thiago motta
Juventus, 2024-Presente
El nombre de Thiago Motta se ha convertido en uno de los más destacados de la Serie A por su gran desempeño en los banquillos. Primero con el Spezia (2021/22), modesto club al que mantuvo en Primera, y desde 2022 en el Bolonia, equipo al que ha instalado en los puestos altos de la clasificación. Pero su nombre también ha llamado la atención de experimentados técnicos, de manera destacada Carlo Ancelotti, quien tuvo a Motta como jugador. “Me gusta mucho cómo juega su equipo”, señaló el técnico del Real Madrid cuando le preguntaron en una rueda de prensa qué entrenadores jóvenes le gustan —Ancelotti también incluye en su lista a Xabi Alonso—.
Motta, como ocurre con muchos entrenadores, es producto de las influencias que tuvo como jugador. Aunque en su caso, con filosofías de juego muy distintas. Al margen de la señalada etapa con Ancelotti en el PSG, también fue entrenado por José Mourinho (en el Inter de Milán), Frank Rijkaard (en el Barcelona), Unai Emery (PSG) o Gian Piero Gasperini (Genoa).
Todo eso ha desembocado en un joven entrenador muy equilibrado, pero también con apuestas revolucionarias en sus planteamientos. Por ejemplo, el 2-7-2 que introdujo en el equipo juvenil del PSG. Un sistema que nuestros expertos analizan en este informe sobre Motta, al igual que su trabajo en el Genoa, Spezia y Bolonia previo a su paso a la Juventus.
Atrevimiento táctico
Motta arrancó su etapa como entrenador en el PSG Sub-19, equipo en el que finalizó su carrera como jugador después de siete temporadas (2011-2018). Es decir, un entorno conocido, algo que le ayudó no solo para despegar como técnico, sino también para proponer sus ideas con la seguridad de que tendría tiempo y paciencia para desarrollarlas. Y Motta, sin duda, que lo hizo, con una sorprendente variante 2-7-2 en ataque.
“Al portero lo cuento en los 7 del medio del campo. Para mí el atacante es el primer defensor y el portero el primer atacante. El portero es el que empieza la jugada, con el pie, y los delanteros los primeros que tienen que hacer la presión para recuperar la pelota”, explicó el técnico cuando le preguntaron en rueda de prensa después de un partido sobre esta propuesta tan innovadora como poco usual en los planteamientos tácticos.
La idea organizativa en el PSG Sub-19 del 4-3-3 —sistema de partida— a la variante 2-7-2 estaba basada en que uno de los medios se unía junto al delantero en la línea más adelantada. Mientras, los extremos pasaban a ocupar carriles interiores para acercarse a los medios y los laterales disponían de toda la banda para ellos. Más atrás, el pivote defensivo formaba un triángulo junto a los interiores por el carril central y, finalmente, el portero, pieza siempre en disposición de participar en la construcción de juego (abajo).
Conocida la organización, cabe señalar que la principal ventaja del 2-7-2 que empleaba Motta en el PSG Sub-19 es que tenía un jugador más en el circuito de pases. Este aspecto facilitaba al equipo las primeras combinaciones en campo propio y con buenas circulaciones de balón, ya que existían más líneas de pase y una evidente superioridad numérica contra el rival.
A consecuencia de eso, los rivales del PSG Sub-19 intentaban juntar su dispositivo defensivo, pero con la obligación de saltar a presionar para robar la pelota en muchos momentos del partido. Esto facilitaba al equipo de Motta tener espacios a favor en el carril central, por los que realizar acciones de tercer hombre con el balón para llegar a campo rival (abajo).
Genoa, el primer paso
Thiago Motta emprendió su primer paso como entrenador al máximo nivel en el Genoa. Fueron apenas diez partidos en el cargo, pero sirvieron para ver importantes detalles tácticos en la gestión de sus equipos.
Lo primero es señalar el sistema, con el 4-2-3-1 como base ofensiva y defensiva para enfrentarse a sus rivales (abajo). El Genoa fue un equipo vistoso y con buenos mecanismos de ataque, como también ocurrió en su experiencia en PSG Sub-19. La idea de juego pasaba por controlar el juego a través de la posesión de balón, con cinco jugadores en zona de creación: dos pivotes y tres mediapuntas. Estos cinco jugadores debían ubicarse escalonados y entre líneas.
El Genoa de Motta mostró una versión más vertical que con técnicos anteriores. Sin embargo, también fue un equipo que incurría en pérdidas de balón en zona de creación. Estas pérdidas le generaron dificultades para generar peligro a los equipos rivales a través de su idea de juego, basada en tres claves: el dominio de la posesión, la alta participación de futbolistas con balón y los cambios de ritmo.
En defensa y transición defensiva, Motta no consiguió estructurar a su equipo de manera correcta dentro de su 4-2-3-1. Esos problemas defensivos se tradujeron en una alta cantidad de goles en contra (17), principalmente tras la pérdida de balón en zona de creación.
El dispositivo defensivo del Genoa en bloque medio se mostraba muy comprometido, es decir, con problemas en las basculaciones. Y es que ahí, los laterales no valoraban adecuadamente cuando debían saltar a la presión sobre el lateral rival. Esto obligaba al pivote más cercano a realizar la cobertura. Un movimiento del pivote que provocaba un espacio libre en la zona interior, por donde los rivales llegaban para enfrentarse a los centrales del Genoa, con estos últimos defendiendo en situaciones de igualdad numérica o desventaja posicional ante los oponentes.(abajo).
Adaptaciones del sistema en el Spezia
Después del Genoa y del aprendizaje de su primera experiencia al más alto nivel, Thiago Motta apostó por tomar los mandos del Spezia en 2021. Un equipo que tenía como objetivo la salvación en la Serie A. Allí tuvo que gestionar deficiencias en la plantilla, como la falta de efectivos en el mediocampo.
Ante ese déficit en la línea de medios, Motta apostó por reconvertir a varios jugadores. Jakub Kiwior fue uno de ellos, pasando de la posición de central a mediocentro. También fue reconvertido a mediocentro el lateral derecho, Jacopo Sala, y Simone Bastoni pasó de carrilero izquierdo a interior. O David Strelec, que pasó de extremo a jugar como mediocampista.
Pero Motta también corrigió la falta de efectivos en el mediocampo a través de una variabilidad en los sistemas. Así, el Spezia jugó sobre un 4-1-4-1, 3-5-2 y 5-3-2, sistema este último sobre el que se encontró más cómodo. En ese 5-3-2, y a pesar de ceder los espacios exteriores en fase defensiva y bloque medio, el equipo generaba superioridades numéricas que impedían a los rivales generarles peligro en centros laterales (abajo).
En el inicio de juego, Thiago Motta posicionaba a los centrales a la altura del portero. Esto con el objetivo de dividir a la primera línea defensiva de los rivales que le presionaban en bloque alto. De esta manera, el Spezia ganaba espacio a la espalda de los extremos rivales. Precisamente las zonas en las que los laterales se ubicaban para recibir del portero, superando así con un pase fácil la primera línea de presión rival.
Por delante, los tres medios se escalonaban e intercambiaban sus posiciones. Uno de ellos realizaba un desmarque de apoyo sobre los centrales a la espalda de la punta rival. Mientras tanto, los dos interiores se mostraban siempre activos para un posible apoyo sobre el lateral (abajo).
En zona de mediocampo, el Spezia fue un equipo que destacó por su control posicional en fase ofensiva. Uno de sus mecanismos más destacados pasaba por atraer al rival mediante triangulaciones sobre un lado del campo. Esto para liberar al carrilero o lateral del lado débil. Una zona por donde el Spezia posteriormente llegaba a zona de finalización por fuera.
Para ello, los tres medios invitaban a los defensores rivales a presionarles. Lo hacían realizando paredes para desajustar su dispositivo y generar el espacio libre sobre el lado débil. Justo en ese momento, el cambio de ritmo de juego era claro y evidente para aprovechar ese desajuste del oponente y hacer llegar el balón al área rival tras centros laterales para los delanteros (abajo).
También en el mediocampo, Motta planteó una variante para salir por fuera, saltándose a los tres medios. Así, los centrales del Spezia atraían al dispositivo defensivo rival junto a los medios en cercanía, con circulaciones de balón sobre un sector del campo.
Una vez conseguido el objetivo de atraer a los rivales, los centrales buscaban un pase en dirección al delantero en apoyo. Esto para que el atacante habilitara un pase entre los centrales rivales. El objetivo de ese pase era encontrar a un jugador de segunda línea para llegar a zona de finalización (abajo).
Bolonia: posesión, triangulaciones y fluidez
Thiago Motta implementó en el Bolonia un sistema versátil tomando como dibujo principal el 4-2-3-1, con el cual más cómodo se siente en la dirección de sus equipos.
A partir del 4-2-3-1, el Bolonia fue mutando en función del rival y los jugadores que Motta tuvo a su disposición. Así experimentaba variantes como el 4-5-1 y el 4-3-3, pasando este último dibujo a descomponerse en un 2-3-2-3 en ataque (abajo).
Los jugadores tenían un carácter posicional, con movimientos en función del balón y de los espacios que generaba el rival cerca de la acción de juego. Asimismo, los jugadores se asociaban a través de las triangulaciones para superar el dispositivo defensivo del rival y atraer defensores que liberen el lado débil del oponente.
En el inicio de juego, la flexibilidad posicional de los jugadores estaba relacionada con la creación, ocupación y aprovechamiento de los espacios interiores que generaba el rival y los propios compañeros. El objetivo de Motta en la salida del Bolonia era conseguir superar las líneas rivales. Siempre con el balón controlado y sin asumir riesgos para evitar la pérdida de balón.
Generalmente, para ello el lateral izquierdo Victor Kristiansen se adentraba sobre el carril interior. Así aprovechaba el espacio que le había habilitado previamente Remo Freuler, y contacta con Sam Beukema a la espalda de la línea defensiva rival. Tras conseguir superar esa presión adelantada del rival, el ritmo de juego del Bolonia aumentaba realizando conducciones de balón interiores que atrajeran defensores y liberaran a los extremos ya en campo rival (abajo).
En la presión sobre el rival, la línea defensiva del Bolonia adelantaba su posición y el equipo se divide sobre un 4-2-4. Orientando así las acciones ofensivas del rival sobre su zona de inicio de juego hacia los carriles laterales. Tras movilizarles hacia fuera, los jugadores de Thiago Motta se agrupaban y fijaban a los principales receptores del balón rivales, tanto los más cercanos como el delantero y el mediapunta. Esto con la clara intención de forzar el juego directo del contrario o un posible error en un pase corto por dentro.
Los dos pivotes, por su parte, basculaban sobre la zona cercana a la acción de juego. Cerrando así los espacios intermedios del carril central, pero también para controlar todo el espacio que puedan ocupar los rivales en su propio campo (abajo).
Un detalle táctico clave en el Bolonia fue el rigor y orden en fase defensiva y los momentos de transición sobre campo rival. Esto lo ha convertido en uno de los principales equipos de la Serie A en recuperaciones de balón (una media de 53,92 por partido). Un dato que ayuda a entender el alto rendimiento que Motta consiguió en el club italiano antes de su paso a la Juventus.
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Redacción: The Coaches' Voice en español