
champions league 2024/25, partido de vuelta octavos de final 11 de marzo 2025
Dembélé (12)
Gianluigi Donnarumma se hizo gigante en Anfield para dar el pase al PSG a cuartos de final de la Champions League ante el Liverpool. El portero italiano atajó dos penaltis (a Darwin Núñez y Curtis Jones), en una tanda en la que también brillaron los lanzadores del equipo parisino, con pleno de acierto en los cuatro lanzamientos.
Antes de esa cita desde los once metros para definir una eliminatoria de altura, el PSG recuperó la desventaja de un gol que traía del partido de ida con el tanto de Ousmane Dembélé en el minuto 12. Los de Luis Enrique, con Vitinha brillante a los mandos en el mediocampo, superaron a los Reds en la primera mitad para dar continuación a lo que sucedió en el Parque de los Príncipes seis días antes.
Sí apareció la mejor versión del Liverpool en el segundo tiempo, con una intensa presión tras pérdida y rápidos ataques que fueron frenados por Donnarumma. Sin embargo, los de Arne Slot perdieron su empuje con una sucesión de problemas físicos en sus jugadores, sobre todo, la lesión de Trent Alexander-Arnold.
Esta vez, los cambios no dieron los resultados esperados al Liverpool, que optó por una versión más conservadora en la prórroga. Una actitud que también tomó el PSG a la espera de los penaltis, en los que Donnarumma fue el gran protagonista.
Análisis de los entrenadores
"Fue el mejor partido de fútbol en el que he participado. No tengo una historia como la del Liverpool como entrenador, pero (fueron) dos equipos de un nivel increíble con una intensidad increíble.", destacó Slot, quien, no obstante, añadió sentirse "decepcionado por la eliminación".
"Hemos tenido la suerte que nos faltó en el primer partido", dijo Luis Enrique. "Hemos intentado hacer nuestro juego, muchas veces no hemos podido pero en otras hemos generado ocasiones. Cualquiera hubiera merecido el pase", valoró el entrenador del PSG.
A continuación, nuestros entrenadores analizan el gran partido en Anfield que definió el pase del equipo parisino.
19/3
DISPAROS / A PUERTA
21/8
46%
POSESIÓN
54%
1.59
GOLES ESPERADOS
2.63
Presión alta del Liverpool
El Liverpool ejecutó una presión alta asfixiante sobre la salida de balón del PSG, estructurando su bloque en un 4-2-3-1 y cerrando los espacios con agresividad sobre el eje central.
La segunda línea de presión, liderada por Ryan Gravenberch, Dominik Szoboszlai y Alexis Mac Allister, se desplegó con inteligencia táctica, fijando a los pivotes Vitinha, João Neves y Fabián Ruiz. Los mediocampistas reds ajustaban sus trayectorias para bloquear las líneas de pase interiores, forzando al rival a buscar opciones directas o en amplitud (abajo).
Con el transcurso del partido, el Liverpool incrementó la intensidad de su presión, ubicando su dispositivo defensivo en un bloque medio-alto. Los tres centrocampistas ajustaban sus acosos con una temporización precisa antes de encimar en el momento exacto. Szoboszlai orientaba su presión sobre Vitinha, Alexis Mac Allister negaba la progresión de Fabián Ruiz y Ryan Gravenberch cerraba cualquier opción de recepción para João Neves. Con este mecanismo, el Liverpool buscaba hacer colapsar la estructura de juego del PSG en fase de inicio, impidiendo fluidez en el primer pase y generando pérdidas en zonas comprometidas que derivaron en transiciones ofensivas favorables para los de Arne Slot.

Respuesta zonal del PSG
El PSG respondió con una presión zonal estructurada y agresiva sobre la salida del Liverpool, organizando su bloque en un 4-3-3 que dificultó la circulación desde el inicio del juego.
Ousmane Dembélé asumió el rol de primer defensor, activando la presión sobre Alisson Becker y los centrales, condicionando su toma de decisiones y reduciendo sus opciones de progresión limpia entre jugadores cercanos (abajo).
A su vez, Bradley Barcola y Khvicha Kvaratskhelia se sincronizaban en la segunda línea de presión, fijando a los laterales o centrales rivales y ubicándose sobre el carril interior de cada banda, evitando así que el Liverpool generara superioridades numéricas en campo propio.
Esa disposición otorgó una ventaja defensiva clave al conjunto parisino, disuadiendo las líneas de pase interiores y limitando la conexión con los mediocampistas. La altura y agresividad del bloque obligaron a Alisson Becker a optar por envíos diagonales hacia Diogo Jota, Mohamed Salah o Luis Díaz, exponiendo al equipo de Arne Slot a duelos aéreos y pérdidas en la zona de creación al intentar una segunda conexión.
Gracias a esta presión zonal, el PSG logró recuperar balones en espacios intermedios y activar su peligrosa transición ofensiva con rapidez.

Desequilibrio por el flanco derecho
El PSG construyó su ataque con un claro foco en el sector derecho, explotando la velocidad y los movimientos indetectables de Bradley Barcola desde el carril exterior. Su constante búsqueda de la espalda de Andrew Robertson desajustó el bloque defensivo del Liverpool, obligando al lateral escocés a decidir entre mantener su posición o salir a interceptar (abajo).
En ese contexto, Vitinha y João Neves fueron clave en la progresión, ofreciendo líneas de pase interiores para atraer marcas y generar superioridades posicionales.
Ousmane Dembélé, con su movilidad y calidad en espacios reducidos, complementó esta estructura asociativa, intercambiando alturas y fijando rivales para que Barcola pudiera recibir con ventaja en profundidad.

Durante la primera mitad, esta dinámica ofensiva del PSG desbordó repetidamente el sistema defensivo Red, permitiendo llegadas profundas y situaciones de peligro que, sin embargo, no fueron capitalizadas.
Barcola logró romper la última línea en varias ocasiones, sirviendo centros y pases atrás que encontraron tanto a Dembélé como a Khvicha Kvaratskhelia en posiciones favorables, pero la falta de precisión en la finalización impidió que el dominio parisino se reflejara en el marcador.
A pesar de ello, la insistencia del PSG en generar superioridades numéricas y posicionales por ese sector evidenció un plan ofensivo claro, que expuso vulnerabilidades en la estructura del Liverpool y dejó señales de alerta para la segunda mitad (abajo).

Falta de claridad en el ataque del Liverpool
Los de Slot mostraron una gran capacidad para progresar rápidamente hasta la zona de finalización, pero careció de claridad en la definición. La fluidez en la circulación y la verticalidad en la transición ofensiva, derivada de su intensidad defensiva previa, permitieron que los Reds encontraran espacios en campo rival, ya fuera en la primera fase del contraataque o en el ataque posicional cuando el PSG lograba reorganizarse.
Sin embargo, la toma de decisiones en los últimos metros no fue la más acertada. Tanto Diogo Jota como Mohamed Salah y Luis Díaz realizaron constantes desmarques de ruptura y apoyo, pero sin la sincronización óptima para atacar los intervalos entre defensores con ventaja (abajo).
La ocupación de los espacios dentro del área quedó condicionada por la falta de precisión en el último pase, especialmente en los envíos filtrados y los cambios de orientación de Dominik Szoboszlai hacia Andrew Robertson o Trent Alexander-Arnold.

Cuando el Liverpool lograba conectar con sus laterales en profundidad, estos no encontraban la línea de pase adecuada hacia los tres atacantes, lo que, sumado a la falta de agresividad en la ocupación del espacio entre centrales, impidió que los centros laterales se tradujeran en ocasiones de gol manifiestas.
El PSG logró defender con superioridad numérica en la zona de remate, cerrando líneas de pase y obligando al Liverpool a finalizar en condiciones desfavorables con alta densidad de defensores (abajo). La intensidad y la velocidad del equipo de Arne Slot fueron evidentes, pero la falta de precisión en la toma de decisiones finales limitó su capacidad de transformar la posesión en peligro real sobre la portería de Donnarumma.

Equilibrio defensivo del PSG y dificultades del Liverpool
El PSG diseñó un plan defensivo preciso para neutralizar la influencia de Mohamed Salah en el flanco derecho del ataque del Liverpool. Con un trabajo coordinado entre William Pacho y Nuno Mendes, el conjunto parisino generó constantes situaciones de superioridad defensiva. Así minimizaron las opciones de desequilibrio del extremo egipcio.
La anticipación fue un recurso clave, ya que tanto Pacho como Mendes intervinieron con eficacia antes del primer control de Salah, negándole la posibilidad de perfilarse con comodidad para el uno contra uno. Cuando lograba recibir, la temporización defensiva resultó fundamental: Mendes ajustaba su orientación corporal en diagonal, cerrando el pasillo interior y obligando al egipcio a jugar hacia el exterior, mientras Pacho mantenía una distancia de cobertura óptima para intervenir en caso de que Salah lograra desbordar o filtrar un pase de gol (abajo).

La sincronización entre ambos defensores permitió que el PSG evitara conceder situaciones de finalización ventajosa para Salah.
Además, la defensa parisina evitó cometer faltas en el último tercio, neutralizando una de las armas ofensivas más peligrosas del Liverpool: las acciones a balón parado. La combinación de anticipaciones, temporización y correcta gestión de la distancia defensiva convirtió el sector izquierdo del PSG en un muro infranqueable. Algo que limitó el impacto de Salah y obligándolo a buscar opciones menos favorables lejos de la portería de Gianluigi Donnarumma.
Mientras tanto, el Liverpool no logró contener los movimientos ofensivos de Ousmane Dembélé, quien encontró constantemente espacios para recibir, girar y atacar los intervalos entre defensores (abajo). La línea de cuatro conformada por Trent Alexander-Arnold, Ibrahima Konaté, Virgil van Dijk y Andrew Robertson mostró dificultades para ajustar el marcaje sobre el extremo francés. Esto le permitió maniobrar con comodidad en la recepción orientada y acelerar sin oposición en dirección a la portería.
Además, sus desmarques de apoyo y ruptura fueron constantes, atacando los espacios entre los laterales y los centrales del Liverpool. una descoordinación estructural que expuso la última línea de los Reds y facilitó que el atacante parisino pudiera recibir con ventaja en zonas de peligro.

En fase defensiva, los laterales del Liverpool tampoco lograron ajustar su distancia con Dembélé. Esto le concedió margen para ejecutar disparos exteriores desde zonas escoradas del área.
A pesar de esas concesiones, la actuación de Alisson Becker fue clave para evitar que el PSG tradujera estas ventajas en el marcador. El guardameta brasileño logró bloquear varios intentos de Dembélé con reflejos y un posicionamiento impecable, sosteniendo al Liverpool en momentos críticos.
El impacto de los cambios de Luis Enrique
Luis Enrique logró transformar la dinámica del encuentro con sus sustituciones. Así dotó al PSG de mayor fluidez en fase ofensiva y control posicional durante la segunda mitad y la prórroga, sin alterar su 4-3-3. Kang-in Lee, desde la derecha, y Warren Zaïre-Emery, cercano a Vitinha, encontraran líneas de pase interiores y generaran superioridades en zona de creación. Además, la aportación de Désiré Doué desde el carril exterior amplió el ataque, dificultando la basculación del Liverpool, que se replegó en un 4-2-3-1 y en bloque medio-bajo (abajo).
En la prórroga, el conjunto parisino monopolizó la posesión. De esta forma, desajustó el bloque bajo rival mediante triangulaciones rápidas y cambios de orientación, con Vitinha como eje del juego asociativo.

Por el contrario, los cambios de Arne Slot no lograron el impacto esperado y limitaron la capacidad ofensiva del Liverpool. El ingreso del mediocampista Wataru Endo para reemplazar al central Ibrahima Konaté debilitó la estructura defensiva del equipo. Esto, mientras que la entrada de Curtis Jones y Harvey Elliott no aportó el control necesario en el centro del campo para ejecutar ataques rápidos con peligro.
Sin profundidad ni amplitud ofensiva, el equipo inglés se vio obligado a replegarse en campo propio (abajo). Terminó dependiendo de un Darwin Núñez impreciso en la ejecución de las contras, muchas veces recibiendo al pie en campo propio. Sin elaboración ni conexiones en tres cuartos, el Liverpool quedó sometido al dominio del PSG, incapaz de generar continuidad en sus ataques y perdiendo claridad en sus transiciones ofensivas.

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