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Diego Alonso: Variables tácticas

The Coaches' Voice
Diego Alonso: Variables tácticas
Getty Images
Redacción
The Coaches' Voice
Publicado el
noviembre 23 2022

diego alonso

Sevilla, 2023-Actualidad

Diego Alonso había asumido como seleccionador de Uruguay en el camino al Mundial 2022, con la difícil tarea de reemplazar a Óscar Tabárez, uno de los técnicos más destacados en la historia del equipo charrúa, con dos mandatos: 1988-1990 y 2006-2021.

Audaz y valiente en sus planteamientos, Alonso consiguió elevar la confianza de la Selección en la eliminatoria. Lo logró a partir de una mejora futbolística, para conseguir los resultados necesarios que la llevaron a un nuevo Mundial.

“Siempre pienso en cómo volver a ganar de nuevo. Es cierto que eso no te asegura el éxito, pero es mi manera de entender esta profesión. Una filosofía que me acompañará siempre como entrenador”, señaló Alonso en la entrevista con The Coaches’ Voice. Una visión que mantuvo en su gestión de Uruguay, analizada en profundidad en este informe.

Tras esa etapa, fue confirmado como reemplazante de José Luis Mendilibar en el Sevilla, ya con la temporada 2023-24 en curso. 

Estructura:

Una de las características de Alonso en sus planteamientos es la variabilidad en los esquemas que utiliza y la flexibilidad táctica dentro de cada partido. El 4-4-2 (abajo) o el 4-2-3-1 son los dibujos con los que se siente más cómodo. Siempre con patrones muy similares en los distintos momentos del juego, tanto en fase ofensiva como defensiva. No solamente en su mandato en la selección uruguaya ha optado principalmente por esta disposición, sino también en su paso previo por el Inter de Miami de la MLS.

Estructura defensiva de los equipos de Diego Alonso.

No obstante, también ha mostrado la capacidad de adaptarse tácticamente a las necesidades de cada momento dentro de un mismo encuentro. Un aspecto señalado en varias ocasiones, como en el partido preparatorio del Mundial 2022 ante Canadá. Allí la disposición inicial fue de 4-4-2. Pero que en varios pasajes del duelo, particularmente en los momentos de defensa organizada en bloque medio, mutó a un 5-3-2.

Bajo una defensa de cinco en ese partido, Guillermo Varela cerró como un stopper en el perfil derecho. Sebastián Cáceres se posicionó en el centro de la línea, mientras que Agustín Canobbio —mediocampista externo derecho— se insertó como un quinto defensor con la función de cubrir la profundidad en su sector (abajo).

Una estructura que podía ser común en los momentos que Uruguay decidía formar con la línea de cinco.

Uruguay, defensa de cinco.

A pesar de no ser un equipo conservador, el orden y la solidez defensiva demandada por Alonso fue el eslabón fundamental en los partidos de clasificación para el Mundial. Solo recibió un gol en contra en los cuatro partidos. Dicha fortaleza se mantuvo también en los amistosos previos al Mundial, con un balance de un gol en contra en cinco partidos, ante selecciones también mundialistas como México o la ya citada Canadá.

Opciones en las construcción

Un aspecto que evolucionó desde la llegada de Alonso a Uruguay fue la intención de juego asociado en los inicios desde propia portería. Para ello, el técnico optó por la inclusión del portero como un jugador más en la circulación, pero sin que tome riesgos innecesarios en zonas vulnerables.

Dado ese paso de insertar al portero en la salida de balón, Uruguay tuvo distintas estructuras de inicio. Una por la que optó en ciertos partidos clasificatorios para el Mundial fue la de sumar a un mediocentro cerca del portero (abajo). Esto con el objetivo de generar una superioridad con los centrales de tres contra dos ante la primera línea del rival conformada por dos jugadores.

El principio del tercer hombre es utilizado en la salida de balón para encontrar al jugador libre y generar un buen contexto para progresar. También para encontrar a un jugador ubicado entre líneas a través de un pase filtrado.

Salida de balón con Vecino entre centrales bajo el mando de Diego Alonso

En el mediocampo, Fede Valverde y Rodrigo Betancur son dos de los jugadores que por su dinámica imponen el ritmo de juego del equipo. La capacidad para regatear a gran velocidad o de realizar conducciones que rompen líneas defensivas rivales son algunas de las principales virtudes en ambos futbolistas. También la inteligencia para jugar sin balón; cualidades individuales que facilitan la construcción colectiva de los ataques, ya sea contra defensas organizadas o en contraataques.

Mientras, en la construcción ofensiva en zona media hay un patrón que se repite: el movimiento de los mediocampistas externos hacia pasillos interiores (abajo). Esta acción tiene la intención de arrastrar al lateral rival y generar el espacio para la subida de los laterales o liberarse de su marcador y ser una opción entre líneas, siempre a la espalda de los mediocampistas rivales.

Canobbio, insertado entre espacios,en el esquema de Diego Alonso

El máximo potencial de Uruguay se encontraba en su ataque, con delanteros de elite como Luis Suárez, Edison Cavani y Darwin Núñez. Tres atacantes que alternan movimientos de ruptura y descensos para alejarse de los defensas rivales y generar superioridad numérica en la línea de mediocampo. Generalmente siempre en acciones desarrolladas sobre el pasillo central.

Independiente de la dupla de ofensiva elegida por Alonso, Uruguay buscaba sacar provecho de sus atacantes con la utilización del pase vertical y el desmarque de ruptura para recibir la descarga del compañero, recurso muy utilizado principalmente por los laterales.

El ataque directo es un método que también es utilizado para generar oportunidades de gol después de la recuperación del balón. También cuando identifican espacio a espaldas de la última línea de la estructura rival.

Modelo defensivo

La estructura habitual de Uruguay sin balón fue de 4-4-2 o 4-4-1-1. Siempre con movimientos de presión sobre el rival en función de los momentos de juego.

En los saques de portería del rival, Uruguay ubicaba a sus dos delanteros en duelo contra los centrales. Por detrás, su doble pivote era reactivo a las posibilidades del ataque, en un posicionamiento que les permita presionar sobre la recepción a los mediocampistas centrales del rival o, en el caso de que la primera línea del rival decida jugar directo, acortar distancias con la defensa e ir en búsqueda de la captura en la segunda jugada. Los mediocampistas externos, por su parte, inician con un posicionamiento cerrado y se mantienen en vigilancia de los laterales.

Sin embargo, en algunos pasajes de diferentes partidos, y con una presión alta con el doble pivote, Uruguay se encontró en inferioridad numérica en pasillos centrales.

En las ocasiones que el combinado de Alonso decide armarse sobre un bloque medio en defensa, la primera línea conformada por los dos delanteros orienta la presión hacia pasillos laterales, donde el equipo activa la presión colectiva con la llegada del carrilero sobre la recepción del lateral rival.

Un ejercicio defensivo al que se suma el doble pivote, que busca interceptaciones o anticipos, y el lateral de ese lado, quien se incorpora a la línea de mediocampo para igualar la estructura numérica y posicionarse en cercanía de cualquier posible receptor rival (abajo).

Presión de Uruguay de Diego Alonso

La línea de defensores, por su parte, resuelve de manera muy eficiente los intercambios de marca y las coberturas en las situaciones inestables cuando el rival consigue filtrar el balón entre líneas a espaldas del doble pivote.

Fortaleza en los centrales

La prioridad del equipo de Alonso siempre es la de cubrir la profundidad, sumado al repliegue inmediato de los mediocampistas detrás de la línea de pase. Uruguay identifica correctamente cuándo es posible presionar tras la pérdida y cuándo es beneficioso regresar y armar nuevamente el bloque defensivo.

En la línea de centrales, Diego Godín, José María Giménez, Ronald Araújo son jugadores que se destacan en la defensa de balones cruzados al área de penalti. En estas acciones, los centrales toman buenos posicionamientos zonales, cubriendo siempre las espacios más vulnerables. Una acción defensiva completada con la ayuda de al menos uno de los dos mediocentros, que llega hasta el área propia para proteger al equipo ante una posible finalización del rival.

Godín, Giménez y Araújo también son muy valiosos para las jugadas a balón parado en contra. Acciones en las que Uruguay defiende con un marcaje mixto, alternando uno o dos jugadores en zona y el resto con una marca personal. Mientras, en las jugadas a balón parado desde zonas alejadas o en diagonal, el seleccionado uruguayo escoge defender en zona.

En el apartado de los intangibles que también debe manejar un entrenador, Alonso supo gestionar y sacar provecho de una de las señas de identidad inherentes al jugador uruguayo: su temperamento. Así, el seleccionado charrúa es agresivo en la marca y la disputa de los duelos, sumado a la ambición en la ocupación del área en las finalizaciones en centro desde las bandas.

Unas características que Alonso convirtió en una de las bases sobre las que se asentaba un equipo que llegaba al Mundial en pleno crecimiento. Y también con jugadores de renombre, entre los que sobresalían Valverde y Araújo. 

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