaba como mediocentro.
Al margen de esta unión, también está la profesional. No siempre es fácil en el fútbol la relación entrenador-hijo en el mismo equipo, pero Giuliano Simeone, después de sus cesiones al Real Zaragoza (2022/23) y Deportivo Alavés (2023/24), rompió cualquier duda sobre su titularidad con un rendimiento que no solo lo ha hecho imprescindible en el Atlético, sino también un jugador muy importante para Lionel Scaloni en la selección de Argentina. “Es un chico que le gusta a cualquier entrenador, como lo era su padre cuando jugaba. Es el fiel reflejo de él”, destacó Scaloni en rueda de prensa cuando fue preguntado sobre la convocatoria de Giuliano.
A continuación, nuestros entrenadores UEFA Pro analizan las principales virtudes táctico-técnicas del extremo argentino y su papel en el Atlético de Madrid.
Polivalencia y comprensión del modelo
Giuliano Simeone representa el prototipo de futbolista tácticamente adaptable, es decir, capaz de rendir en distintos sistemas sin alterar la identidad colectiva de su equipo.
En los momentos en que Diego Simeone apuesta por el 4-4-2, Giuliano se mueve con naturalidad entre el rol de extremo con tendencia a ir por el carril interior y el de segundo punta asimétrico, interpretando la altura y la amplitud en función de la localización del balón. Cuando la jugada nace en campo propio, Giuliano fija por fuera sobre el carril exterior para estirar al bloque defensivo rival. Si la acción consigue progresar hacia adelante, entonces toma posiciones más interiores para atacar el espacio entre lateral y central de la última línea defensiva rival (abajo). Esa doble función, fijar y amenazar, genera profundidad, permitiendo al lateral, Marcos Llorente, y a los centrocampistas más cercanos, Pablo Barrios o Conor Gallagher, aprovechar el intervalo liberado por los movimientos de Giuliano.
Cabe destacar también que su juego no se limita a ocupar zonas libres rivales, sino que las interpreta para conectar las distintas líneas del Atlético en sus ataques.

En el 4-3-3, Giuliano Simeone adopta una amplitud controlada, alternando la fijación exterior con incursiones diagonales hacia dentro, ya sea en conducción o para recibir a la espalda de la última línea defensiva por el flanco derecho. Su lectura corporal le permite perfilarse siempre hacia la portería rival cuando recibe el balón, facilitando así el giro rápido y la incursión por el carril interior.
Cuando el Atlético utiliza el 5-3-2 puede desempeñar el rol de carrilero ofensivo (abajo), equilibrando la proyección ofensiva y el repliegue de su equipo. Desde ahí, identifica con precisión cuándo ofrecer salida de balón por detrás de la primera línea de presión rival, cuándo temporizar en zona de creación al no tener espacios o cuándo atacar la espalda del lateral rival si visualiza el espacio libre.
Su comprensión del momento del juego —sostener la posesión o acelerar la jugada— le permite adaptarse a distintos escenarios sin romper la estructura del Atlético.

Movilidad sincronizada y lectura de los intervalos
El valor táctico de Giuliano Simeone se manifiesta en su movilidad sincronizada con sus compañeros en fase ofensiva. De ese modo, sus desplazamientos no son movimientos individuales, sino acciones conectadas con la estructura del equipo en función del sistema y del rival al que se enfrente el Atlético.
Giuliano se coordina de forma constante con Koke, Barrios, Gallagher, Llorente o incluso Antoine Griezmann, modulando así su posición según la altura de cada uno de estos jugadores. Cuando el interior se proyecta, entonces fija al lateral rival para disuadirle en su salto de presión (abajo). Si el lateral, Llorente, progresa, Giuliano busca el carril exterior y Llorente se ubica sobre el interior. Movimiento que también puede darse al revés.

Giuliano es un jugador que no ocupa el carril por presencia, sino por intención de progresar hacia la portería rival. Para ello, alterna desmarques diagonales con el objetivo de liberar el carril exterior con apoyos interiores que facilitan la conexión vertical (abajo) con Barrios, Koke, Gallagher, Griezmann, Julián Alvarez o Alexander Sørloth. En ataques posicionales, su movilidad genera desajustes defensivos en la zaga rival, abriendo líneas de pase al tercer hombre en profundidad. Mientras, en los momentos de transición ofensiva, su cambio de ritmo permite al Atlético tener una opción rápida en profundidad, ya sea para jugar directo, para estirar al dispositivo defensivo rival en su proceso de reorganización o mantener continuidad en la posesión del balón tras la recuperación de este.
Esa capacidad para moverse al ritmo del balón y no del rival lo convierte en un futbolista capaz de mantener la armonía ofensiva del Atlético incluso cuando el juego se acelera.

Presión alta organizada y recuperación estructurada
Giuliano Simeone no solo participa en la presión colectiva del equipo rojiblanco, sino que la organiza desde el sector derecho. Es un jugador que suele saltar al primer acoso sobre el jugador en su zona, después de que la primera línea de presión del Atlético haya orientado la salida rival hacia su zona.
En el 4-4-2, el extremo rojiblanco coordina su salto (abajo) con el punta por el sector derecho y con el interior de ese sector, ya sea Barrios, Koke o Gallagher, sincronizando los movimientos para optimizar los esfuerzos y manteniendo la profundidad defensiva del bloque en esa basculación. Su lectura de los tiempos de presión es excelente: no salta por impulso, sino cuando detecta una recepción orientada hacia su pierna débil o un pase previo que dificulte al receptor rival.
Su precisión en el timing hace que la presión del Atlético sea agresiva, pero no desordenada.

Cuando actúa como carrilero en el 5-3-2, su comprensión del espacio defensivo del cual se responsabiliza es igual de determinante. Ajusta su altura según la posición del balón, bascula en diagonal hacia dentro cuando el juego se aleja y ofrece cobertura defensiva exterior si el lateral o extremo rival progresa con balón por el carril interior en dirección hacia él.
En el pressing tras pérdida, su velocidad y reactividad le facultan para tener una reacción inmediata hacia la zona activa de pérdida (abajo), sobre todo en los primeros segundos, donde es un jugador muy intenso y que no escatima en esfuerzos, contagiando en momentos de debilidad a sus compañeros. De esta manera, impide que el oponente tenga una salida limpia, haciendo que el Atlético gane tiempo para reordenarse en campo propio.
En conclusión, Giuliano entiende la recuperación como una fase ofensiva sin balón, ya que cada salto defensivo busca condicionar la acción siguiente del rival. Su compromiso en los retornos largos y su disciplina para cerrar el pasillo interior es igualmente intensa y ordenada.

Dominio del espacio y gestión del tiempo ofensivo
Giuliano Simeone posee una lectura del espacio que le permite anticipar sus movimientos a las jugadas antes de que se produzcan. No busca la carrera constante, sino el momento exacto para realizar el tipo de desmarque y su dirección en fase de ataque.
Sus rupturas diagonales, muchas veces sobre el lado débil del rival, están calibradas según la orientación del pasador y la posición del rival. Si el balón lo conduce Griezmann por dentro, Giuliano tratará de encontrar el espacio libre por donde desbordar a su rival sin balón, ya que le gusta recibir la pelota en profundidad para finalizar la jugada rápidamente de manera directa o indirecta. En el caso de que Koke o Barrios tengan el balón, entonces se mantiene más bajo para actuar como apoyo o receptor de descarga y así pasar a un ataque más posicional.
Esa comprensión del tempo de aparición le permite llegar siempre en ventaja sobre su oponente, ya sea para recibir y dejar de cara para atacar el espacio, como para ir en profundidad, controlar y centrar. Por ello, en el último tercio, Giuliano Simeone combina desmarques de ruptura con apoyos de cara, ofreciendo una doble amenaza: profundidad y continuidad (abajo).

En zona de finalización, su control orientado y su agresividad en la conducción le permiten conectar con Griezmann, Alvarez o Sørloth para provocar situaciones de centro lateral en carrera (abajo). Aquí es clave su movimiento antes de realizarlo, ya que puede acelerar si detecta desequilibrio sobre la última línea defensiva rival o dar pausa si el bloque rival está organizado y el Atlético necesita alguna circulación o una acción interior previa para desorganizar al rival.
En ataques posicionales, el rojiblanco fija cuando el Atlético busca amplitud, posicionándose muy cerca de la línea, ya sea en 5-2-3 como en 4-4-2. Asimismo, se instala en zonas centrales acercándose a Barrios o Koke cuando se pretende asociar en corto para atraer al rival y que sean ellos quienes busquen un cambio de orientación posterior.
En los momentos de transición ofensiva, Giuliano actúa como jugador 'lanzadera': reconoce el espacio libre rápidamente y lo ataca con precisión y determinación sin dudar, siendo uno de los primeros receptores tras la recuperación de su equipo en bloque medio y bloque bajo.

Madurez competitiva y equilibrio estructural
Giuliano Simeone también tiene un alto valor en los intangibles. Es decir, aptitudes que no se pueden medir estadísticamente, pero sí tienen un alto impacto en su equipo. Esto se traduce en su capacidad para sostener la estructura del equipo en todas las fases como extremo, carrilero o incluso como lateral derecho circunstancial.
Su aportación no se limita a la acción puntual dentro de su carril, ya que da continuidad al juego asegurando el pase —apartado que va mejorando poco a poco— y equilibrio al bloque cuando este necesita movimientos sin balón que habiliten espacio para algún compañero o generen desequilibrios al rival.
En fase ofensiva, actúa como enlace natural entre el mediocampo y la delantera, ajustando su posición según la densidad defensiva del rival. De ese modo, busca las situaciones de menor densidad posible para que así el equipo tenga una opción segura por su espacio de responsabilidad ofensiva. Ya sea en acciones tras recibir al pie y afrontar el 1 contra 1, o buscando la profundidad para recibir un cambio de orientación (abajo). Si el Atlético necesita conservar la posesión y generar superioridad en la medular, entonces salta de línea y busca fijar la última línea.

Defensivamente, piensa en lo colectivo y en la organización del sistema, ya sea en bloque alto o en un perfil de repliegue. Sus basculaciones varían según sea carrilero o extremo, pero cubre en diagonal y está siempre en disposición de realizar una cobertura o permitir a su central o lateral colindante actuar sin fragmentar la línea (abajo). Su proactividad y lectura defensiva en función de las acciones del rival le permiten anticipar recepciones de su oponente directo. Esto, sobre todo en cambios de orientación y pases en profundidad, al cerrar pasillos interiores con antelación.
En los retornos, el rojiblanco nunca persigue a su oponente, sino que se reposiciona con relación al espacio y al compañero más cercano. Buscando así el equilibrio en la profundidad defensiva del equipo. Ese entendimiento del equilibrio posicional le da al Atlético solidez en fases intermedias y evita desajustes en el bloque.

Como hemos señalado al principio de este informe, Giuliano es un futbolista de alta intensidad y pasión. Virtudes heredadas, sin duda, del apellido Simeone, pero combinadas con una comprensión moderna del juego. Es decir, es un jugador que sabe leer, interpretar y ejecutar con precisión táctica las necesidades de su equipo tanto en ataque como en defensa.
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