pep guardiola
Manchester City, 2016-Presente
Acostumbrado a introducir modificaciones tácticas cada temporada, Pep Guardiola dio un giro importante al Manchester City en la 2022/23. Algo que vino marcado, principalmente, por disponer en el equipo de un delantero de las condiciones de Erling Haaland.
Una vez ensambladas todas las piezas y consolidados los nuevos mecanismos de juego con Haaland, el último tramo de competición del City fue espectacular, con 25 partidos invicto (20 victorias y 5 empates) desde la primera semana de febrero a la última de mayo. Periodo que coincidió con el mejor momento de sus principales jugadores, al margen de la espectacular regularidad goleadora del atacante noruego.
El City, en la octava temporada de Guardiola en el equipo, ha firmado el mejor año de su historia con la conquista del triplete: Champions League, Premier League y la FA Cup. Resultados que llegaron después de algunos cambios tácticos claves en la 2022/23, analizados a continuación por nuestros expertos.
Una salida de balón diferente
El habitual juego combinativo del City desde el primer tercio de campo con los centrales abiertos y el portero, Ederson, como protagonista ha experimentado una variante esta temporada.
Es verdad que Ederson sigue manteniendo un rol capital en el juego de ataque cuando el balón está en el área del City. Sin embargo, una vez fuera del área propia es donde Pep Guardiola ha introducido variaciones, ya que la nueva organización libera al portero de responsabilidades en la progresión de juego en corto en el segundo tercio de campo.
En lugar de disponer a los dos centrales abiertos y al mediocentro por delante como era habitual antes, la primera línea en ataque del City la conforman ahora tres futbolistas: un central y, habitualmente, los dos laterales. Con esos tres jugadores, más Ederson siempre como apoyo, el equipo de Guardiola ha logrado encontrar superioridad en la salida con más facilidad.
Mientras que anteriormente en la segunda línea había un mediocentro, Rodri, para recibir, ahora se juntan dos, con John Stones a la misma altura de Rodri, provocando que el rival se vea obligado a acumular más jugadores en el carril central. Eso hace que los jugadores exteriores de la segunda línea dispongan de más espacio por las bandas para recibir en ventaja (abajo). Y, en caso de faltarles opción de pase, Ederson vuelve a aparecer en escena para reanudar la salida y evitar tener que golpear en largo.
Es cierto que bajo esa nueva disposición en la salida los mediocentros del City tienen más dificultad para recibir entre líneas, pero el equipo aprovecha más los segundos y terceros balones al espacio a la espalda de sus marcadores.
La estructura 3+2 en la salida de balón también se replica en último tercio de campo, formada con 3 mediapuntas y 2 delanteros. Una disposición que genera la duda en el oponente de si defender en zona o realizar persecuciones. Situaciones ambas de las que el City acaba sacando ventaja. Así, si el rival opta por defender en zona, se abren más espacios a la espalda. Una situación en la que el City se ha mostrado especialmente certero y agresivo. Mientras, si el oponente opta por defender con marcas individuales, aparecen entonces espacios entre líneas para los mediapuntas e incluso los mediocentros del City.
Todo lo señalado permite además al City sacar mayor partido al juego más directo y largo para sobrepasar a la presión en campo propio — un arma no habitual en los equipos de Pep Guardiola—, como también encarar el ataque en campo rival con igualdad numérica y espacio por delante.
4-4-2 en la estructura defensiva
La organización defensiva del City ha mutado esta temporada al clásico 4-4-2. El equipo mantiene los principios de estirarse en la presión y, dependiendo del rival, posicionarse de diferente manera. Sin embargo, cuando no puede hacerse con el balón en esa presión intensa en campo contrario, el City siempre se equilibra bajo el mencionado 4-4-2.
De ese modo, el 3-2-3-2 que utilizaba anteriormente ha pasado a convertirse en una estructura defensiva bajo otro modelo, con uno de los mediocentros actuando como central y el otro centrocampista insertándose en la línea de medias puntas para formar el señalado 4-4-2. Con este desdoblamiento de los mediocentros, el equipo de Pep Guardiola dispone de mayor protección del carril central y obliga a que el rival lleve el balón a banda.
Desde ahí, el City presiona al oponente con una estructura cerrada en forma de embudo (abajo). Así, las opciones de los rivales se reducen viéndose obligados a jugar en largo, situación que suele ser ventajosa para los centrales del City, o hacia atrás, favoreciendo entonces la presión.
Una vez recuperado el balón, el equipo de Guardiola se muestra eficaz al contraataque aprovechando para ello la cercanía al área de los dos jugadores adelantados y el espacio a la espalda de la línea defensiva.
Por otro lado, el bloque compacto que genera el 4-4-2 optimiza los recursos defensivos del City con menos exigencia física y permite un ataque más eficaz, ya que los futbolistas están posicionados en ventaja tras recuperación de balón.
Alternativas en el balón parado
La utilización del juego corto en las acciones a balón parado, habitual en el bagaje de Pep Guardiola como entrenador, ha pasado a un segundo plano esta temporada, en la que la mayor eficacia de cara al gol ha venido en centros directos.
Sumado a eso, la acumulación de jugadores en el entorno del área permite que si el City no encuentra el remate en primera instancia, si pueda ganar los rechaces con más facilidad, por lo que en cada acción cuenta con varias opciones de marcar (abajo).
El City cuenta con jugadores de calidad para el lanzamiento de las acciones a balón parado: Riyad Mahrez, Ilkay Gündogan y Kevin De Bruyne, principalmente. Para el remate, además de Haaland, que combina la labor de atacar el primer balón con la búsqueda de segundos balones y desvíos en el entorno del portero rival, dispone de jugadores como Manuel Akanji, Rúben Dias, John Stones o Aymeric Laporte. Todos futbolistas altos y con una gran capacidad para la resolución de los duelos a balón parado, tanto en ataque, como en defensa.
Posesión contra progresión
Las posibilidades de superar la defensa rival se han ampliado para el City esta temporada al disponer de más alternativas en su repertorio más allá del juego combinativo.
En ocasiones, y pese al alto nivel técnico de sus futbolistas, el juego posicional —en corto y con todos los jugadores en torno al balón —, no siempre le había resultado al equipo de Guardiola. Sobre todo, porque una presión alta rival bajo una organización óptima reducía los espacios y tiempo para pensar incluso a futbolistas de la talla del City.
Si antes al City se le hacía complicado progresar por acumulación de defensores rivales en los dos primeros tercios de campo, ahora el golpeo a Haaland desde la primera línea provoca que el rival dude entre ir o no a la presión.
La calidad de Ederson y los defensas con balón, sumado a la señalada organización 3+2 en el primer tercio de campo, le permite al City seguir jugando con la posesión como eje de su juego. Esa misma disposición, que genera dudas en el rival a la hora de presionar, y la capacidad de los jugadores en punta para proteger y retener balones largos, —sobre todo Haaland —, le otorga la variante del juego directo (abajo).
Eso, sumado a la capacidad para correr al espacio tras robo, han hecho del equipo de Pep Guardiola un conjunto capaz de encarar cada situación de juego con recursos diferentes para los obstáculos ante los que se enfrente.
Erling Haaland
Disponer de un jugador único como Haaland ha llevado al City a organizar el juego en torno a él. Una organización que tiene como principal objetivo generar contextos favorables para explotar todo el potencial del delantero noruego.
Esa visión se ha traducido en números brillantes de Haaland, con una una media de un gol por partido en la temporada 2022/23. Pero también ha hecho que Pep Guardiola haya preparado al equipo para que el ‘9’ disponga de opciones para desarrollar su forma de jugar. Y es que Haaland tiene unas características que le dan al City alternativas para apoyarse en él. Algo que, hasta ahora, no había tenido de una manera tan determinante.
En ataque, ante la presión rival y si la progresión es difícil, Haaland es capaz de recibir todo tipo de balones largos de espaldas para protegerlos y evitar que se los roben. Esto permite a sus compañeros acercarse de cara y aprovechar los espacios a su espalda que generan los defensas que le persiguen.
En ataque posicionales, el delantero noruego ataca las zonas del área donde puede caer el balón con desmarques constantes para rematar de primer toque o buscar una opción que pueda acabar en tiro (arriba).
Pero la participación de Haaland no solo se ciñe al ataque. En defensa, la presión intensiva en todo el campo solo es factible gracias a la capacidad del noruego para sostenerla durante todo el partido y ejecutarla a un alto ritmo (abajo).
Ante la mencionada estructura 4-4-2 del City en defensa, el noruego tiene la inteligencia táctica para entender la importancia de su posición, provocar al rival para encerrarlo en los carriles laterales y salir al contraataque rápido tras recuperar. Aprovechando después su velocidad, potencia y definición.
En resumen, esta temporada ha sido clave el equilibrio que ha encontrado Pep Guardiola en adaptar el juego del equipo a una figura como la del Haaland y, al mismo tiempo, aprovechar las fortalezas del ‘9’ en beneficio colectivo.
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