eliminatorias sudamericanas para la copa mundial, 21 de noviembre 2023
Otamendi (64)
Los graves y condenables incidentes ocurridos en las gradas del Maracaná marcaron el inicio del partido. No solo por un retraso en el comienzo, sino también porque la tensión vivida se trasladó al juego de ambos equipos. Así, Brasil y Argentina protagonizaron un primer tiempo con poco fútbol y muchas faltas. Por suerte, el descanso sirvió para que ambos equipos se centraron en el juego.
Igualado el Clásico sudamericano, la victoria recayó del lado de Argentina gracias a un gran tanto de cabeza de Nicolás Otamendi en el minuto 64 de partido. Los locales buscaron el empate ante una Argentina en la que Lionel Messi jugó muy mermado en lo físico, pero el cuadro de Lionel Scaloni consiguió resistir para firmar un nuevo 'Maracanazo'. Y es que Brasil cayó por primera vez en casa en las eliminatorias sudamericanas de la FIFA por la Copa del mundo. Un racha de 65 partidos, que duraba desde 1955, a la que la actual campeona del mundo puso fin.
El análisis de los entrenadores
"Fue un juego entre dos equipos tradicionales muy fuerte. Brasil llevó más peligro al área de Argentina, que no tuvo una ocasión de gol, sólo el córner del tanto. Estuvimos más cerca de la victoria que ellos, por eso el resultado me parece bastante injusto", señaló Fernando Diniz, seleccionador brasileño.
"Compitiendo de esta manera los jugadores saben que son una selección difícil; un grupo que se apoya mutuamente. Es un orgullo poder dirigirlos", destacó Lionel Scaloni. No obstante, lo más importante en cuanto al seleccionador argentino es que puso en duda su continuidad en el cargo: "Estos jugadores me han dado un montón, nos han dado un montón a todo el cuerpo técnico y necesito pensar mucho qué voy a hacer. No es un adiós ni otra cosa, pero necesito pensar porque la vara está muy alta y está complicado seguir y seguir ganando".
En The Coaches' Voice analizamos cómo fue el Clásico entre Brasil y Argentina desde el punto de vista táctico, con algunas claves que marcaron el devenir del partido.
Orden defensivo para desactivar a Messi
Fernando Diniz, seleccionador de Brasil, planteó un encuentro desde el orden defensivo, utilizando para ello un 4-4-2. El dispositivo local sin balón se ubicaba en campo propio tras realizar una primera presión en bloque alto.
Una vez en campo propio, el objetivo de Brasil fue desconectar el juego interior de Argentina. Para ello, los jugadores de Diniz lograban trazar una buena profundidad defensiva sobre el carril central, que impedía las participaciones de Lionel Messi entre líneas.
Las distancias entre líneas de Brasil se minimizaban al escalonarse uno de los pivotes, André o Bruno Guimarães, en la cobertura sobre el extremo brasileño que saltaba a la presión, Raphinha o Gabriel Martinelli. Además, el lateral cercano al balón ajustaba la distancia defensiva con el extremo de Argentina. En el caso de que alguno de los defensores fuera superado, Brasil recurría la falta táctica. Todo esto, hizo que Argentina no tuviera fluidez en su juego (abajo).
Para defender el inicio de juego combinativo de Argentina, sobre todo tras el gol de Nicolás Otamendi, Brasil aumentó la agresividad con la que realizaron la presión adelantada sobre el 4-4-2, algo que quedó acentuado con la entrada de Endrick por Raphinha, actuando Endrick como segundo punta con Gabriel Jesus.
También en ese 4-4-2, Brasil emparejó a sus pivotes para impedir el pase interior del portero Martínez, quien solo podía combinar con uno de los laterales libres. Justo cuando el balón llegaba por fuera, Brasil saltaba a la presión para tratar de robar el balón y finalizar después de manera rápida con un centro lateral (abajo).
Ataques rápidos en ambos equipos
En los momentos que Brasil conseguía robar el balón por dentro con las ayudas permanentes de los dos pivotes, buscaba llevar el balón por fuera con los desmarques de Rodrigo o Gabriel Jesus en la activación de la contra. Esos jugadores de banda también buscaban aprovechar los espacios libres generados en el dispositivo defensivo de Argentina en su proceso de repliegue sobre el carril central (abajo).
Para sorprender al dispositivo defensivo de Argentina, los de Diniz también alternaban los movimientos de dentro hacia fuera de André, Bruno Guimarães y Luis Douglas. Mientras, Raphinha y Martinelli buscaron zonas interiores para intentar llegar a zona de remate. Sin embargo, a Brasil le faltó presencia en el espacio libre que generó la última línea defensiva de Argentina entre Martínez y los centrales Otamendi y Cristian Romero.
En el lado de Argentina, Scaloni también planteó un partido de ataques rápidos y una defensa llena de ayudas sobre los carriles exteriores, en los que Rodrigo De Paul y Fernández se multiplicaron en las labores sin balón.
Argentina se organizó en un 4-4-2, con Messi y Julián Álvarez por detrás de los pivotes de Brasil con el objetivo de estar en habilitados en caso de robo para activar la contra. La movilidad de De Paul fue clave para desactivar el juego y los espacios de participación de Rodrigo, Raphinha y Emerson. De igual modo, las ayudas permanentes y faltas tácticas del centrocampista argentino impidieron una progresión fluida del juego local (abajo).
En fase de ataque, De Paul también tuvo protagonismo, ya que fue el jugador que trató de desajustar al dispositivo defensivo de Brasil. Con tal fin, buscaba atacar los espacios entre André y Bruno Guimarães para recibir entre líneas.
Acción a balón parado a falta de claridad en ataque
En el juego con balón de Argentina, Otamendi o Romero buscaron conectar por dentro con el centrocampista de banda, Mac Allister, una vez que el jugador del Liverpool había ganado la zona central tras una circulación de jugadores interiores para hacer de tercer hombre. Es decir, Argentina trataba jugar de cara para atraer al dispositivo defensivo de Brasil hacia dentro y liberar así por fuera a los laterales, Marcos Acuña o Nahuel Molina (abajo).
Dentro de esa idea de buscar el espacio por dentro, Messi y Julián Álvarez previamente debían fijar a los centrales de Brasil para que no saltaran a la presión sobre el jugador argentino con balón.
Ya con el balón por fuera, sin embargo, el juego de Argentina no tuvo la efectividad adecuada para generar espacios e intervalos por donde Messi y Álvarez pudieran llegar a zona de finalización con opciones claras de gol.
Una de las claves generales de Argentina en su juego es el alto rendimiento que obtiene en las acciones a balón parado, sobre todo en partidos en los cuales no tiene una buena gestión de la fase de ataque. Eso también ocurrió ante Brasil. En esta ocasión, Otamendi aprovechó su calidad y superioridad en los duelos aéreos para conseguir el único gol del partido (arriba) y dar así la victoria a su selección.
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